La historia de la viruela y cómo se ha convertido en la primera enfermedad erradicada por el hombre va unida a la historia de las vacunas. De hecho, fue la vacuna contra esta enfermedad la primera de la historia contemplada como tal por la medicina moderna y su aplicación en el siglo XVIII por parte de Edward Jenner supuso el primer paso para salvar a millones de personas y poner fin a esta enfermedad. El último brote endémico de viruela humana se registró en Somalia en 1977 y desde entonces esta enfermedad vírica se ha considerado erradicada.

Aunque comparten el nombre, la viruela humana y la del mono no son iguales. Se trata de virus de la misma familia pero diferentes. La viruela humana es una de las enfermedades más letales que ha existido y estudios en momias egipcias sugieren que el virus causante de la enfermedad convive con la humanidad desde hace al menos 3.000 años.

La del mono es una enfermedad que comparte algunas características con la humana pero que resulta mucho menos trasmisible. La viruela del mono es una enfermedad de carácter zoonótico. Se trata de un virus que originalmente afecta a los animales y que, de forma puntual, puede pasar a los humanos. Lleva años presente en algunos países de África Central donde la enfermedad es considerada endémica. Puntualmente se producen contagios de turistas que se detectan a su regreso a los países de origen. Se trata de los llamados casos importados, como el que la conselleria de Sanitat está estudiando en Castelló.

La vacuna contra la viruela

Los primeros pasos de esta historia de éxito contra la viruela humana se remontan al siglo XVIII.  Fue entonces cuando Lady Montagu, una escritora británica, observó durante su estancia en Turquía que las mujeres que que ordeñaban vacas no contraían la viruela. Las observaciones de Montagu fueron la base para que años más tarde Edwar Jenner creara la primera vacuna contra la enfermedad. Los animales estaban infectados con la enfermedad, pero de una variedad más leve que, al contagiarse a las granjeras, las hacía inmunes incluso a las manifestaciones más virulentas de la viruela humana.

Montagu fue una pionera al ser la primera que decidió poner en práctica sus hipótesis. Impregnó agujas con el pus de la viruela que tenían las vacas e lo inoculó a su hijo. La técnica llegó a gozar de cierta popularidad hasta el punto de que algunos monarcas europeos acudieron a la escritora para inmunizar a sus herederos. Sin embargo, la opinión de muchos médicos ingleses acabó por dilapidar el buen nombre de Montagu y su método.

Sin embargo, en 1796 esta vez un médico, también inglés, Edward Jenner, se basó en las observaciones de Montagu y confirmó su teoría. Jenner decidió inocular al hijo de su jardinero. El pequeño tuvo fiebre durante un par de días, pero no desarrolló ninguna infección grave ni mostró ningún síntoma de viruela.

Grabado de la expedición Balmis para inmunizar las colonias

La gran expedición contra la viruela de España

La demostración de Jenner dio el pistoletazo de salida para el desarrollo de las rudimentarias vacunas contra la viruela. En España, por ejemplo, se puso en marcha la expedición Balmis. Durante el reinado de Carlos IV, la corona decidió poner en práctica un ambicioso plan para extender la inmunización contra la enfermedad por las colonias españolas. Para ello, el valenciano Javier de Balmis ideó un ingenioso método para tener siempre suero disponible. Viajó con 22 niños huérfanos que actuaban como recipientes vivos de la vacuna gracias a su propia inmunización. Se cree que esta expedición permitió llevar la vacuna contra la viruela a Canarias y desde allí a las colonias americanas. En total, se estima que más de 500.000 personas pudieron inmunizarse a partir de los 22 niños huérfanos que fueron infectándose poco a poco para mantener viva la vacuna. Cada vez que llegaban a puerto, ese suero vacunal era utilizado para inocularse a los nativos.

La corona decidió poner en práctica un ambicioso plan para extender la inmunización contra la enfermedad por las colonias españolas. Balmis ideó utilizar a niños huérfanos como portadores vivos de la vacuna durante la travesía

El éxito de estas campañas de vacunación fueron la base de la erradicación de uno de los virus más letales que ha conocido la humanidad. En España, y en otros países occidentales, la vacuna figuraba en el calendario obligatorio vacunal hasta la década de los 80. Por eso, y teniendo en cuenta las similitudes entre ambos virus, aquellos vacunados contra la viruela humana presentan cierta inmunización frente a la viruela del mono, alrededor de un 85 %.