Filósofos con discapacidad intelectual

Puede que les hayan preguntado por las barreras que encuentran en su día a día. Las visibles y las invisibles. O por educación inclusiva, adaptaciones necesarias, ocio limitado, trabas burocráticas, promesas pendientes... Sin embargo, a nadie se le había ocurrido que las personas con discapacidad intelectual podían filosofar. Y pueden, claro que pueden. El problema era que nadie se lo había planteado. 

Así nació la «Escuela de Pensamiento Libre», un proyecto social donde las personas con discapacidad intelectual (con Trastorno del Espectro Autista (TEA), parálisis cerebral, problemas de salud mental...) hablan de filosofía y debaten de temas en los que, hasta ahora, nadie les pedía opinión. Y así, en un círculo de diálogo abordan temas como la igualdad, la muerte o el bien y el mal sin tener en cuenta la discapacidad de cada cual. La «marca» se queda aparte. No hay estigma porque no hay discapacidad de la que hablar. Allí se hablan de otras cosas. 

La «Escuela de Pensamiento Libre» llega ahora al cine de la mano de un documental que se presenta, además, alfestival Internacional DocsValencia. Se llama «La naturaleza de lo extraordinario», está dirigido por Ligia Pájaro y Vicente Navarro, y producido por Nakamura Films. Se puede asistir al visionado de la película en el marco del festival en dos fechas: el viernes 12 de mayo a las 18 horas en los Cines Lys y el sábado 13 de mayo a las 16 horas en Centro de Cultura Contemporánea Octubre. 

La «Escuela de Pensamiento Libre» es un proyecto de empoderamiento social y educativo. Nació en Valencia en el año 2015 con dos figuras visibles: Chema Sánchez Alcón, profesor de Filosofía y Juan Carlos Morcillo, psicólogo. En la actualidad, la filósofa Fátima Álvarez es la actual coordinadora pedagógica del proyecto. Sin embargo, los «verdaderos protagonistas» de este proyecto --ganador de premios nacionales y que se ha implantado en otras seis comunidades autónomas como ejemplo a seguir-- son las personas con discapacidad intelectual que forman parte de él, que son la esencia. La parte y el todo. Pilar, Máxim, Manu, Jorge, Susana, Lorena... son las «maestras y maestros socráticos» de este proyecto singular. Ese será el título que obtendrán al final del curso en este plan de educación no formal que persigue que sean ellos y ellas quienes impartan la formación. 

Real y sin marketing

Así, personas con discapacidad intelectual dirigen las clases que abordan temas filosóficos tejiendo una red de inclusión real y no ficticia donde una psiquiatra puede acudir a una clase o sesión que esté impartida por una persona con enfermedad mental. «Esto se ha dado y es la grandeza del proyecto. Cada año participan un grupo de personas y en torno al 70% tiene discapacidad (esa es la reserva de plazas para el colectivo, una cifra muy superior al tradicional 5% que incluso muchas veces no se cumple)", explica Chema Sánchez.

Y añade: "El claustro del proyecto no sólo es paritario a nivel de género sino de discapacidad siendo de los 10 profesores el 50% con discapacidad. Solo desde esta diversidad se puede entender el empoderamiento de las personas para evitar el marketing de lo ‘inclusivo’ y ser de verdad inclusivos». Así, no importan tanto los contenidos sino el cómo, la forma y el método en cómo se abordan los mismos. 

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