Oliva elogia a la educación con manos de acero

El Ayuntamiento de Oliva inaugura una singular escultura hecha con los trazos de más de mil cien vecinos de todas las edades, procedencia y religiones. La rectora Mestre y la vicealcaldesa Morell destacan el simbolismo de la obra de Chule

La rectora Mestre, entre la alcaldesa Balaguer y la vicealcaldesa Morell, ayer ante la escultura «l’Espiral de la Vida».

La rectora Mestre, entre la alcaldesa Balaguer y la vicealcaldesa Morell, ayer ante la escultura «l’Espiral de la Vida». / Juan Martos

Sergi Sapena

La olivense Amparo Pons Gisbert tiene 102 años y ayer trataba de observar su mano forjada en hierro. A su lado, decenas de niños, escolares de esta misma ciudad cuyas manos también han sido modeladas, junto a otras mil cien, para crear una escultura singular, de enorme carga simbólica, que pretende ser un canto a la educación y a la convivencia.

L’Espiral de la Vida, como se titula la creación, está formada por palmas forjadas unidas entre sí cuyas formas se han dibujado a partir de las verdaderas manos de ciudadanos de Oliva, de todas las edades, procedencias y religiones. Todas son de Oliva, todas llevan su nombre grabado por si alguien quiere identificarlas y todas forman una gran espiral en acero corten sostenida sobre el agua por diez figuras humanas, de acero inoxidable, que representan los diez colegios de Oliva. 

Realizada por el vallero Jesús Marín-Lorente «Chule», la escultura es, por encima de todo, una alegoría y una reivindicación de la enseñanza y de la vida. Chule, minutos antes de la inauguración, confiesa a este periódico que este ha sido el trabajo que más le ha motivado y emocionado, «no por su tamaño, sino por lo que supone de relación directa con las personas».

En l’Espiral de la Vida las manos copiadas de esos más de mil olivenses, dos de las cuales ya han fallecido, van en progresión creciente. Primero se han dispuesto las de los más pequeños, comenzando por un bebé de pocos meses, y así hasta llegar hasta las que se forjaron a partir de los trazos de varias personas centenarias, entre ellas Amparo Pons, una de las que más atención recibió ayer, durante la inauguración de esta obra-símbolo, levantada en la plaza de la Rectora Mavi Mestre.

Fue precisamente ella, actual máxima responsable de la Universitat de València e Hija Predilecta de Oliva, quien tuvo el honor de apadrinar el acto. «Todos debemos sumar para hacer una sociedad mejor», dijo la rectora, «pero la educación es el más importante de los retos de una sociedad». La primera mujer que ha llegado a dirigir la Universitat de València en sus cinco siglos de historia llegó a emocionarse al ver allí a personas de la generación de sus padres, ya fallecidos, y recordar la difícil época que tuvieron que pasar durante la guerra y la posguerra. «Sin vosotros no estaríamos aquí».

La vicealcaldesa y concejala de Educación, Ana Morell, agradeció a la rectora su participación en este acto de homenaje a «la educación, a la vida y a la convivencia entre generaciones», y también elogió al autor de una escultura de enorme carga simbólica llamada a ser referente en Oliva. «Es arte convertido en patrimonio», remachó Morell.

Además de la alcaldesa Yolanda Balaguer y de numerosos concejales del Gobierno local, en este acto, durante el que se mostró un video sobre la creación, traslado e instalación de l’Espiral de la Vida, también estuvieron representantes de los colegios, de los centros de personas mayores y de residencias de la tercera edad. Igualmente acudieron miembros del Centro Unesco València-Mediterráneo, que se han interesado por un proyecto que tiene como objetivo ensanzar el valor de la educación como uno de los pilares fundamentales de las sociedades libres.