El sector de la banca en España, y pese a la conversión en bancos de todas las cajas de ahorros del país (salvo dos de ínfimo tamaño, la Caixa Ontinyent y la balear Pollensa), es hoy un negocio muchísimo más concentrado que en el arranque de la crisis financiera, en 2008, y fuertemente oligopolizado.

Exceptuados los bancos de ámbito muy local (Pueyo, Etcheverría y Gallego, éste último filial de Novagalicia Banco), las cooperativas de crédito (cajas rurales y Caja Laboral, que también han protagonizado fusiones entre sí) y las filiales de bancos extranjeros, el sector financiero, que estaba integrado por 45 cajas y 53 bancos cuando se desplomó el banco estadounidense Lehman Brothers en septiembre de 2008 ha quedado reducido a 16 organizaciones financieras grandes y medianas.

Este intenso proceso de ajuste y fortísima concentración, que ha conllevado una dramática reducción de empleo „aún están pendientes más de 10.000 despidos en los bancos de cajas estatalizados„ y cierres acelerados de oficinas, no se puede dar por finalizado. Banqueros, autoridades y reguladores prevén que esta estructura sectorial podría simplificarse aún más y que en muy poco tiempo la banca española podría quedar circunscrita a doce o trece entidades configuradas bajo la fórmula societaria de bancos (sociedades por acciones).

A las tres entidades total o casi íntegramente nacionalizadas (Bankia, Novagalicia Banco y Catalunya Banc) se han sumado en los últimos días otras parcialmente estatalizadas: Banco CEISS (Caja España-Caja Duero), en el que Estado asumirá una participación mayoritaria, y Banco Mare Nostrum (BMN), en el que fondo estatal FROB asumirá una posición no mayoritaria en el capital por imposición de la Comisión Europea. BMN está integrado por Caja Murcia, Caja Granada y la caja balear Sa Nostra, mientras que Caixa Penedés está en proceso de retirada tras haber sido adquiridas sus oficinas a BMN por el Sabadell.

Estas cinco entidades bajo control total o parcial del Estado son las que ahora están más expuestas a un riesgo de absorción, como ya es seguro que ocurrirá en el caso del Banco Caja 3 (participado por la aragonesa Caja Inmaculada, Caja Círculo de Burgos y Caja Badajoz) tras el acuerdo alcanzado con Ibercaja (el tercer pacto entre ambas entidades este año) y el pronunciamiento en este mismo sentido de la Comisión Europea el jueves de la semana pasada.

De las cinco entidades nacionalizadas de forma íntegra o parcial, tanto el Gobierno español como la Comisión Europa consideran muy factible la continuidad como entidad independiente de al menos BMN, pese a la entrada del Estado en su capital y aunque acaba de declarar unas pérdidas de 223 millones en los nueve primeros meses del ejercicio. En ese sentido se expresaron en la última semana el ministro de Economía, Luis de Guindos (que fue consejero de BMN hasta hace justo un año), y el comisario europeo de la Competencia, Joaquín Almunia.

Las otras cuatro entidades estatalizadas podrían seguir distintos caminos: Banco CEISS, ahora mayoritariamente estatal, mantiene su intención de integrarse en el malagueño Unicaja Banco. La semana pasada, ambas entidades deshicieron su acuerdo por el que el segundo absorberá al primero pero anunciaron que renegociarán uno nuevo. La decisión será de Unicaja, una de las entidades más sólidas del mapa financiero y que ya se replanteó varias de las fusiones (las de mayor tamaño) que abordó desde 2009.

Novagalicia Banco y Catalunya Banc serán subastadas, aunque los gestores y la Xunta de Galicia se resisten y aún creen factible aglutinar un accionariado privado capaz de lograr que Galicia conserve un banco de referencia de cierta magnitud. Ambas, en cualquier caso, se encuentran ya en manos del FROB al 100 %, así que su destino no parece ser otro que la venta a un competidor.

