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La jornada continua también enfrenta a los padres y los maristas en Cullera

Un grupo de familias lamenta el silencio del centro concertado ante la nueva propuesta horaria

Instalaciones del colegio de los hermanos maristas ubicado en Cullera. | JOAN GIMENO

A la polémica surgida en el seno del colegio La Milagrodsa de Cullera por la negativa de la propiedad de este centro concertado a introducir la jornada continua para facilitar la conciliación familiar se suman ahora las protestas de otro grupo de madres y padres de los alumnos del Colegio San Vicente Ferrer de los Hermanos Maristas de la localidad de la Ribera Baixa, que también reclaman, de momento sin éxito, que se ponga a votación esta propuesta.

En el caso del centro escolar San Vicente Ferrer Maristas Cullera, una parte del colectivo de padres y madres del colegio ha solicitado también a la titularidad del centro, Maristas Mediterránea, el certificado de voluntad para poder acceder a la votación de la jornada escolar para el próximo curso 2022/2023.

«Ya se realizó un sondeo antes de la pandemia a través del AMPA para saber la opinión general de las familias; también se recogieron firmas que junto con un escrito se presentaron a la dirección del centro solicitando la voluntad de poder acceder a la votación propuesta por Conselleria», afirman los representantes de los progenitores.

Lamentablemente llegó la pandemia y durante dos años el proceso para evaluar la posibilidad de introducir ese cambio se paralizó. Y ahora, que comienza a vesrse la luz tras la sexta ola de contagios, el mismo grupo de familias luchan por su derecho a decidir lo que consideran mejor para sus hijos.

Los padres aseguran que desde la dirección del centro se ha solicitado el certificado de voluntad a Maristas Mediterránea, «pero el tiempo corre en contra, ya que la Conselleria de Educación sólo ha dado de plazo hasta el día 15 de marzo para entregar la documentación y todavía no han obtenido respuesta de la titularidad», lamentan las familias proclives a esta propuesta.

Entre los propios padres se detecta «un clima de impotencia generalizado, ya que las familias no pueden entender que su opinión sea la última a tener en cuenta, y que el inicio de todo el proceso dependa únicamente de la titularidad, cuando un centro concertado recibe subvenciones públicas, no es un centro completamente privado», subrayan.

Además las familias se sienten excluidas en algunas actividades extraescolares propuestas en el municipio, «ya que al sólo ser dos centros escolares los que quedan con jornada partida, se programan muchas actividades en horario al que no pueden acceder».

Tanto los padres del San Vicente Ferrer como los de la Milagrosa muestran su nerviosismo ante la finalización de la fecha dictaminada desde la conselleria, siendo conscientes de que en caso de no llegar a la fecha prevista se perdería otro año, otro curso escolar.

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