Atalaya

No se construye nada nuevo

Marc Cabanilles

Marc Cabanilles

Se lo suelto de repente, a lo bruto: Yo no voté el 23J. Muchos tenían sus razones para votar. Por supuesto me merecen el máximo respeto y si así lo creyeron, hicieron bien en depositar su voto. Pero yo también tenía las mías para no hacerlo. Simplemente podría decir que soy anarquista, y aquí finalizaría el artículo. Pero hay más. Mientras el principal y casi único punto de discusión en la «nueva» plataforma política Sumar, era el peso de cada partido para así poder elaborar las listas y ver quien se sitúa en los puestos de salida, consideré que no se estaba construyendo nada nuevo.

Mientras el deseo de unirse parecía provenir casi exclusivamente del miedo a quedarse fuera de las instituciones, en vez del convencimiento y la necesidad de caminar hacia una sociedad nueva, en mi opinión hacia el socialismo, consideré que no se estaba construyendo nada nuevo. Mientras la imagen de cara a la ciudadanía era la de ser unos sufridos salvadores, pero en lo interno, era claro que todos andaban mirándose de reojo para evitar que los propios aliados te clavaran un puñal por la espalda, consideré que no se estaba construyendo nada nuevo. Mientras todo el proyecto descanse en el liderazgo fuerte y absoluto de una sola persona, a la que otros líderes caídos en desgracia se aferran para no desaparecer del panorama, consideré que no se estaba construyendo nada nuevo. Mientras no se sea consciente que proyectos mega liderados por una persona mega líder se van al garete en cuando ese mega líder desaparece, por cansancio, enfermedad, etc., consideré que no se estaba construyendo nada nuevo.

¿Se acuerdan del «programa, programa, programa» del tan querido y mencionado como olvidado Julio Anguita? Pues eso. Faltó generosidad y sobró egoísmo. Faltó mirar a los ojos de la gente y menos el ombligo propio. Faltó pensar más en el bien común y menos en el provecho personal o del partido. Faltó altura de miras y sobró vieja política. Faltó caminar hacia la utopía en el horizonte y no quedar parados en el día a día. ¡¡¡Que podía venir la derecha extrema y la extrema derecha!!! Pues claro, obvio. Sería porque no hay izquierda sólo afán de poder, sería porque no hay intención de cambiar el sistema, sólo de ponerle parches, sería que nadie habla de socialismo sólo de capitalismo reformado, sería porque puestos a vivir en una sociedad donde sólo el dinero y la competencia marcan el rumbo, resulta que la derecha se desenvuelve mejor que la supuesta izquierda, sería que actitudes incomprensibles durante muchos años, han llevado a la gente a pensar que nada va a cambiar, sería que la pérdida o traición a ciertos valores dan pie a pensar que todo está permitido.

Yo hace lustros que dejé de conformarme con apoyar lo menos malo, y pasé a preocuparme sólo por apoyar lo bueno. Que con la subida de las pensiones, algunas personas ya llegan a final de mes. Es necesario. Que con los bonos eléctricos, algunas personas pueden calentarse en invierno. Es justo. Que con las becas, algunos estudiantes pueden finalizar sus estudios. Es equidad. Que con el matrimonio igualitario, algunas personas encuentran felicidad. Nadie debería impedirlo. Que las mujeres necesitan protección porque la violencia de género se ceba en ellas. Está a la vista. Pero pedir el apoyo a un proyecto con la amenaza que todo esto va a desaparecer, no deja de ser un chantaje hacia las personas más vulnerables. Pedir el voto con estas presiones hacia quienes menos tienen o están atravesando una determinada situación, es asumir que apenas tienen libertad de elección. Basar un proyecto únicamente aprovechando los múltiples miedos que todos sabemos que recorren la sociedad, es un error, pues subyace la idea que siempre ha de haber personas en situación de vulnerabilidad, para poderlas chantajear. A eso le llaman capitalismo con rostro humano.

Con chantajes y amenazas camuflados bajo un ropaje de ayuda, caridad o justicia, nunca se va a construir una sociedad nueva, diferente, basada en la equidad, el apoyo mutuo, el respeto entre todos, el cuidado a la naturaleza y la libertad de conciencia, donde las personas no tengan la necesidad elegir entre socialismo o llegar a fin de mes, entre apoyar un partido o calentarse. Si no se crea el proyecto sobre pilares sólidos, revestidos de ética, solidaridad y humanismo, la lealtad a dicho proyecto, durará lo que dure la amenaza y el chantaje. Y claro, si no se construye nada nuevo, efectivamente, tarde o temprano, volverán la derecha extrema y la extrema derecha, por más plataformas que se creen.