Opinión

Bancos para matar

 “¡La guerra es un crimen contra la humanidad!”. Bilbao. Dieciséis de marzo. Ante una sede bancaria del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria se desarrolla una acción pacífica. “¡Bañamos de sangre al BBVA para denunciar su implicación en el genocidio del pueblo palestino y la financiación de las guerras!”, declara Anto del Moviment d´Objecció de Consciéncia (MOC-Valencia). ¿Qué sentirán las personan al descubrir que sus ahorros se destinan a la guerra? “La gente no sabe, pone su dinero en un banco” y al descubrir la realidad “te quedas superfrustrada”, comenta otra participante en la denuncia pública. “¡Ni un euro, ni una persona para la guerra!”. ¿Se compran las guerras? indudablemente sí, y el entramado sabe dónde realizar tales transacciones remedando lo bordado en un cojín del salón de Lady Di en el que se leía, según relata el biógrafo neoyorquino Donald Spoto: “Si crees que el dinero no puede comprar el amor, no sabes dónde comprar”. Procedentes de Bilbao, Las Palmas, Madrid y Valencia, con posterioridad a la junta de accionistas de la citada entidad bancaria, un grupo de personas con camisetas y pancarta amarillas tiñeron de rojo sus cristaleras. “Como mujer y como parte del Movimiento Antimilitarista de Objeción de Conciencia de Valencia, fue un privilegio el poder participar en la acción, una forma muy bonita de poder ejercer ese derecho ciudadano a la no violencia” en esta escenificación anual y a nivel nacional. “Participamos de todas las partes del Estado”.

“¡Que se sepa que cinco mil millones fueron a parar no solo para gastos militares, sino exactamente a empresas armamentísticas con las que se asesinan a niños, a mujeres y a todo el pueblo palestino!” añade la citada joven: “Nosotros no somos, por supuesto, de querer la lucha armada, estamos por solucionar de forma no violenta los conflictos, nuestra actividad es para que se vea que no estamos de acuerdo con permitir que con nuestro dinero (en la declaración de Hacienda) lo inviertan en armas, o que nuestros bancos lo inviertan en armas con las que se mata a gente”. ¿Por qué no se habla de la permitida posibilidad de Objeción Fiscal (“al Gasto Militar”)? De vez en cuando, ante la euforia criminal, cabría recordar y poner en práctica lo escrito por el poeta y enfermero voluntario estadounidense Walt Whitman: “El sostén de la creación es el amor”.

“Nos comprometemos a continuar abogando por la no violencia, la desobediencia civil, contra el gasto militar, la industria armamentística y las instalaciones militares de nuestra ciudades, el BBVA se lucra con la guerra y el genocidio”. En Francia el general-presidente De Gaulle, dirigente apoyado sin reservas por la banca, discursaba: “¡La realidad es el enemigo!” y, ¿qué mayor realidad que la de que todos estos negocios “¡están manchados de sangre!”? “En los últimos años el BBVA ha dedicado más de 5.400 millones de euros a respaldar la industria armamentística, esto incluye inversiones en la fabricación de armas nucleares”, informa Alternativa Antimilitarista-Movimiento de Objeción de Conciencia (AA-MOC). Egoísmo tiránico y asquerosa codicia cotizan en los parqués financieros propiciando créditos y múltiples manejos dinerarios mediante la banca armada para usos mercenarios y rapiñeros donde marionetas políticas desean lograr el último engendro mortal, sea nuclear, bacteriológico, tecnológico, genómico o psicológico para doblegar y asolar. “Hemos rociado con pintura roja una sede del BBVA en Bilbao para denunciar entre otras cuestiones el apoyo de esta entidad financiera a la vulneración de derechos del pueblo palestino, denunciamos que entre dos mil veintiuno y dos mil veintitrés el BBVA financió con más de mil millones de euros a empresas fabricantes de armamento que Israel utiliza actualmente en su ofensiva contra Gaza”. Confiscación de tierras y desplazamiento forzoso de la población palestina son vilezas que, de cara a la galería, se disimulan como “campos solares”. “Consideramos una obscenidad que el BBVA junto con gran parte del sistema financiero español utilice proyectos aparentemente respetuosos con el medio ambiente” mientras “contribuyen a la violación de derechos humanos en Palestina”. ¿Importa que el BBVA ocupase “la posición número 11 en la financiación de empresas israelíes en asentamientos ocupados, invirtiendo un total de 5.861 millones de dólares” según informe de dos mil veinte a dos mil veintitrés? ¿Importa que el record de beneficios del BBVA conseguido en dos mil veintitrés se deba “en gran medida a la financiación de la industria de la guerra”? ¿Importan los otorgados “más de mil millones de euros a empresas fabricantes de armamento que Israel utiliza actualmente en su ofensiva contra Gaza”? Es inmemorial el hecho comprobado de que a ciertos seres humanos les invade un furor dionisíaco al manipular vidas y muertes ajenas condimentándolo con dinero. Templarios, samuráis desactivados de su función guerrera, el Vaticano, los Medici -“comerciantes florentinos del dinero”- y hasta el ex presidente de la República Francesa George Pompidou, “ambicioso provinciano”, apodado “el hechicero de la familia Rothschild”, que estuvo en las finanzas llegando a ser director en De Rothschild Frères, exclusiva saga paradigmática del sector, comenta el periodista estadounidense Herbert Lottman, hacen temibles cabriolas con el dinero y la guerra. Conglomerado que interpreta la sinfonía más patética de la humanidad que impepinablemente es coreada por momificados mendaces aposentados en un caudillaje marchito por mucha cirugía estética. ¿Mandando desde una hemorroidal realidad despótica? “Israel tiene que terminar esta operación y la tiene que terminar bien para los intereses de todo el mundo occidental”.

