La revolución obrera que llega a Primera desde Alzira

Uno de los mayores méritos del ascenso a la máxima categoría del Family proviene de la naturaleza de su plantilla, compuesta por jugadores que rinden sobre la pista y en sus trabajos principales

El ayuntamiento ha organizado un acto de recepción oficial al Family.

El ayuntamiento ha organizado un acto de recepción oficial al Family. / David Chordà

Rubén Sebastián

Rubén Sebastián

La hazaña que completó el Family Cash Alzira FS el pasado fin de semana permanece inmaculada en la memoria de sus aficionados y de una ciudad que deberá acostumbrarse a recibir cada dos semanas a equipos de la talla del Barça, el Inter, ElPozo Murcia, Palma, Jaén, etc. Los mejores del país. Y de Europa. Una parte muy importante del mérito del ascenso a la máxima categoría radica en la propia idiosincrasia de un club humilde y trabajador, todavía lejos de la completa profesionalización aunque se acerca cada vez más a ella. Su plantilla la integran jugadores que son, además, fisioterapeutas, cajeros de supermercado, estudiantes… La revolución obrera llega a Primera

El Family ha tenido que derrotar en su camino hacia el ascenso a clubes cuyos futbolistas son profesionales y cuya única preopcupación profesional es la de centrarse en la competición. Mientras algunos de los aspirantes a subir a Primera tenían tiempo para descansar y pensar en cómo batir a sus rivales, muchos de los jugadores del equipo alzireño debían compaginar obligaciones laborales y deportivas.

Un ejemplo es Rubén Sánchez. Rubén es padre de dos hijos, con una tercera criatura en camino, y regenta un bar en Ibi. Levanta su persiana a horas a las que la mayoría de los futbolistas duerme plácidamente. Y tras atender a su fiel clientela, recorre un centenar de kilómetros para ponerse a las órdenes de Braulio Correal. Entonces Rubén pasa a ser Rubi. Un cierre sólido en defensa, pero con proyección ofensiva. Su potente disparo desespera a los porteros rivales y levanta al respetable de su asiento. 

Jaime Peiró y Joan Miguel comparten trayectoria laboral. Ambos han trabajado en el supermercado patrocinador del equipo. Cuando completaban su jornada laboral cambiaban el color verde fluorescente por el azul y preparaban cada partido con el resto del grupo. El ala turolense ha firmado su mejor campaña en Alzira. Las lesiones le han respetado y han dejado ver sobre el parqué a un futbolista de gran calidad, con olfato goleador y una enorme capacidad de sacrificio en tareas defensivas. Un jugador completo como pocos. El cierre de Cullera, por su parte, ha demostrado porqué se fijó en él el Levante y llegó a ser internacional en las categorías inferiores de España. Tras no renovar con el cuadro ‘granota’, respondió a la llamada de Braulio. Ha pasado de ser un jugador en formación a una pieza importantísima en la rotación del entrenador alzireño. Su ‘play-off’ ha sido impecable, desquiciando a algunas de las estrellas de Segunda y dando la asistencia a Javi Sena en el gol del ascenso. La de vueltas que da la vida.

Veteranía

El veterano Gabri, que a sus 39 años recién cumplidos se retira, es otro de esos jugadores que exprimen el reloj al máximo. Quien le conoce sabe que, además de atender a su familia, cuida de sus pacientes en su clínica de fisioterapia en Cocentaina. Y, en paralelo, ha sido una pieza fundamental en un equipo al que ha aportado garra, veteranía y seguridad defensiva. Se ha ganado un hueco importantísimo en el corazón del aficionado como ejemplo de entrega y disciplina, además de por su capacidad de arengar al banquillo y a la grada.

A ellos pueden añadirse nombres como Porky o Serra, la mejor pareja de porteros de la categoría, que entre parada y parada cumplen con sus labores diarias lejos del fútbol sala. Al igual que Javi Sena, héroe inesperado de la promoción de ascenso por sus goles, faceta en la que no ha destacado especialmente a lo largo de la temporada. O Nacho Parreño, que entre apuntes y exámenes ha tenido tiempo para mostrar una gran evolución táctica y técnica sobre el parqué. 

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