Bankia, una de las mayores entidades del país (sólo la superan en volumen Caixa Bank, Banco Santander y BBVA), y por ello la que tiene más impacto sistémico, tiene por delante también un largo proceso de reflotamiento que previsiblemente conducirá a su venta. Pero eso será dentro de unos años. De momento, tras dictaminar el FROB el pasado miércoles que la valoración económica del grupo „Bankia y su matriz, el BFA„ era negativo en 10.444 millones, la entidad ya ha recibido la inyección económica europea, con lo que su solvencia se ha situado por encima de los niveles exigidos (un 9 %). Ahora queda por delante un arduo camino para conseguir, como se comprometió su presidente, José Ignacio Goirigolzarri, que el banco pueda devolver al Estado la mayor parte de las ayudas recibidas. Para ello, espera generar beneficios en los próximos años, aunque antes tendrá que reducir plantillas y oficinas. En enero, además, deberá determinar cuál es la pérdida que sufren los accionistas de Bankia, propiedad en un 45 % del FROB. Todo indica que serán cuantiosas, dadas las elevadas necesidades de capital. Algo parecido, se apunta, a lo que ha sucedido en el Banco de Valencia. La antigua filial de Bancaja va a ser vendida por un euro a CaixaBank, previa inyección por parte del FROB de 4.500 millones, a sumar a los mil que ya aportó el pasado mayo. Así las cosas, los actuales accionistas del banco quedarán con una participación testimonial del 0,1 %, mientras que el restante 99,89 % estará en manos de la entidad catalana.

Mapa sin cerrar

Cuatro años después del estallido de la crisis económica y financiera internacional, el dibujo del mapa bancario español sigue pendiente, por consiguiente, de conclusión. Y previsiblemente todos los pasos que se seguirán dando no serán para ampliar el número de operadores sino para reducirlos. La próxima crisis financiera „la habrá, seguro, aunque no se sepa cuándo ni dónde ni por qué se desencadenará„ encontrará en España un sector bancario más concentrado de lo que está hoy y con menos competidores, pero, por el contrario, estará configurado por un mayor número de entidades con riesgo sistémico „capaces de poner en peligro el sistema si se ven contagiadas„ de las que había en 2008.

Pero el mapa del sector financiero español y la creciente reducción del número de entidades (fundamentalmente, de bancos y cajas de ahorros) deja otra lectura posible: la gradual concentración de instituciones financieras en la mitad norte de España.

Esta peculiaridad, que este periódico ya destacó hace justo un año, no ha hecho más que intensificarse desde entonces. Todo ello entraña una vuelta a los orígenes. Porque fue el norte de España (primero, Cataluña; luego, Vizcaya, y en tercer lugar, Asturias) el gran triángulo del poderío bancario y de la burguesía industrial y financiera desde fines del XIX y hasta muy avanzado el siglo XX. Porque incluso cuando irrumpió Madrid en el primer decenio del siglo XX como la otra gran plaza bancaria, muchas de las entidades de nueva factura y visión centralista (Banesto, Hispano Americano, Central y Popular) contaron con un aporte mayúsculo de recursos y accionistas asturianos (Banesto, Hispano y Central), vascos (Hispano) y catalanes (en el Popular a partir de los años 40).

En 1967 había en España 122 bancos. De ellos, 104 tenían se sede en la mitad norte (incluido Madrid) y sólo 18 en la mitad sur del país. Hoy, con la nueva configuración sectorial, y a expensas de lo que ocurra con las entidades nacionalizadas o semiestatalizadas, en la mitad sur de España (Extremadura, Castilla-La Mancha, Baleares, Comunitat Valenciana, Murcia, Andalucía, Canarias, Ceuta y Melilla) sólo sobreviven tres bancos por encima de los 13.000 millones de activos: Unicaja, de Málaga; BMN, de Murcia y March, de Mallorca. A esta oferta se suman algunas cajas rurales (la más importante, la almeriense Cajamar, líder en España), dos diminutas cajas de ahorros (Caixa Ontiyent y Caixa Pollença,) y el también pequeño banco extremeño Banca Pueyo.

