Madrid «explota» con la mascletà

Más de 20.000 personas según la Delegación de Gobierno acuden a la exhibición fallera en el Puente del Rey de la capital

El espectáculo montado por Pirotecnia Valenciana cumplió con las expectativas ante un público dividido entre expertos y grandes desconocedores de la fiesta

El éxito del evento demuestra que todo el debate previo estaba impregnado de una importante sobreactuación

La corte contempla el disparo

La corte contempla el disparo / Germán Caballero

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

Madrid celebró su «mascletà» fallera y no defraudó. Pirotecnia Valenciana, la familia Crespo, presentó ante un público la mitad conocedor y la otra mitad desconocedor, un disparo sin trampa ni cartón. Tal como había anunciado, con su punto efectista y ruidoso. Saldado con una atronadora ovación y algún «¿ahora es cuando tengo que aplaudir?». Un disparo del que se pueden extraer algunas conclusiones. La principal, que hay que inhibirse del debate generado alrededor del disparo porque está extremadamente sobreactuado. En el barro del río el debate se llenó de fango en los días previos, llegando a una sobreactuación extrema. 

Así ha sido el disparo de la gran mascletà de Madrid / Arturo Iranzo

Pero la inmensa mayoría de los que acudieron -20.000 personas según al Delegación de Gobierno, que no debe ser precisamente sospechosa, aunque parezca mucha, demasiada, gente- disfrutaron y lo pasaron bien. Hay que decir y reconocer que, aunque la acústica es sensiblemente peor que la de la Plaza del Ayuntamiento -en Madrid y en cualquier otro sitio-, el escenario es inmejorable. La gente acudió al Parque de la Virgen del Puerto y al Campo de Moro, que se convirtieron en lo más parecido a un anfiteatro.

Tres banderas con humo

Y en ese contexto, Pirotecnia Valenciana hizo lo que había prometido. A poco de empezar trazó con humo la bandera de Madrid, con su color carmesí, la tricolor de la Comunitat Valenciana y la bicolor de la bandera de España. Que ese fue uno de los mensajes más extendidos durante la jornada: unión, hermanamiento y españolidad. 

María Estela: "Por días como hoy me siento afortunada de ser fallera mayor de València"

Europa Press

El terremoto, hay que admitirlo, se perdió en la anchura del parque, pero se arregló con un excepcional final aéreo de muchas fases a la que tan sólo le faltó un poquito más de aire para ir limpiando la «pizarra» del cielo y que el humo escampara más rápidamente. Da igual: el disparo, técnicamente, fue irreprochable y acabó arrancando esos aplausos de unos y ese «¿ahora es cuando hay que aplaudir?» de otros. 

No salieron defraudados

Era imposible hacer demoscopia. Sobre todo, porque los más cercanos a la zona que hacía de balcón era gente «de casa», muy ruidosa y fervorosa. Pero tampoco dio la sensación de que la gente saliera defraudada. Otra cosa es que se escuchara algún «pues no me gusta», que también, pero eso entra, debe entrar, dentro de la normalidad que supone injertar en una sociedad que poco conoce un espectáculo tan sumamente particular. 

Desconocimiento monumental

Y por ahí llega la otra gran conclusión: hay un desconocimiento monumental de las Fallas y su intríngulis. De lo que es una «mascletà», de sus preceptos, de la fiesta, de las falleras mayores… de todo, absolutamente todo. Que faltan toneladas de pedagogía sobre la fiesta. 

La comitiva fallera llega al Ayuntamiento de Madrid junto a Carlos Mazón y María José Catalá

Arturo Iranzo

El "accidente" del "tró d'avis"

Y no ya en el pueblo llano, sino en las propias corrientes de opinión matritense. No ya las contaminadas, escandalizadas por la caída de algún residuo en el cauce, sino hasta por considerar como accidente pirotécnico el «tró d’avís» que anunciaba el disparo cinco minutos antes. Que anda que no se anunció por megafonía. O que el contrato al pirotécnico fuera «a dedo», tratándose de un contrato artístico, tan a dedo como cualquier otro del calendario pirotécnico valenciano. O el coste, comparado con una mascletà fallera, donde el pirotécnico va a perder dinero conscientemente. 

Fuera de determinados límites geográficos, las Fallas, la pirotecnia y todo lo demás, los elementos del Patrimonio de la Humanidad, son un páramo. 

¿Habrá otra "mascletà"?

Eso podría solucionarse con alguna «máscletà» más. En principio, el acuerdo de colaboración turística entre las dos ciudades no incluye celebrar más, pero fuentes conocedoras del caso en la Casa de la Vila aseguraban que en Madrid no verían con malos ojos repetir. Siempre y cuando no se crean, a partir de ahora, que las mejores «mascletades» se disparan en Madrid. Que una cosa es ser amables y otra es subirse a las barbas. 

Retorno económico a base de cocido madrileño

Era de esperar y así se materializó: disparar una «mascletà» en Madrid era algo tan inusual y tan aparentemente motivador, que las comisiones de falla organizaron excursiones a Madrid de uno o de dos días. Había ganas de sacar el polar y presumir de logotipo. Y hacerse de notar.  

Estos viajes podrían generar la conclusión extremadamente fácil de que el coste del espectáculo pirotécnico, muy cuestionado por los críticos -y también por los que le apoyan- al alcalde Almeida quedaría mitigado inmediatamente por el manido «impacto económico» pero que, al tratarse de cantidades tan modestas, no admite demasiado debate. Entre transporte, alojamiento y comida, los valencianos gastaron en servicios muchísimo más que los 48.000 euros. Es probable que la tradicional ecuación de euros generados por euros invertidos se recuperara fácilmente. 

Las comisiones acudieron en tren, autobús o vehículo particular y se dejaron ver por los lugares más mediáticos de la ciudad. Los que acudieron bien temprano en ferrocarril recorrieron el centro de la ciudad -como hacen los que vienen a València- y después bajaron andando hasta el lugar del disparo. No volverían hasta haber pasado por unos restaurantes que se encontraron con una animación inusitada en un momento de temporada no especialmente alta. «Hemos reservado mesa que nos tienen preparado cocido madrileño para todos». Impacto económico a golpe de garbanzo.