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Desprecio e ignorancia al conocimiento

Jesús Cruz

Jesús Cruz

Una ancestral leyenda cuenta que la diosa del mar mediterráneo Thalassa, derramó lágrimas de alegría cuando en su parto entre la espuma de las olas, alumbro a su preciosa hija Afrodita. Una de esas lágrimas cayó entre las dunas de la franja costera levantina, emergiendo la Albufera de Valencia excelsa belleza de humedal y espejo para el reflejo de sus níveos rostros.

La joven turista japonesa llegó puntual con su pequeño coche de alquiler al parking del embarcadero de la Gola de Pujol. Con presteza y agilidad subió a la embarcación a la hora acordada dándole una breve indicación al barquero. Entraron en el cañar próximo, conectó la cámara del teléfono, extendió su palo telescópico y murmurando unas breves palabras mientras los patos aleteaban remontando el vuelo, gravaba su vídeo de poco más de un minuto. Acto seguido se fue por donde vino sorprendiendo al barquero por la rapidez y la estupenda propina. Posiblemente la diosa Thalassa abría derramado de nuevo alguna que otra lágrima, esta vez no de alegría como hizo miles de años atrás, ahora serían consecuencia del desprecio a su singular creación.

Este es sólo un ejemplo que demuestra cuán cautivos estamos de las tecnologías, de la gran influencia en nuestras vidas en la transformación digital de la sociedad. En el trabajo con software y desarrollo profesionales, en nuestro quehacer diario con un sinfín de productos en internet y en los momentos de ocio con teléfonos, televisiones y otros dispositivos inteligentes. Aplicaciones y suscripciones gratuitas o de pago, llenan cada instante de nuestra existencia al permitirnos pagar con el dispositivo móvil, buscar una escondida dirección, pasear con nuestra hija en los arrozales de Vietnam, o probarnos prendas en una tienda de la quinta avenida de NY desde el sofá de casa.

Reconozcamos que estas novedosas tecnologías tienen múltiples aspectos positivos al permitirnos el acceso rápido a la información, potenciar el conocimiento, estimular la creatividad, favorecer el emprendimiento, facilitar la comunicación, simplificar las tareas domésticas, ayudar en la eficiencia de procesos industriales y administrativos, contribuir de manera destacada en áreas educativas, sanidad y un sinfín de ventajas en diversos ámbitos de nuestra vida.

Pero también ejerce esta hiper tecnificación de nuestras vidas, un influjo hipnotizador negativo al anestesiar y reducir el interés por el otro conocimiento, perdiendo inquietud por aprender, por descubrir algo nuevo por ti mismo. Reduce nuestra atención y capacidad de concentración, nos deja menos tiempo para pensar al ser esclavos permanentes de la herramienta. Juegos y Redes Sociales atrapan a jóvenes y no tan jóvenes incluso en las aulas. En términos sociales genera individuos cada vez más desconectados emocionales donde el aislamiento y la soledad aparecen de manera preocupante.

Está claro que no se puede dudar ni luchar contra estas cifras: el 60% de la población tiene acceso a internet, 3.000 millones de personas tienen un Smartphone con su inmenso potencial y se hicieron 2,5 billones de compras on line el pasado año. Es la era de la tecnología y ha venido para quedarse. En el mundo la tecnología está cada vez más presente en el día a día y las habilidades y competencias tecnológicas son imprescindibles.

Esta paradoja del beneficio y perjuicio de la tecnología provoca un desprecio y desequilibrio entre la velocidad del crecimiento tecnológico de la humanidad y la percepción de millones de personas atropelladas por la excesiva velocidad de la realidad. La máquina y nuestro cerebro compiten en desigualdad de condiciones. Mientras en aquella su capacidad crece desaforadamente, en nuestro cerebro prevalece la quietud. Es urgente incluir una fuerte dimensión ética legislativa en la carrera vertiginosa de innovación en dispositivos y redes, porque no sabemos dónde nos puede conducir, creo que debemos aprender de los accidentes por exceso de velocidad. Reflexionemos hacia dónde vamos y no nos dejemos engañar por las ventajas que hoy nos da la tecnología y que mañana de manera irreversible podríamos pagar.

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