El mundo del arte efímero ha perdido a otra de sus figuras relevantes: el artista José Muñoz Fructuoso. El artista ilicitano desarrolló su carrera en el mundo de las Hogueras, pero en su haber tiene ser todo un pionero en la fiesta fallera: de su taller salió la primera gran colección de fallas procedentes de Alicante. Catorce trabajos en los que combinó piezas de un estilo más "valenciano" con otro más "alicantino", en un tiempo, los años ochenta y noventa, en el que todavía no se había llegado al acercamiento entre estilos de una y otra fiesta, pero en el que sí que introdujo plena y continuadamente la cconcepción estética de la "terreta". Con él llevaron fallas altas, con geometrías, con caras sin rostro y posturas inusuales en un mapa fallero que aún no había empezado su gran transición a las nuevas expresiones que ha traído el corcho blanco. Si en Alicante plantaba una grupa, años después podía hacer una reinterpretación sustituyendo la novia alicantina por la labradora valenciana. Siempre acercando el gusto del consumidor a un lenguaje nuevo.

José Muñoz, en una imagen reciente.

Palmera ilicitana plantada en Quart Extramuros en 1996.

Palmera ilicitana plantada en Quart Extramuros en 1996. Archivo José Muñoz Fructuoso

Después de la primera oleada de Pedro Soriano -cuyas fallas de los años setenta son plenamente de estilo valenciano-, fue él quien verdaderamente abrió la senda con una serie larga de obras que, a pesar de ser un lenguaje diferente al tradicional, siempre estuvieron bien consideradas. Posteriormente se le uniría Paco Juan, el propio Soriano y, con más profusión, los hermanos Gómez Fonseca y Pedro Espadero. Fue la avanzadilla de un intercambio de artistas entre ciudades que ahora está mucho más consolidado con nombres como el propio Espadero, Alejandro Cano, Lorenzo Santana, Fede Molinero, Fran Sierra, Fran Santonja o José Gómez Fonseca.

La trayectoria de José Muñoz Fructuoso en València es muy interesante y se convirtió en una visita obligada a la única zona en la que plantó: la parte norte de Olivereta.

Empezó en Juan Bautista Vives, a la que llevó a la mejor época de su historia en premios, con tres victorias entre 1977 y 1986 (aunque varias de estas fallas, incluidas dos de las victorias, las firmó a nombre de la comisión), y que alternaría en los ochenta en Luis Lamarca y Quart Extramuros-Velázquez. Sus proyectos más ambiciosos estaban aún por llegar cuando, seis años después de su última aparicion, Quart Extramuros-Velázquez vuelve a llamarle para, de su mano, dar el salto desde las categorías medio-bajas a la primera A, de la que, desde entonces, es uno de los participantes habituales. No pasaron desapercibidos los diseños ni tampoco la crítica, por lo que los premios de sección casi siempre iban acompañados de un galardón de ingenio y gracia.

Estética alicantina para falla de València en el taller de Fructuoso: Quart Extramuros de 1994.

Estética alicantina para falla de València en el taller de Fructuoso: Quart Extramuros de 1994. Archivo José Muñoz Fructuoso

Se sentía especialmente orgulloso de haber plantado por primera vez en una falla de València una alegoría a la palmera ilicitana, su tierra de origen ("Mediterrània", Quart Extramuros 1996). En los últimos años, ya jubilado, había hecho de su vida un relato valiente y permanente de sus problemas de salud renal, que le acompañaron durante muchísimos, demasiados, años. Ahora había pasado un covid con secuelas que ha apagado su talento, pero no su trayectoria, a los 69 años.

Tal y como ha rememorado uno de los grandes expertos en Fogueres, Juan Carlos Vizcaíno, es "uno de los artistas que más hizo por la calidad, la personalidad, la madurez y el crecimiento artístico de nuestras Fogueres, extendiéndose hasta el punto de ser al artista alicantino que más proyección albergó en las fallas de Valencia" y un estilo basado en la "minuciosidad, elegancia, sátira y personalidad".