PARECE UNA TONTERÍA
Entender un ‘crash’
Entender lo que pasa a tu alrededor es un propósito loable, al que aún es más loable renunciar cuando se te hace dificilísimo entenderlo. A mí me pasa con casi todo, para ser honesto, pero en especial cuando pretendo comprender un ‘crash’ bancario. Solo acierto a creer que es uno de los espectáculos más fascinantes y atroces de la naturaleza. En un momento dado, que a menudo pasa desapercibido para el ciudadano común, se desencadena una tormenta perfecta, por supuesto imposible de explicar, pongamos, en cuatro frases. Y entonces, lo que era un imperio, o un coloso, queda reducido a unas pocas cerillas apagadas.
No existen imágenes espantosas del ‘crash’, como en una avalancha, en un terremoto, o en una carrera agónica de un león detrás de una cebra, capaces de sobrecogernos y hacer que nos tapemos la cara con las manos para no verlas. El ‘crash’ debemos imaginarlo sobre cifras, es una idea demasiado abstracta, en forma, al final de todo, de línea que cae en picado en una pizarra.
Es tan indescifrable y abstracto para una mente media, como la mía, que casi parece inofensivo, al estilo de esos dibujos animados en los que un señor se precipita desde un undécimo piso, y una vez en la calle, todavía lo aplasta un camión antes de levantarse como si no hubiese ocurrido nada de nada. Pero el ‘crash’ nunca es inocuo, aunque no saber cómo se produjo, y no formar parte de las víctimas que sufren el efecto, hace que nos parezca absolutamente lejano, casi ficticio, como ocurre a menudo con las más complejas construcciones del capitalismo.
En un ‘crash’ bancario solo sabes que todo parecía ir bien, y cuando te levantas por la mañana e intentas ponerte al día de las últimas noticias, va mal, sin solución. Y tú ni siquiera tienes claro cómo sentirte. Por una parte, crees alegrarte, pues desde que tienes memoria los bancos han estado jodiéndote siempre, de las más diversas maneras. Pero, por otra, ya sabes que los dueños que han conspirado para joderte y beneficiarse de ello raramente van a salir perjudicados de su propio ‘crash’. Es decir, no entiendes nada.
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