ÁGORA

Jorge Rodríguez y la presunción de inocencia

Javier Paniagua

Javier Paniagua

Estoy con un pie en la escalerilla del avión que me llevará a Nueva York, vía Frankfurt am Mein, y de allí a South Bend, en Indiana. Allí está la Universidad de Notre Dame donde mi hijo Jordi ha estado dos cursos como docente e investigador sobre las repercusiones de las pandemias en el comercio internacional. En la Comisión de Comercio Exterior de la administración americana ha presentado la investigación y el próximo curso se reintegrará en la Facultad de Económicas como profesor titular de la Universitat de València.

No tenía intención de viajar a los EE. UU., primero porque 13 años viajando casi todas las semanas de València-Madrid-València (entonces no había AVE) me vacunó para huir de los aviones y de las esperas en los aeropuertos, de los que tantas incidencias puedo contar. Y mientras, leo las noticias de que Jorge Rodríguez, alcalde Ontinyent, tiene la clave para dar la Diputación al PSOE o al PP. Es curioso lo que es la vida y cómo el principio de incertidumbre de Heisenberg se traslada a los acontecimientos sociales. Ya Max Weber, al contrario de Durkheim, dejaba en la acción social una ventana para la acción indeterminada de la conducta de los seres humanos ante la construcción de sus tipos ideales.

Jorge Rodríguez continuó como alcalde Ontinyent después de dimitir en junio de 2018 de la presidencia de la Diputación al ser detenido mediante un gran aparato policial, superior a la desplegada para la detención del narcotraficante Sito Miñanco, con helicóptero y todo. Pasó una noche en el calabozo y después fue procesado, con otros 13 acusados más, por malversación, falsedad de documento oficial y prevaricación en la contratación ilícita de altos directivos en la empresa pública Divalterra, sucesora de Imelsa, en el llamado caso Alquería.

Desde el principio se declaró inocente, y el PSPV hizo todo lo que pudo para que dimitiera también de alcalde, ofreciéndole, según cuentan, un sueldo si se retiraba. En estos 5 años los ciudadanos de Ontinyent revalidaron por mayoría absoluta su confianza, tanto en 1919 como en 1923. Al ser expulsado del PSPV-PSOE, sin atender a la presunción de inocencia, creó una organización política, La Vall ens Uneix, que ha sabido penetrar en la comarca de la Vall d’Albaida y ha conseguido en el partido judicial un representante en la Diputación en 2019 y ahora en 2023. Mientras, ha tenido que resistir un vía crucis personal que solo quienes han vivido algo similar pueden explicar el dolor. (Me acuerdo de Demetrio Madrid, Julián García Valverde, ministro de Transporte en un gobierno de Felipe González que fue acusado de adjudicar irregularmente terrenos para la línea del AVE y su proceso duro hasta en 2006 cuando fue absuelto, o Camps en varios de sus juicios en los que fue absuelto). El padre de Jorge murió al poco de tomar posesión de la presidencia de la Diputación en 2015, y a su entierro fueron todas las elites socialistas del momento. Después su madre se suicidó, probablemente al no poder soportar las circunstancias de la muerte de su marido y la situación de su hijo.

Tuve ocasión de conocer a Rodríguez en 2012 cuando todavía era director del Centro de Alzira-València de la UNED «Francisco Tomás y Valiente» y establecimos las condiciones del Aula de la UNED en Ontinyent. Tenía criterios claros sobre la aportación del Ayuntamiento al Centro, y debatimos desde perspectivas distintas. Aún recuerdo que después de nuestro intercambio de posiciones se produjo una reunión abierta al pueblo, explicando que se había superado la crisis. Precisamente me citó al sociólogo George Lakoff y su libro No pienses en un elefante -que yo ponía como lectura en mi asignatura-, para que no recabara en la crisis que habíamos tenido en el Centro. Curiosamente quien ahora dirige el Centro, antes director adjunto en mi equipo, me incriminó no haber respondido a su impertinencia. Le dije que, a lo mejor, Jorge tenía razón y no convenía hacer referencias a los debates tenidos, porque al final todo se había superado y solucionado. Precisamente cuando se planean los distintos puntos de vista con seriedad se pueden alcanzar acuerdos

Desde entonces acá las peripecias políticas internas del PSPV-PSOE lo tiraron del partido y algunos medios y columnistas hicieron carne de cañón del caso. Pero resistió, sin pensar en el elefante, y hasta ahora nadie del partido ha hecho una reflexión sobre la presunción de inocencia, ni tan siquiera se han disculpado. Lo mismo ocurrió con Carolina Vives en Els Poblets, acusándola de haberse servido de su cargo de alcaldesa para conseguir antes la vacuna contra el covid, y también fue absuelta con todos los procedimientos a su favor. Parecería que la Justicia es la que resuelve los problemas políticos, y hay quienes en los partidos la utilizan para disparar contra el adversario, desde dentro y desde fuera. Sin que ello suponga que los tribunales no deben perseguir las delincuencias de cualquier político o ciudadano. Pero se ha desarrollado la imagen colectiva de que son solo los jueces y fiscales quienes dirimen, al final, la política del país, por intercesión de los políticos interesados en destruir a alguien.

Resulta divertido, si no fuera para no llorar: el tribunal ha resaltado que quien hizo desde la Diputación un informe negativo contra Rodríguez no tenía formación jurídica, era licenciado en Biológicas. Y ahora ¿por qué no lo restituyen en la Diputación? Sería un acto de justicia, y no poética, para compensar cinco años de padecimiento. Y si no lo hace el PSPV-PSOE que lo haga el PP, que también se personó en la causa.