Los artistas de la falla infantil municipal retiran un cuento por ser "demasiado político"

La escritora valenciana Purificació Mascarell ha denunciado la «censura» por parte de los artistas responsables de la falla infantil municipal -José Ceballos, Francisco Sanabria y Marina Puche-, que han decidido no incluir en el monumento un cuento que le habían encargado sobre el transporte público en València. 

Mascarell critica además que no fue hasta ayer viernes, una vez plantada la falla, cuando supo que su relato -La serp roja- no figura entre los que se han incluido junto a los «ninots» y que tienen el ecologismo y la lectura como temas principales. La escritora se enteró de la decisión porque otra autora, a la que los artistas le encargaron que escribiera otro cuento con el mismo título, publicó unas fotos del monumento en sus redes sociales.

La falla municipal llega para aunar ecologismo y lectura

A preguntas de este periódico, Ceballos y Sanabria aseguraron ayer que la decisión de retirar el cuento de Mascarell y de sustituirlo por el de otra autora ha sido de ellos y que ni el ayuntamiento ni la Junta Central Fallera han intervenido en esta decisión. También reconocen que no informaron a la escritora de la decisión ni a la otra autora de estaba sustituyendo el de una compañera.  

Justifican el cambio en que ‘La serp roja’ es un cuento «demasiado político» para una falla infantil y aseguran que cuando le pidieron a su autora que lo «modificaran» esta les dijo que no lo iba a hacer «y que si queríamos, que nos buscáramos a otro escritor». Mascarell sí reconoce que se negó a «suavizar» su cuento, pero niega que les sugiriese a los creadores del monumento que buscaran una alternativa.

La serpiente y los ogros

La protagonista de La serp roja es una serpiente roja y muy larga que no para de crecer y que recorre la ciudad llevando en el lomo a niños, niñas, bicicletas y patinetes. «Un día de lluvia llegaron a la ciudad unos ogros armados con hachas afiladas -cuenta Mascarell-. En seguida vieron la serpiente roja y la odiaron, porque la serpiente era la libertad y era el viento y la alegría. La hicieron a trozos, cortando su lomo a hachazos. Y la serpiente quedó muy malherida y triste».

El relato de apenas tres párrafos finaliza con una niña que le dice a los ogros que nunca podrán acabar con la serpiente porque son animales que se multiplican si los cortas. «Y los ogros dejaron de reír de golpe. Porque en ese momento, de cada trozo de la serpiente, empezaron a nacer más y más serpientes rojas, y ya toda la ciudad era la serpiente y los ogros, que no sabían ir en bicicleta, cayeron por un agujero».  

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