Mitad norte

En la mitad norte de España perduran, por el contrario, doce bancos de tamaño mediano o grande. Tras la inminente absorción de Banesto por su matriz (Banco Santander), la banca madrileña se reduce al Banco Popular y a la estatalizada Bankia, junto algunas entidades menores, caso de Banco Cooperativo y Novanca, con muy pocas oficinas. Claro que no hay que olvidar que la mayoría de grandes entidades, aunque tengan en sus comunidades de origen su sede social, tienen la sede operativa, que es la que cuenta realmente, en la capital de España.

El resto de las entidades norteñas son las cántabras Banco Santander y Bankinter (la segunda, tiene el domicilio oficial en Madrid), ambas participadas por los Botín y otros accionistas, caso de los asturianos Masaveu; las vascas BBVA y Kutxbank; el grupo Liberbank (Cajastur, Caja Extremadura y Caja Cantabria), con domicilio institucional en Madrid y sede decisoria en Oviedo, y que controla el 75 % del castellano-manchego Banco CCM; las catalanas Caixa Bank, Banco Sabadell y la nacionalizada Catalunya Banc; la aragonesa Ibercaja (que absorberá a Caja3); el castellano-leonés Banco CEISS (nacionalizado de forma mayoritaria y pendiente de una posible absorción por Unicaja) y el gallego Novagalicia Banco, casi totalmente estatalizado.

A estos grupos de tamaño significativo se suman las cajas rurales de la zona norteña, Caja Laboral (grupo vasco que acaba de integrar a la caja rural Ipar Kutxa), y los dos bancos gallegos de pequeño tamaño: el Banco Etcheverría, cuya mayoría va a comprar el grupo venezolano Banesco, y el Banco Gallego, filial de Novagalicia Banco y cuyo futuro está condicionado por la matriz, salvo que ésta opte por desinvertir y encuentre comprador, como acaba de ocurrir esta semana con su hasta ahora también filial Banco Etcheverría. Así las cosas, de las 45 cajas que había en 2009, sólo sobreviven como tales cajas dos de ámbito muy local y que de las 43 restantes sólo siguen existiendo 26 que se unieron en ocho grupos. De estos ocho grupos, uno será absorbido y otros dos acaban de ser semiestatalizados. Liberbank, aun con ayudas, es uno de los cinco únicos grupos de cajas que siguen en activo y no han sido nacionalizados.

¿Quienes no se fusionaron?

Pero la pregunta pertinente no es quiénes se fusionaron, sino quiénes no lo hicieron en estos tres años. Porque lo han hecho todas las entidades, salvo Banca March, Bankinter, las dos cajas de ahorros locales y parte de las cajas rurales.

Santander va a absorber a Banesto y falta por saber si pujará por algún grupo nacionalizado. La Caixa absorbió a Caixa Girona, Banca Cívica (fusión de 5 cajas) y Banco de Valencia. BBVA se quedó con Unnim. Sabadell integró Banco Guipuzcoano, CAM y la red de Caixa Penedés. Ibercaja va a asumir Caja 3. Popular asimiló al Pastor. Unicaja se quedó con Caja Jaén y mantiene conversaciones con CEISS. Kutxabank, una fusión de cajas como Liberbank, se quedó con Cajasur. BMN es la suma de 4 cajas y CEISS, de dos.

Pero el proceso de simplificación y concentración financieras viene de mucho más atrás. En realidad ha sido un proceso continuo y los dos mayores bancos españoles actuales (Santander y el Bilbao) llevan digiriendo a otras entidades desde finales del siglo XIX y comienzos del XX.

Hace sesenta años „en la década de los 50„, había en España 139 bancos y 80 cajas de ahorro. En 2008, cuando sobrevino la crisis financiera, esas cifras se habían reducido a 53 bancos y 45 cajas. La concentración ha sido enorme en estos últimos cuatro años, pero continuará.