Pocas victorias fueron tan especiales (1-0)

El Levante pone fin a su mala racha con una revitalizante victoria ante el Sporting de Gijón, gracias a un gol de Álex Muñoz en la segunda parte y en un Ciutat de València al que se le cayeron las lágrimas rindiendo un homenaje tan emotivo como sentimental a Ramón Ferrer, a su familia y a las víctimas del incendio de Campanar

Levante UD-Sporting

Levante UD-Sporting

Rafa Esteve

La vida, por mucho que en ocasiones cueste, consiste en avanzar. En mantenerse firmes y resistir, independientemente de sus golpes y reveses. Por mucho que, a veces, se le dé importancia a lo que es irrelevante, el fútbol permite escapar de la realidad aunque, y más tratándose del Levante, haga que se acumulen problemas y preocupaciones. No obstante, en la vida también ganan los que parece que estén condenados a perder. Los que viven en un bucle de negatividad constante y los que sufren cuando las cosas no van bien. El Levante, por mucho que le haya costado huir de su mala dinámica, vuelve a respirar y a sentirse en condiciones de volver a pelear por sus sueños. Aquellos que, a lo largo de su ausencia de resultados positivos, se tambalearon en múltiples ocasiones.

El gol de Álex Muñoz fue suficiente para tumbar al Sporting de Gijón, cortar una dinámica de seis encuentros sin conocer la victoria y escapar de los innumerables dolores de cabeza. La liberación de los jugadores, nada más el colegiado señaló el final del partido, fue el reflejo de lo revitalizantes que son estos tres puntos. No obstante, Ramón Ferrer, Marta, Víctor y Carla, nunca olvidarán cómo, desde un cielo que es más azulgrana que nunca, el Ciutat de València les transmitió que siempre les tendrá en el recuerdo, que la tierra no es la misma sin ellos y que su Levante, cueste lo que le cueste, seguirá peleando por alcanzar sus ilusiones. Esta victoria, sin duda, ya es para siempre.

Tantas han sido las veces que Orriols se ha sentido fuerte que, después de rendir un sincero y emotivo homenaje a Ramón, su familia y el resto de fallecidos en el incendio de Campanar, mostró su cara más sensible. La de un estadio fiel como de costumbre, pero dolido por la muerte de sus irreductibles. Sin embargo, y por desgracia, la vida te obliga a avanzar, aunque, como sucedió contra el Sporting de Gijón, costase más de lo normal. Los esfuerzos desde la grada para que los de Felipe Miñambres se evadieran del dolor fue grande, mientras el equipo fue poco a poco hacia un rival al que le hizo cosquillas en la primera parte. No obstante, el talón de Aquiles de los granotas es, sobre todo en metros finales, su falta de claridad, pese a que a Carlos Álvarez, en los primeros coletazos del choque, le cayese un esférico muerto dentro del área que mandó a las nubes.

Pese a ello, el Levante jugó con inteligencia, esperando en su terreno cuando le tocó, controlando el balón y trazando jugadas con paciencia y sin renunciar al contragolpe. Ahí, donde mejor se mueve, esperó un Fabrício que cada vez va a más, siendo generador de, probablemente, las más peligrosas de su equipo. Un centro tocado del brasileño, dirigido a la cabeza de Iván Romero, se estrelló en el larguero, y posteriormente, recogió un balón en la medular para arrancar hacia la portería de Yáñez y ejecutar un lanzamiento raso que, después de una defectuosa intervención, casi termina dentro de la portería. El Sporting, no obstante, bien pudo ser el primero en adelantarse en el luminoso, pero el disparo de volea de Juan Otero, a falta de diez minutos para el descanso, fue atrapado por Andrés Fernández.

Las ocasiones de Fabrício

No en vano, el Ciutat de València, según fueron pasando los minutos, fue cogiendo temperatura. Y los suyos, desde la reanudación del partido, dieron un paso al frente, aunque todos los presentes en el coliseo del barrio de Orriols se tiraron de los pelos cuando Fabrício, casi de forma consecutiva, erró dos ocasiones clarísimas. Siendo ambas al contragolpe, el ‘12’, solo ante Yáñez, y cruzando las dos al palo largo, se quedó a muy pocos centímetros de anotar. Pese a ello, un rayo de esperanza iluminó Gol Alboraya, grada a la que Ramón Ferrer, acompañado de sus seres más queridos, nunca falló a su cita con el Levante. Tenía que ser ahí donde su equipo marcase el gol de una victoria que será recordada eternamente. Pero que, sobre todo, tenía al cielo como destinatario. Pablo Martínez, desde la esquina, la puso al corazón del área, y un desvío entre la maraña de futbolistas que quisieron entrar en acción, fue rematada a la red por Álex Muñoz. Orriols, como si se quitase un peso de encima, lo celebró con rabia, pero, sobre todo, con emoción. La misma que puso el ‘3’ en su celebración, donde se cogió con fuerza el escudo y festejó su diana en el sector de Ramón. Cómo lo celebraría junto a su familia desde arriba.