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Quiero ser fallera mayor de València

Una apasionada de la medicina cuya falla era... un cuerpo humano y sus órganos

Paula Rocafull Lis | Mosen Sorell-Corona (El Carmen)

Una apasionada de la medicina cuya falla era... un cuerpo humano y sus órganos

Paula podía haber protagonizado la Adoración y, a lo largo de su infancia, los regalos se cumpleaños y Reyes se le solaparon: nació «el 4 de enero». E hizo la primera Ofrenda «con dos meses y medio. Vestida de fallera. Lloraba cuando me lo quitaban. Debía quedarme dormida antes».

Es Fallera del Carmen. Mosen Sorell-Corona, «Corona», vuelve con ella a la Fonteta, buscando un cargo que se le resiste desde 2003. Pero es vecina de Xirivella. Ella y la familia. «De siempre. Desde mis bisabuelos. Y mis padres empezaron a salir en el pueblo con 14 años». ¿Cómo llegó a Corona? «Yo estaba en una falla de Xirivella. De hecho, mi abuelo fue fundador y mi padre presidente durante 16 años». Pasaron cosas. «La falla cambió y nos fuimos a una de Campanar, a Horta Sud-La Costera». No fueron los únicos falleros de que hicieron exactamente ese camino. «Mi primo estaba allí y quería que yo fuera fallera mayor infantil con él. Tenía por entonces catorce años, era mi último año infantil. Antes también ya lo había sido en 2009». Y hace siete años pasó a Corona. ¿A través de quien? «Una amiga de mi madre es prima de "Miguel Ángel de Corona" y fuimos allí». Y en pocos años, fallera mayor. Sin esperar porque su vida le depara retos. «Estoy estudiando Nutrición Humana y Dietética. Voy a empezar tercero. Pero luego quiero estudiar Medicina. Y quiero cirugía cardiovascular. Y fallera mayor con medicina no es fácil. Prefería hacerlo antes». Preparada para la vocación. «Prometi a mi iaia que sería médico. Mi madre me ponía en la televisión operaciones y me encantaba. Ya he tenido experiencia y no me da ninguna aprensión». Poco a poco, haciéndose el futuro a fuego lento. «Debo acabar Nutrición, luego entrar en Medicina, el Mir... sí, es para largo, pero quiero cumplir mis sueños».

Y una estudiante de medicina no podía tener más falla que una que era un cuerpo humano, con sus intestinos, su hígado y su corazón. «De verdad que no fue adrede. Miguel Hache se inspiró e hizo un cuerpo humano». Cada día, la falla incorporaba un órgano interno. «El hígado lo puse de paisano y los pulmones, de fallera. Los intestinos ya estaban puestos el primer día. El corazón fue el último día, ese lo puso el artista».

No todas las pasiones llevan con bata blanca. «Llevo ocho años jugando a voleibol. He ido varios años a campeonatos internacionales en Portugal. El pasado año formamos un equipo nuevo, el Rafael Altamira en la Fuensanta. Es un deporte que ha sido fundamental en mi vida».

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