«La inauguración del puerto de Gandia, el 25 de enero de 1893, metamorfoseó por completo nuestra playa quebrando la monotonía del paraje y convirtió aquel páramo en un animado centro de tráfico». Desta forma iniciaba su artículo Rafael Arias en una columna publicada en el semanario Bayren. Con dicha inauguración se facilitó el acercamiento al mar de una gran cantidad de personas ávidas del denominado «baño de olas», algo a lo que también contribuyó la puesta en marcha del Ferrocarril Alcoy-Gandia.

Las barracas, que en sus inicios fueron de cañas y paja, fueron sustituidas por un bien montado balneario por una empresa catalana, al estilo del «Las Arenas de Valencia», con cuartos independientes, además del baño general y su gran terraza con excelente servicio de café restaurant. Dicha compañía combinó con la del ferrocarril un servicio de billetes de ida y vuelta con derecho a baño y ropa por un módico precio. De esta manera la playa se vio muy concurrida de paisanos y foráneos.

A fin de evitar el tramo del antiguo camino de la mar desde el Grao hasta los arenales (actual avenida de la Paz), se construyó un pontón de madera sobre ambos márgenes del río de San Nicolás, facilitando a los visitantes el camino hasta la orilla del mar, evitando de esta manera el continuo trasiego de barcas de un lado a otro de la dársena portuaria.

Desgraciadamente el funcionamiento del balneario fue tan efímero como dicho verano. Otros años, empresarios locales lo intentaron, fracasando en sus respectivos proyectos. A raíz de esta situación, el negocio de casetas individuales fue tomando auge, ya que en su inicio se contaba con tan sólo 20 unidades y en 1929 ya estaban disponibles 120 barraquetas individuales que eran alquiladas cada temporada por las familias gandienses.

La gran labor realizada por el Alcalde José Gómez Gomis y su insistencia en conformar la unión del Grao con los arenales por medio de esta importante vía urbana, la Avenida de la Paz, inaugurada en 1914, derivó con la construcción de elegantes chalets que terminaron por darle un carácter aristocrático a la zona. La denominación de la avenida se debió a la firma del armisticio tras el fin de la Primera Guerra Mundial por parte del presidente americano, Thomas Woodrow Wilson, personaje al que Gandia también le dedicó el primer tramo de calle que discurría entre la plaza de las Clarisas hasta la vía férrea Carcagente-Gandia-Denia, bajo la denominación de calle Wilson. Hoy esa vía ha cambiado de nombre y figura como avenida del Grau.

Por tanto, coincidiendo con el centenario del fin de la Primera Guerra Mundial, Gandia se puede enorgullecer de tener una avenida centenaria dedicada a la paz entre todos los pueblos del mundo.

En la imagen superior, vista general de la dársena con el servicio de trasbordo de pasajeros entre las dos orillas. Debajo, a la izquierda, vista de la avenida de la Paz cuando se abrió. A la derecha, los primigenios chalets de la avenida de la Paz, que se ven detrás de un bello velero fondeado en el centro de la dársena portuaria.