EL MIRADOR

Al Aqsa y el Templo

David González Niñerola

David González Niñerola

El doble rasero con que muchos medios de comunicación en nuestro país están tratando en este momento difícil al Estado de Israel es indignante para muchos españoles que seguimos de cerca las últimas noticias a través de Internet o las redes sociales. El sesgo cognitivo o ideologizado es evidente, empezando por la redacción de los titulares y acabando por la ocultación de datos e información que es realmente difícil obviar. Parece la prolongación de un cierto antisemitismo, lo afirmo con toda mi tristeza, que, consciente o no entre nosotros, ya queda reflejado y definido en la declaración de la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto (IHRA por sus siglas en inglés) que el propio gobierno español secundó en la persona de su vicepresidenta Carmen Calvo hace años. Una adhesión que la Federación de Comunidades Judías de España (FCJE) se apresuró a felicitar, lo mismo que haría cualquier persona de buena voluntad. A Israel nunca se le concede a priori que pueda tener una razón fundamentada cuando inicia cualquier operación de seguridad por su propio derecho a la defensa, algo que a cualquier otro país del mundo no se le discutiría. Voy a insistir en este término, «cualquier»... porque no sucede lo mismo en medios de comunicación internacionales.

En un momento tan especial como es la coincidencia de la celebración más importante para las tres religiones monoteístas en Tierra Santa siempre se garantiza el libre culto religioso en los que se consideran los lugares sagrados del Islam, el cristianismo y el judaísmo. Ya no sé si alguien se atreverá a negar este punto, porque sería el colmo. La realidad más cruel cuando entró la policía israelí en la mezquita de Al Aqsa era que se habían atrincherado varios miembros de organizaciones terroristas y radicales acumulando piedras, armas y fuegos de artificio -como pudo comprobarse en los vídeos que se difundieron- para generar disturbios al día siguiente…No recuerdo ninguna oración religiosa que necesite de elementos litúrgicos tan peligrosos, disculpen la ironía. El acceso controlado al Monte del Templo también es parte de una práctica común para israelíes o cualquier persona que quiera visitarlo en Pascua, y así se garantiza todos los años. No constituye ninguna ilegalidad por parte de nadie que pueda visitarse ¿Cómo se puede concebir que Israel persiga con esto romper la paz que está más preocupado que nadie en asegurar? La pregunta es retórica, obviamente. No puedo dejar de unirme a la indignación de muchos españoles que contemplan asombrados de qué forma se distorsiona esta realidad en nuestros medios nacionales.

Puedo contarles una anécdota personal de cuando visité Jerusalén, su Ciudad Vieja, y el Muro de los Lamentos, hace muchos años. Las patrullas de soldados que vigilaban su seguridad iban siempre de tres en tres o en grupos mayores. Se me heló la sangre cuando me contestaron: es que se habían producido muchos degollamientos por la espalda. Aquí mismo, en València, tuvimos que pasar la vergüenza de que fuese invitada a dar una charla -o póngales ustedes el nombre después- la ex terrorista palestina Leila Khaled. No salí de mi asombro cuando hizo un llamamiento a continuar con la «Intifada de los cuchillos» que se había iniciado en Israel en aquel momento. Sus palabras fueron alabadas en varias páginas de Internet, algunas con nombres tan paradójicos como «Lo que somos. Partidarios de la libertad de comunicación». Les reproduzco algunas líneas: «Reivindicó clara y abiertamente la intifada de los cuchillos, criminalizada para calificarlos de terroristas, como el derecho de su pueblo a la resistencia y autodefensa contra el verdugo invasor». Ahora, juzguen ustedes.