Así fueron los 48 segundos "de horror" de los pasajeros del Titan

El ingeniero español José Luis Martín explica cómo se produjo el fatal desenlace: "Tuvo que ser como una película de terror"

La implosión del sumergible pudo producirse el mismo día de inmersión

Agencia ATLAS / Foto: EP

Entre 48 segundos y un minuto y 11 segundos fue lo que tardó el Titan en implosionar desde que se perdió el contacto con el sumergible. Entre 48 y 71 segundos de caída libre en los que los cinco ocupantes eran conscientes de lo que estaba ocurriendo.

Todo ocurrió el pasado 18 de junio por la mañana, cuando el Titan, de la empresa OceanGate, emprendió su descenso hacia los restos del Titanic. Cinco personas ocupaban la pequeña cápsula sumergible, las cinco que perdieron la vida esa misma mañana debido a una implosión del aparato por causa de un fallo.

La pregunta es: ¿Qué ocurrió para terminar en el fatal desenlace? El ingeniero español y marino mercante José Luis Martín ha explicado, en una entrevista a Nius, lo que pudo haber pasado durante el descenso.

Un instante del proceso de recuperación de los restos del Titan.

Un instante del proceso de recuperación de los restos del Titan. / DAVID HISCOCK / REUTERS

El ingeniero cuenta que, según sus cálculos, fueron entre 48 y 71 segundos de caída libre en el fondo del mar. "El sumergible descendió en posición vertical, como su fuera una piedra y sin ningún control durante unos 900 metros", explica. Además añade que los cinco pasajeros "se agloparon unos encima de otros". "Tuvo que ser como una película de terror", explica.

El Titan implosionó a entre 2.500 y 2.700 metros de profundidad debido a la presión del agua. Martín ha calculado que el Titan perdió la estabilidad debido a un fallo eléctrico, que se produjo a unos 1.700 metros de profundidad. Fue en este momento cuando el sumergible perdió comunicación con el Polar Price. Descendió de manera vertical hasta los 2.500 metors aproximadamente, hasta que implosionó. "El Titan cambia de posición y cae como una flecha verticalmente, porque los 400 kilos de los pasajeros que estaban en el ojo de buey descompensan el submarino. Todos se precipitan y se agolpan unos encima de otros. Imagina el horror, el miedo y la agonía. Tuvo que ser como una película de terror".

Una muerte inmediata

Tal como narra Martín, los cinco ocupantes del submarino eran cosncientes de lo que estaba ocurriendo. Todos se acumularon en un único punto del sumergible, en el ojo de buey, lo que lo desestabilizó aún más. "Al caer hacia las profundidades del océano, el casco resistente se vio sometido a un súbito aumento de la presión, explica, lo que supuso "una pérdida del volumen (del casco) del 70% al 80%". "Es difícil hacerse a la idea de lo que vivieron en esos momentos. Tras esos 48 segundos, o un minuto, se produce la implosión y la muerte súbita instantánea", matiza.

"Fue una contracción instantánea. La implosión fue como si se pinchara un globo. La muerte súbita fue inmediata", concluye Martín.