ANÁLISIS

Los socios claudican en Calp: Ana Sala impone el discurso ultra de la "okupación"

PSOE y Compromís pierden la oportunidad de gestionar políticas públicas, progresistas y sensibles de vivienda

La nueva corporación de Calp. Ana Sala, en el centro

La nueva corporación de Calp. Ana Sala, en el centro / Levante-EMV

Alfons Padilla

Alfons Padilla

No extraña que la alcaldesa de Calp, la expopular Ana Sala, equipare vivienda y "okupación", que sitúe al mismo nivel un problema real, el del acceso a la vivienda y los precios por las nubes del alquiler, y una anomalía puntual, convertida en "fake" viral por la ultraderecha. Sala nunca ha tenido complejos. Sus "deslices" nostálgicos fueron de una sinceridad absoluta, abrumadora. Firmaría ya la defensa a ultranza que hace Vox de levantar vallas y muros para convertir la propiedad privada en una frontera infranqueable.

No extraña que Sala haya creado una concejalía de "Vivienda y Okupación", concejalía que gestionará ella misma. Lo que sorprende es que sus socios de gobierno, los concejales del PSOE y Compromís que le dieron la alcaldía y que la iban a redimir y conducir a posiciones más progresistas, claudiquen sin más.

Primer tic ultra de la alcaldesa y como si no fuera con ellos. Y no es la única concesión. No discuten que el número dos de Ana Sala, el ex de Ciudadanos Juan Manuel del Pino, siga dirigiendo el urbanismo local. Tras cuatro años de darle estopa, de denunciar que maquillaba el modelo desarrollista de los gobiernos del PP, ahora ni rechistan.

PSOE y Compromís deberían haber exigido gestionar la concejalía de Vivienda e impulsar políticas públicas, progresistas y sensibles. Han desaprovechado la ventaja de ser imprescindibles para que Ana Sala abrochara la alcaldía y mandara al PP de César Sánchez a la insustancial oposición.

Ana Sala es la "jefa". Marca el paso ideológico del tripartito. En la Marina Alta, hay dos signos del ascenso ultra. Vox ha entrado en el gobierno de Xàbia y Ana Sala ha creado la primera concejalía de "Okupación".

El solo hecho de meter esa palabra en un organigrama de gobierno ya es atizar el fuego de la inseguridad y el miedo. Un fuego que también es un negocio (proliferan las siniestras empresas de "desokupación").