“¡Ni una persona, ni un euro para la guerra!”. Anto, consciente del valor del activismo pacifista afirma que: “Como cualquier movimiento social nuestra faena consiste en denunciar, motivar y actuar frente a lo que consideramos una injusticia, en este caso el militarismo y sus consecuencias”. La objeción de conciencia ante la obligatoriedad del servicio militar en España se cobró muchas víctimas hasta que en el año dos mil uno se decretó que la juventud no debía romper su vida, sus estudios, sus entornos laborales, familiares y sentimentales y hasta su salud mental por ir a filas. ¿Se cambiarán las tornas en próximas generaciones? Prestar dinero para guerrear y alquilar soldadesca son piruetas ancestrales mientras que actualmente se sigue cebando a los presupuestos armamentísticos. En época de Federico II de Hesse-Kassel, siglo dieciocho, el mercadeo bélico incluía a los “soldados mercenarios que muriesen al servicio de un patrón extranjero” constituyendo una ganancia para el gobierno titular el cual debía ser compensado crematísticamente por las bajas ¿semejando una primigenia OTAN? “Mueren pocos hombres, no olvides que tengo las arcas vacías” comentaría el citado noble a uno de sus generales según hablilla popular. ¿Qué opinan sesudos “estudiosos de la relación entre gobierno y capital privado” al analizar esa mutua y floreciente concupiscencia? Sin dinero no hay batallas ganadas. “Un historiador marxista diría que Napoleón fue derrotado en el campo de batalla financiero”. Brókeres de la guerra firman contratos de máxima confidencialidad y discreción mientras que hábiles malandrines juguetean con la supervivencia de poblaciones. El Banco Mundial sabe bien cómo gestionar convirtiendo en venables y vendibles a países especulando en la sombra con el imperativo colonizador como doctrina, no dudando en esclavizar económicamente. Inversionistas anónimos, programas y sagacidades bolsistas utilizan fondos de inversión para trasegar con la guerra como si de plantar tomateras se tratase.

Sayones de alto rango planean guerras desde sus inviolables posiciones de privilegio, despachos blindados, búnkeres antinucleares –o caseros como el de La Moncloa- y residencias acorazadas arquitectónica y tecnológicamente. Aventurarse en el pútrido negocio financiero de las guerras es hacer un ejercicio de total desgarro emocional, nada de la guerra, ¡de cualquier guerra! es honorable por mucha extravagancia y ostentación que barnice el discurso. Giovanni Papini experimentado en sufrir envidias concluía que defender la paz es participar de un “cósmico amor por todas las cosas”.

En dos mil veintitrés el BBVA alcanzó récord de beneficios en gran medida debido a su financiación de la ¡industria! de la guerra ¿Cómo y cuándo se llega a considerar la guerra una ¡industria!? ¿Greenwashing (“lavado de imagen verde”), la nueva estrategia de lavado de dinero junto a las tradicionales de subvencionar guerrillas, empresas privadas de mercenarios, autoridades corruptas, mercadeo de productos básicos, extractivismo, aseguradoras y abstracciones empresariales?

¡La banca nunca pierde! En España cuando se dijo que el tinglado temblequeaba allí estuvieron los “sillones” sacándole los cuartos al erario público parcheando con cincuenta y ocho mil millones el sector financiero. “Cada uno es hijo de sus acciones” sostiene el hidalgo don Quijote, personaje caballeresco de Miguel de Cervantes Saavedra, poniendo en boca del escudero Sancho Panza que: “Para seguir a un héroe se requiere un poco de heroísmo”, cualidad que orna al pacifismo.

BBVA junto a Ibercaja, Bankinter, Banco Santander, CaixaBank, Banco Sabadell, entre otros, se encuentran dentro del fatal engranaje financiero de la guerra siempre edulcorada y falseada mediante imperios mediáticos. ¿Qué luciferesca idea abraza el poder financiero fomentando la guerra hasta el summum del cataclismo? Anto, consciente del incuestionable valor de su entrega pacifista declara que “como cualquier movimiento social nuestra faena consiste en denunciar, motivar y actuar frente a lo que consideramos una injusticia, en este caso el militarismo y sus consecuencias”.