Abandono de tierras sin freno: La Ribera pierde en un año 250 hectáreas de cultivo

La falta de rentabilidad en un contexto de incremento generalizado de costes obliga a los productores a dejar perder numerosas parcelas

«Un agricultor es un empresario, cuando no para de perder dinero cierra su empresa», argumenta AVA

La comarca sigue una tendencia inversa a la del conjunto estatal, donde cada vez se recuperan más tierras

Rubén Sebastián

Rubén Sebastián

Si Antonio José Cavanilles recorriera hoy la Ribera, la descripción que realizaría sobre el territorio es la de una comarca que, año a año, pierde una parte de su misma esencia. A pesar de que la agricultura representa, todavía, un importante motor económico para la sociedad ribereña, lo es cada vez menos. El abandono de tierras parece no tener fin y, solo en 2023, se estima que se perdieron alrededor de 250 hectáreas de regadío.

El dato podría ser insignificante si se tratara de un hecho puntual. El problema radica en la cronificación del fenómeno. Resulta complicado echar la vista atrás y determinar en qué momento se convirtió en una tendencia que se repite, puesto que el sector agrícola encadena ya muchos años de retroceso. Poco queda ya del esplendor naranjero que tanta riqueza generaba hace un siglo.

El campo ha entrado en un círculo vicioso del que resulta difícil salir. «Nuestra situación depende de la Política Agraria Común, si no se cambia el enfoque actual, el abandono de tierras va a continuar», expone sobre la problemática el secretario general de AVA-ASAJA Juan Salvador Torres, que añade: «Además, en ocasiones somos víctimas de que se intente contentar a países terceros con los que hay otro tipo de acuerdos a costa de nuestra agricultura. Hay momentos en los que uno llega a pensar que se quiere que tengamos menor presencia en la sociedad».

Sin relevo generacional

De igual modo, Salvador equipara la situación de los productores del sector primario con los de cualquier otro sector económico: «El agricultor es un empresario más. Si acumula pérdidas y más pérdidas, cierra la empresa. En su caso, si no puede garantizar la rentabilidad, deja perder su campo. A eso se añade la falta de relevo generacional, porque los agricultores más mayores aguantan hasta donde pueden».

A pesar de que son múltiples los factores que explican esta tendencia, el secretario general de AVA apunta, por un lado, al incremento exponencial de los costes de producción. «Llevamos muchos años de tendencia alcista de precios y no sabemos cuándo va a parar. En el pasado reciente hemos vivido momentos de subidas de precios por crisis diversas, pero lo de estos últimos años está a otro nivel», comenta al respecto.

Despoblación rural

Si a ello se suman las plagas o las inclemencias meteorológicas, por ejemplo, el resultado es el consabido abandono de tierras. «Mientras otras autonomías, y en el promedio de España, se recuperan tierras, nosotros lideramos la pérdida. Los datos ministeriales nos dicen que en 2023 se abandonaron alrededor de 1.600 hectáreas de cítricos y 51 de caqui. No resulta descabellado estimar que la Ribera perdió alrededor de 250 hectáreas de regadío. Si se suma al histórico, son centenares y centenares en los últimos años. Es un dato muy significativo en una comarca con una tradición agrícola tan importante», expone Salvador.

De igual modo, el secretario general de AVA señala que el abandono de tierras también tiene consecuencias: «Es un problema que genera, por ejemplo, despoblamiento en zonas rurales. Si la agricultura y la ganadería flaquean, la economía deja de moverse y el resto desaparece. Además, tener menos capacidad de producción nos hace depender de importaciones que, en muchos casos, provienen de países que no siguen nuestras mismas normas y que tienen un elevado coste de contaminación. Por no mencionar que un campo abandono supone perder protección contra incendios y favorecer la desertización del territorio», sentencia Salvador.

Jornada sobre el uso de bioestimulantes organzizada por AVA.

Jornada sobre el uso de bioestimulantes organzizada por AVA. / Levante-EMV

Los bioestimulantes ganan terreno para reducir la contaminación

La Finca Sinyent reunió a agricultores y empresas para abordar el reto que supone el uso de bioestimulantes, que poco a poco le ganarán el terreno a los fertilizantes tradicionales para reducir la contaminación acorde a las normativas europeas. «Estos productos llevan un gran trabajo de investigación detrás y todavía son más caros que los convencionales, pero cada vez vemos un desarrollo teconológico y unas soluciones más interesantes», expone el ingeniero agrónomo y miembro de AVA Carlos Montesinos. Al respecto, apunta que la legislación «ha ido más rápido que la innovación en el sector», lo que propicia márgenes económicos variables entre los productores que utilizan estos productos. Sin embrago, destaca que, además de cubrir las necesidades de los cultivos, permiten el desarrollo de fruta más resistente, ya que tolera mejor las situaciones de estrés por efectos climatológicos.