El peor Levante de la temporada (2-0)

Bouldini remata un balón de cabeza

Bouldini remata un balón de cabeza

Rafa Esteve

Según las estadísticas, el rendimiento y las fortalezas de un grupo de jugadores cuyo crecimiento fue constante, pocos levantinistas imaginaron un tropiezo en Andorra que desvirtuasen los muchos sueños e ilusiones que se respiran en el barrio de Orriols. Pese a la competitividad y la igualdad que reside en la categoría de plata, los resultados son imposibles de predecir independientemente de los favoritismos. Cada punto, cada balón y cada disputa vale su paso en oro. Por ello, si la relajación se impone a las ganas, estás perdido. Si no, que se lo cuestione el Levante, que en su visita al estadio del Andorra, no solo realizó su peor partido esta temporada, sino que, muy a cuenta gotas, creyó en obtener un resultado positivo que le mantuviese en la zona noble de la tabla. En una división donde las diferencias son mínimas, la falta de intensidad, más allá de las circunstancias, se paga caro. Y por muchas cualidades que poseas, si no crees en ellas, el fútbol siempre dará la espalda. Los goles de Scheidler y de Iker Benito descuelgan al Levante del ascenso directo, y según los resultados que se den en el presente fin de semana, podría terminar la jornada fuera de la promoción. Es el riesgo de una Segunda División en la que nadie regala nada y donde la exigencia siempre debe ser elevada.

Ya fuera por las ausencias por lesión o debido al estilo de juego del rival, nada le salió al Levante en sus primeras andadas en el Principado de Andorra. Su finalidad de imponer su ley en el césped no tuvo repercusión. De hecho, sufrió todo lo contrario. Vivió sometido a lo que quiso un conjunto de Eder Sarabia, que encontró en las botas de Álex Calvo un recurso sobre el que hacer daño desde la derecha y que desorientó a los granotas con su circulación del esférico. Mientras el combinado de Calleja apenas compareció en zona atacante, el Andorra fue el primero en avisar de su peligrosidad mediante un golpeo con el empeine de Petxarromán. Su disparo se fue desviado, pero no estuvo tan cerca de abrir el luminoso como una falta botada por Bóver. No por el veneno de su lanzamiento, sino por lo cerca que se quedó el esférico de sobrepasar la línea de gol ante el defectuoso blocaje de Andrés Fernández. Lobete, instantes después, cazó un inoportuno despeje de Cantero que, por poco, se marchó fuera. Pero, independientemente de los acercamientos del Andorra, a nadie se le escapó que el Levante estuvo irreconocible, desubicado y desorientado. Ni un ápice de todo el potencial que atesora. Ni Bouldini, uno de los futbolistas que marcan más la diferencia en Orriols, huyó del aturdimiento levantinista. A cinco minutos del intervalo, y en el área pequeña, mandó por encima del larguero una prolongación de Rubén Vezo a un saque de esquina. Fue, sin duda, la muestra de que el descanso tenía que servir para resetear y, sobre todo, cambiar su imagen.

Sin oposición a Bouldini

Su entrada al terreno de juego tras el paso por vestuarios tuvo un aire diferente. Al menos, a lo largo de los compases iniciales dio dicha sensación, en el momento en el que Dani Martín se interpuso en la intención de Dani Gómez de habilitar y dejar sin oposición a Bouldini. No en vano, el Andorra no dio margen al Levante para que se encontrase cómodo. Aunque dio un paso al frente en ataque, con las entradas de Roger Brugué e Iván Romero, fue insuficiente. Los locales, de hecho, acecharon otra vez la portería de Andrés Fernández. Antes de frenar un fuerte disparo de Iván Gil desde el lateral, vio cómo Scheidler, prácticamente solo, mandó fuera una oportunidad franca para poner el primero del Andorra. No obstante, el francés aprovechó el aturdimiento del Levante, al cuarto de hora de la segunda mitad, para agravar, más si cabe, la mala actuación de los levantinistas. Iván Gil, desde la frontal, se topó con una gran estirada del ‘13’ granota, pero el ‘19’ estuvo atento al rechace.

Lo peor no fue ir por detrás en el luminoso y tener que ir a remolque para sumar una victoria, sino la sensación de que el resultado, por muchos minutos que quedasen por delante, iba a ser definitivo. El Levante, que tanto pudo presumir de su trayectoria en la categoría de plata hasta la fecha, tendrá que buscar nuevos argumentos sobre los que convencer a sus fieles de que el sueño, de volver a ser equipo de Primera División, no es de imposible alcance. Sin embargo, su actuación en Andorra, de seguro, no será un ejemplo. De hecho, la media hora que permaneció por debajo en el marcador no fue una motivación sobre la que buscar, como mínimo, el empate. Nada le salió al Levante, hasta el punto de que, por momentos, se desquició con sus imprecisiones. El Andorra, sin disminuir ninguna de sus revoluciones, aún se quedó a centímetros de engordar su diferencia en el luminoso. Pastor, cazando un balón colgado al área, lo cruzó de lado a lado, pero la fortuna quiso darle una reválida a los levantinistas que no fueron capaces de aprovechar. A falta de cinco minutos para que finalizase el encuentro, Bouldini se deshizo de Álex Pastor y de Samper, llegó a línea de fondo y se la cedió a un Romero que no mandó el envío entre los tres palos. Quizás, al Levante le faltó creer más en sus opciones y en sus virtudes. Cuando se dio cuenta, fue demasiado tarde. Y, sin esperarlo, Iker Benito caracoleó en el área y puso el segundo en el Principado. La puntilla a una tarde gris en el barrio de Orriols.