Joan Calabuig reivindica el papel del Puerto para el futuro de València

La Autoridad Portuaria organiza una exposición que pone en valor la relevancia de este enclave en el desarrollo económico, cultural y comercial de la capital del Turia durante el Siglo de Oro, una de sus épocas más importantes

El presidente de la Autoridad Portuaria de València, Joan Calabuig, en la presentación de la muestra.

El presidente de la Autoridad Portuaria de València, Joan Calabuig, en la presentación de la muestra. / Miguel Angel Montesinos

El Edificio del Reloj del Puerto de València acoge desde el pasado sábado la exposición «El Puerto de València en el Siglo de Oro. Prosperidad comercial y esplendor cultural». Una oportunidad para poner en valor la importancia que ha jugado en los últimos siglos para, precisamente, el crecimiento económico, cultural y comercial de la capital del Turia.

En una cita alejada de los grandes actos inaugurales, el presidente de la Autoridad Portuaria, Joan Calabuig, quiso agradecer, en primer lugar, la labor de las personas e instituciones que han hecho posible la muestra: «A todas esas personas que inauguraron esta muestra, quiero darles las gracias por su interés». Asimismo, indicó orgulloso que alrededor de 2.000 personas ya se habían acercado para contemplarla, una prueba clara de su gran «calidad y aceptación», y animó a toda la población a visitarla para sentirse orgullosos.

Una historia común

Porque la historia de València y su Puerto está llena de momentos clave, y para conocerlos —y comprenderlos— es necesario echar la vista atrás. Y ese es, precisamente, el objetivo de esta exposición: reivindicar la importancia del Puerto como lugar estratégico para la consolidación del Siglo de Oro Valenciano. Pero también invitar a la «reflexión de lo que somos hoy, y de lo que podemos llegar a ser, si queremos. Si trabajamos como hasta ahora». 

De esta manera, Calabuig quiso hacer un repaso a la relación entre Puerto y ciudad en el Siglo de Oro (siglo XIV y XV), tiempo en el que València vivió un momento de opulencia comercial y de esplendor cultural. De hecho, quiso enfatizar la habilidad de sus comerciantes y gobernantes para «aprovechar la ubicación geográfica de la ciudad y el tiempo de paz respecto a la conflictividad interna en los territorios vecinos» para convertirla en un centro económico y cultural.

Aquí se daban cita «burgueses aragoneses y comerciantes catalanes, italianos y alemanes, deseosos de hacer comercio y negocios con más garantías que en sus territorios de origen». Pero no solo ellos, sino también artistas, arquitectos, escritores o poetas que veían en València un lugar cosmopolita y en el que poder tener un buen futuro próspero.

En medio de toda aquella vorágine estaba el puerto, que actuaba, por un lado, como puerta de entrada de todas estas gentes, y por otro, el lugar de salida productos de la huerta, como las telas, el vino o la uva. Además de un agente que conectaba la Corona de Aragón con el resto del mundo gracias a su situación estratégica.

Como resultado de ello, destacó Calabuig, «sus comerciantes hicieron fortificaciones en el puerto, construyeron la Lonja y crearon el Consulado del Mar para ofrecer garantías jurídicas al comercio marítimo».

Momentos difíciles

No obstante, el presidente del Puerto de València quiso recordar también que esa relación se mantuvo —y se mantiene— cercana y siempre fuerte a pesar de las dificultades. Y para demostrarlo, puso dos ejemplos.

Con el primero de ellos se refirió a la grave crisis que afectó al campo valenciano a finales del siglo XIX: la filoxera. Este insecto acabó con la viña, uno de los pilares de la economía valenciana, y arruinó a pueblos y familias.

Sin embargo, gracias a su afán emprendedor, los agricultores valencianos, recordó, pusieron en marcha un «sistema de cooperativas agrarias locales» que permitió sustituir la uva por la naranja. Fue entonces cuando el puerto impulsó las exportaciones de esta fruta tan característica, dando lugar al Siglo de la Naranja.

Y al igual que el Puerto ayudó a reactivar una parte esencial de la economía de nuestro territorio, cuando éste necesito de apoyo, no se quedó solo. Calabuig explicó que en los años 70, y de cara al futuro, desde Madrid se decidió que los tres puertos que protagonizarían el reto de la globalización, serían los de Barcelona, Bilbao y el de Cádiz, dejando al de València en un segundo plano estratégico.

Fue entonces cuando la ciudadanía le devolvió el favor. «Los empresarios valencianos invirtieron su patrimonio para instalar en el Puerto unas enormes grúas que marcaron el inicio de su actual puesto de referente en el ámbito portuario, no solo a nivel nacional, sino también mundial.

Mirada al pasado y al futuro

La exposición «El Puerto de València en el Siglo de Oro» quiere conmemorar esta parte de la historia valenciana con una serie de exposiciones gratuitas abiertas al público hasta el 11 de junio.

Los visitantes podrán descubrir las rutas comerciales marítimas activas entonces en las que València era un enclave ineludible, pero también los edificios emblemáticos. 

Asimismo, se exploran las funciones portuarias del Grau y cómo estaba organizado a través de maquetas de las Atarazanas.

Por último, también se podrán observar los principales escenarios comerciales como el Mercat o la Lonja y repasar los principales negocios que se daban cita entonces en este lugar.