Opinión | Mirador

Buenas noticias

A sabiendas de la existencia del viejo dicho periodístico según el cual las buenas noticias no son noticias y de lo disuasorio que puede ser el título para algunos lectores, acostumbrados como estamos a tener en los papeles y en las pantallas malas noticias como estrellas, a pesar de esto, y para aquellos que todavía no hayan dejado de leer este artículo, conviene saber que vamos a comentar una buena noticia. Algunos pensamos que este tipo de buenas nuevas debemos compartirlas, extenderlas y hacer que se hable de ellas.

Por ese motivo, vamos a dedicar algún tiempo a hablar del éxito de la vida, qué mejor noticia puede celebrarse que la extensión generalizada y democrática del derecho a una vida larga y saludable, porque eso es lo que está ocurriendo aquí y ahora. ¡Claro que toda la vida han existido personas centenarias! Papas, chamanes, millonarios excéntricos…, aferrados a una vida que abandonaban dejando las uñas marcadas en el suelo, ahora la situación ha cambiado y ha cambiado mucho. Ya no es una cuestión de unos pocos eso de llegar a mayor o a muy mayor, el año pasado habían censados en España más de 15.000 centenarios. Pero, no nos despistemos, no queremos hablar de ancianidad, el tema que nos ocupa nos afecta a todos, al conjunto de la ciudadanía.

Estamos asistiendo a toda una revolución sociodemográfica, la pirámide poblacional del pasado siglo ha quedado totalmente deformada.

Nunca, en la historia de la civilización, las personas más mayores han gozado de tanta salud, poder adquisitivo, cualificación y nivel de influencia.

Efectivamente, la salud de los mayores ahora no tiene nada que ver con lo que ocurría hace muy pocos años, enfermedades crónicas de tipo hipertensión o diabetes, tenían una mortalidad muy elevada, afortunadamente, estas y otras, se viven con una calidad de vida equiparable a la de tramos anteriores a adquirir la enfermedad y tienen una expectativa de vida muy prolongada.

En cuanto a la capacidad adquisitiva, en países con un sistema de pensiones solidario con una modalidad contributiva del conjunto de los cotizantes, se ha alcanzado una posición aceptable para la mayoría de los pensionistas; ya no son esa parte pobre de la sociedad por estar fuera de la esfera productiva.

Es una evidencia que disponen de cualificación, formación, cultura y experiencia profesional en distintas áreas; los jubilados actuales y los que vienen del baby boom son profesores, catedráticas, directoras de bancos, profesionales cualificados… Por tanto, está concentrado en este tramo etario una cantidad de conocimientos y potencial como nunca se había producido.

Por último, es indudable la influencia social, los mayores son un grupo heterogéneo pero que tiene numerosos elementos que les unen y suponen una fuerza reivindicativa y de influencia como jamás había ocurrido, un lobby del 22% de la población es difícil de superar como ámbito de interés.

El ocaso de la vida, como tantas veces se ha identificado a la edad avanzada, ahora tiene bastante más vida que en otros momentos de la historia, además, el crepúsculo está, o puede estar plagado, de luces, de proyectos con trayecto y, sobre todo, se debe y se puede convertir en un activo para hacer una sociedad también más sostenible.

En este caso, como en tantos otros, el reciclado es positivo, significa que podemos vivir en una sociedad plural en la que, desde las esquinas en las que la vida sitúa a cada uno, se está en condiciones de aportar para el mantenimiento de la colectividad y contribuir a que el conjunto de ciudadanos se sienta confortable y con calidad de vida. Sin duda, una gran noticia, nos espera un trayecto largo y con enormes posibilidades.