Berlín/Efe|Gemma Casadevall

La colonia española de Alemania afronta el dilema de con quién irá mañana convencida al cien por cien de que futbolísticamente sólo puede estar con los de Luis Aragonés y también de que ocurra lo que ocurra no habrá un «happy end» redondo.

Es la final más temida para cualquiera que no está en casa, sobre todo si lleva años, tal vez décadas fuera y ni ha roto con sus raíces ni despotrica del lugar donde vive.

«Santo Dios... ¿Y ahora qué hacemos el domingo? ¿Dónde vamos a ver el fútbol? Porque lo veremos juntos, ¿no?», decía Ruth, bióloga valenciana, recién terminado el partido contra Rusia, en busca de cómplices con quien celebrar una hipotética victoria española

La colonia española en Berlín es minúscula comparada con la turca, anterior rival de Alemania en esta Eurocopa. Apenas 3.800 miembros -ampliables a 5.000, contando los no registrados o en tránsito-, frente a los 200.000 germano-turcos.

Del medio millón de miembros de la época del «Vente a Alemania, Pepe», en los años 70, se ha pasado a 135.000 en este década, en todo el territorio germano.

No se trata ya de inmigrantes llegados con un contrato temporal, sino de profesionales liberales o estudiantes de la «generación Erasmus», a menudo con pareja o cónyuge del país. La identificación con la selección de Luis Aragonés es al cien por cien, pero cuando se entra en cuestiones de identidad se va a medias.

«¿Que con quién voy? Con España, claro. Pero vamos a ver...», responde Manolita, andaluza, casada con un alemán y dueña del bar-restaurante «Dos Mares», uno de los pocos locales de Berlín donde ha colgado la bandera española desde que empezó la Eurocopa

«Jugando como ayer sólo puede ganar España. Pero ya lo dijo Gary Lineker: el fútbol es un juego de once contra once donde al final gana Alemania», es la opinión de Luis Rivas, comentarista deportivo el domingo para la televisión alemana Deutsche Welle.

«La selección de Aragonés tiene el punto de eficacia y solidez necesaria para que no la derrumbe un soplido de (Michael) Ballack», apunta el experto de la Deutsche Welle.

Que la selección de Aragonés está por encima de la de Joachim Löw es algo que ha admitido incluso, por pasiva, la canciller Angela Merkel, al decir que los suyos no parten como favoritos.

Quien más quien menos, todo español fue felicitado hoy con respeto por sus colegas, vecinos o familiares alemanes. «Estoy con el corazón partido. Cómo no voy a desearles que pierdan. Pero cómo voy a desearles que ganen», sintetiza, en su contradicción, Thomas Worpus, encargado de otro restaurante español, el «Yo Soy», que para la España-Rusia concentró en su local 120 aficionados de nacionalidad diversa apretujados bajo la pantalla.

El dilema del berlinés Worpus y su corazón partido es extrapolable al sentir de muchos españoles. «Yo le digo a Oskar, mi hijo, que pase lo que pase vamos a estar contentos, otros lo ven como que ocurra lo que ocurra lo pasaremos mal por el otro», dice Marina Caba Ral, cineasta hispano-alemana.

Marina apuesta por un 3-2 a favor de los de Aragonés, lo mismo que la dueña del «Dos Mares». Enrique Serván, propietario del «Pata Negra», el restaurante del Instituto Cervantes, ve «muchos goles», sin cuantificar, y la Eurocopa, por supuesto, para España.

La confianza en Aragonés es extensible a la colonia no berlinesa: «Luis es todo un fenómeno», sentencia Patricio Eijoo, Promotor de Comercio Exterior de la Junta de Extremadura, en Düsseldorf, y hace extensiva esa consideración a su esposa, alemana.

De Berlín a la Cuenca del Ruhr, la colonia se prepara para vitorear desde su condición de minoría minúscula a los 'Luis'. La 'milla del aficionado' calcula superar la cifra del medio millón de almas de la semifinal contra Turquía, mientras en el «Dos Mares» calculan que tendrán unos treinta españoles.