Valencia ha tenido grandes actores de renombre nacional e internacional, pero muchos quedan en el olvido, inexorable con el paso del tiempo o por haber trasladado su residencia a otros países. Una de estas figuras es la de Jorge Mistral. Fue una de las personas más reconocidas del cine español y latinoamericano desde los años 40 del pasado siglo hasta los 70. Su ciudad natal, Aldaia y el municipio en el pasó su infancia, Montserrat, le quieren le reivindicar ahora como uno de sus vecinos más ilustres, y le han dedicado una exposición que ha causado furor en ambos municipios.
El Ayuntamiento de Aldaia le ha rendido un homenaje en el centenario de su nacimiento con una exposición dedicada tanto a su vida personal como a su trayectoria profesional. Para este cometido, contactó con diferentes estudiosos y coleccionistas de la obra de Mistral, como Juan Manuel Cobo y Alfred Ramos. Juntos y con la ayuda de varios documentalistas y expertos, consiguieron recrear la vida del actor mediante la exhibición de certificados personales, cartelería original, fotografías de los vecinos que llegaron a conocerle en persona, incluso butacas de cine que se utilizaban para visionar sus películas.
Montserrat alberga ahora esa exposición. Puede visitarse hasta el 12 de junio en la Casa de Cultura. «Jorge Mistral es una figura que debe ser recordada y a la que no se ha prestado la atención que merece», afirma Ramos. Uno de los objetivos que perseguía la muestra es reivindicar la figura de un actor mítico, intentando huir del centralismo que ha dominado el cine español. Según Ramos, «se podría hacer un museo en su honor, porque material hay de sobra, algo que también serviría para enmarcar a los pueblos donde residió en el mapa de la cultura cinematográfica».
Familia de adopción
A Modesto Llosa Rosell seguramente nadie podría identificarlo, pero su nombre artístico, Jorge Mistral, resulta inolvidable. Hijo de una madre soltera barcelonesa, nació en Aldaia y pocos días después se trasladó a Montserrat, donde fue adoptado por una familia. Le cuidó como un hijo más mientras su madre intentaba ganarse la vida, un reto difícil en sus condiciones durante los años veinte. Durante su etapa escolar permaneció en Montserrat, hasta que fue matriculado en el colegio de los Jesuitas de Valencia para que acabara allí sus estudios. En este momento, Mistral ya se interesaba por la interpretación de manera amateur.
Un punto de inflexión en su vida, fue cuando su madre lo reclamó desde Barcelona cuando apenas tenía 15 años. Ese cambio de residencia le abrió una puerta para conocer y explorar otro tipo de ambientes y lograr más oportunidades de descubrir el mundo del teatro.
Los años pasaron hasta que la Guerra Civil irrumpió en su vida y decidió a defender sus ideales en defensa de la libertad democrática. Luchó en el bando republicano, pero fue apresado y enviado a un campo de concentración. Gracias a algunos jesuitas con los que había trabado amistad durante su etapa escolar, pudo ser liberado de aquella pesadilla.
Los años cuarenta representaron el despegue de su carrera después de que un director de cine lo descubriera mientras escenificaba una obra de teatro tras haber abandonado los breves estudios de derecho que cursó en Barcelona. Debido a su imagen de galán, desarrolló un perfil muy representativo de la época que le catapultó en diversas películas de gran éxito hasta convertirse en uno de los actores mejor pagados de la compañía cinematográfica Cifesa.
Tiempo después se trasladó a México, donde colaboró en más de 25 películas. Su gran fama y las malas costumbres le llevaron a una crisis en 1960, por la cual comenzó a aceptar papeles en los llamados «culebrones», haciendo muchas apariciones pero de escasa calidad. Pese a no dejar el contacto con España, nunca volvió a vivir allí, aunque visitó diferentes ciudades, como Aldaia, que le brindó un recibimiento con honores en las fiestas del pueblo.
Los orígenes ribereños de un gran actor. Imágenes para la historia. 1 Jorge Mistral ejeciendo de padrino en una boda. F
2 Modesto Llosa en su primera comunión. F
