Elecciones 23J

El PP admite que los puentes están rotos con los ideólogos de Vox: "El diálogo es imposible"

En plena recta final hacia el 23J la preocupación va a más porque el PP piensa ya en qué se va a encontrar si debe negociar una investidura de Feijóo o una coalición

La interlocución entre líderes es escasa, pero no constituye el problema. Lo que inquieta en Génova es el ascenso del ala dura en Vox, con los que no tienen contacto ni afinidad de ningún tipo

Santiago Abascal, presidente de Vox.

Santiago Abascal, presidente de Vox. / EFE

Paloma Esteban / Isabel Morillo

El PP está convencido de que negociar un gobierno con Vox tras las elecciones generales, si no llegan los números, va a ser muy complicado. Fuentes de la dirección coinciden en asegurar que el diálogo entre Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal es el menor de los problemas. Aunque no es muy fluido, ambos mantuvieron un contacto puntual para desencallar, con éxito, el acuerdo en la Junta de Extremadura. 

Muchos dirigentes de la cúpula popular conocen muy bien a Abascal, con el que compartieron años muy importantes dentro del PP. De hecho, el líder conservador reconoce que las conversaciones con él “nunca son un problema”, pero apunta al equipo que le rodea como causante de otros malentendidos. El caso sobre la presidencia de María Guardiola, con días de muchísima tensión y conversaciones cruzadas, es el ejemplo más claro. 

La inquietud por esa falta de afinidad ha ido a más ante la pujanza de perfiles duros como Jorge Buxadé o Ignacio Garriga que, de hecho, han manejado los hilos de las negociaciones y los nombramientos tras las autonómicas y municipales de mayo. La barrera está en lo que llaman “los ideólogos de Vox”. Se refieren así a ese ala que ha tomado el control y defiende postulados ultracatólicos, muchos del Opus Dei o afines a asociaciones como Hazte Oír, apostando para cargos institucionales por dirigentes extravagantes y negacionistas de consensos básicos. 

Perfiles muy distintos al del portavoz parlamentario, Iván Espinosa de los Monteros, acostumbrado a lidiar y negociar con todos los grupos políticos en el Congreso, incluso con sus máximos rivales. En realidad, el hombre que siempre está al mando de una u otra manera en Vox (ya ocurrió en 2019 y después, por ejemplo, para el gobierno de coalición en Castilla y León) es Kiko Méndez Monasterio, gurú encargado de reciclar ideológicamente el partido y de la absoluta confianza de Abascal. 

En plena recta final hacia el 23J la preocupación va a más porque el PP empieza a pensar en qué se va a encontrar si deben negociar una investidura de Feijóo o, en el peor de los casos, un acuerdo de Gobierno con ministros de la extrema derecha. En Génova reiteran que una coalición “es el último escenario posible”. El líder conservador agotará todas las vías antes de eso, incluida la de llamar al PSOE y al resto de partidos en busca de una abstención si consigue un número de escaños significativo que “no arroje dudas” sobre que él debe ser el presidente. Desde el pasado fin de semana, los populares vienen dando por hecho un éxito en las urnas que antes no pronunciaban con tanta claridad, hablando incluso de rozar la mayoría absoluta. 

¿Riesgo para la suma?

A pesar de las buenas cifras que manejan para sí, hay dirigentes dentro del PP que alertan, como también hace la izquierda con cierta esperanza, que el bajón de Vox a costa de que triunfe la llamada al voto útil puede ser problemático. En los sondeos de Génova el partido de Abascal aparece ya por debajo de los 30 diputados.

En la formación ultra la molestia también va en aumento. “Se equivoca de adversarios”, repite Abascal en sus mítines más recientes. Feijóo está convencido de que la suma no corre riesgos reales. La cuestión es que, a la espera de ver cómo queda el mapa final del próximo domingo, los populares asumen que alguna negociación habrá que hacer con ellos.

El líder popular no oculta su incomodidad con la extrema derecha siempre que puede y, por eso, recalca la intención de emular la ‘vía andaluza’ con un Gobierno en solitario. En eso lleva concentrado días y lo seguirá haciendo en este ‘sprint final’. Vox critica al PP porque entiende que la “embestida” no debería ir contra ellos y que podría llegar a poner en riesgo la alternativa, desechando la idea de que a Feijóo le baste con abstenciones del PNV y otros grupos pequeños.

Pero Feijóo insiste en salir de los “bloques”, justamente por ese motivo. Primero, huir de Vox en un hipotético Gobierno. Y, segundo, protegerse de la posibilidad de que no haya suma de la derecha y que aun ganando las elecciones no tenga posibilidades de ser presidente. En este momento, de forma más clara o velada, los grupos políticos se posicionan en frente de Feijóo por haber cerrado acuerdos con Vox.

Precio alto para Feijóo

La realidad es que la negociación de los gobiernos autonómicos no ha sido fácil para el PP. Pese a que el acuerdo se cerró de forma muy rápida en la Comunidad Valenciana y Baleares, la sensación en Génova es que Abascal va a poner muchas dificultades. Aunque el partido de extrema derecha se desinfle, el precio que pondrán a una investidura de Feijóo será alto. A pesar de que los populares hablan de "sumar más que la izquierda" para evitar la coalición, Vox pone encima de la mesa un baremo distinto: ser decisivos, aunque sea vía abstención. Es lo que ha ocurrido en la Región de Murcia, donde la derecha ultra dejó caer la investidura de Fernando López Miras, que se quedó a dos diputados de la mayoría absoluta. Vox lo mira desde otra óptica: sacaron un 18% del voto y se ven legitimados como para participar en el nuevo Gobierno.

Las primeras negociaciones de PP y Vox se hicieron en Andalucía, pero nada tiene que ver aquel escenario con este. En 2018 era la primera vez que los Abascal entraban en las instituciones y fue precisamente esa experiencia, donde dieron su apoyo a la investidura de Juan Manuel Moreno pero se quedaron fuera del Gobierno, las que les hizo convencerse de que era una fórmula poco rentable. 

En Andalucía, en las generales de 2019, Vox pisaba los talones al PP, le dio el ‘sorpasso’ en cuatro de ocho provincias y se quedaron a tres escaños. Esa distancia se ha ido agrandando de forma importante en las últimas citas electorales y en la del próximo domingo en el PP confían en que los resultados sean muy distintos a los de las últimas generales. Si hay un agente electoral empujando para captar voto útil y dejar fuera del Gobierno a Vox es el presidente de Andalucía, que representa el alma moderada del PP, y que sufriría de forma importante en su discurso público y su hoja de ruta si Feijóo hace a Abascal vicepresidente.