La ex del asesino del cofrade asegura que a ella también la intentó estrangular

La policía localizó al «señor Salamanca» y descartó su participación en el crimen: No estuvo en Gandia esos días ni hay ADN suyo en la casa

Carlos María Almiñana, el cofrade de Gandia asesinado en su domicilio en febrero de 2021.

Carlos María Almiñana, el cofrade de Gandia asesinado en su domicilio en febrero de 2021. / Levante-EMV

Las pruebas testificales en el juicio contra Carlos Raúl Y. M. por el asesinato del cofrade de Gandia terminaron de sellar ayer los resquicios que podían haber quedado abiertos con su declaración exculpatoria del pasado lunes, desmontando la hipótesis de ese supuesto tercer hombre, al que el acusado denominó «señor Salamanca», y al que atribuía la muerte de Carlos María Almiñana, de 67 años, cuyo cadáver fue encontrado desnudo atado de pies y manos a la cama, en su domicilio de Gandia en febrero de 2021.   

Especialmente significativo fue el testimonio de la expareja del acusado y madre de su primer hijo. La mujer relató un episodio de violencia machista en el que el procesado la intentó estrangular estando embarazada –mismo método empleado en el asesinado del cofrade–, aunque trató de restar importancia a lo ocurrido, diciendo que «no era agresivo», al tiempo que recordaba otros incidentes violentos. De igual modo, admitió tener miedo de su expareja, y que por ello cuando quedaban para que viera a su hijo lo hacían en un parque.

Fue precisamente en uno de estos encuentros, poco antes de que lo detuvieran, cuando Carlos Raúl, visiblemente nervioso, le comentó que quería irse a su país, Panamá. Aunque la testigo no recordaba el día exacto, sí que se había producido ya el hallazgo del cadáver y la noticia había salido en los medios de comunicación. De hecho, el sospechoso se había cortado su característico moño rubio para tratar así supuestamente de dificultar su identificación.

Estando ya éste en prisión, la testigo afirma que le habría llamado e instado en las visitas para llevarle a su hijo, por mandato judicial, a que se retractara en sus manifestaciones, haciéndole creer que estaba a punto de obtener la libertad bajo fianza. Al ser preguntada por unas declaraciones en fase de instrucción en las que dijo que su por entonces pareja le había hecho el comentario del tipo: «a ver si encontramos un viejo con plata y lo matamos», la testigo quiso matizar que era para quedarse con la «herencia», y que no le hizo mayor caso porque pensaba que estaba bromeando.

El acusado alega que la víctima le dejó sus tarjetas pero iba al cajero con el rostro tapado con un turbante

Los investigadores del grupo de Homicidios de la Policía Nacional de València también detallaron los pasos que siguieron hasta la detención en marzo de 2021 del acusado. Carlos Raúl Y. M., de 31 años, había sido captado por las cámaras de seguridad de un establecimiento comercial junto a la víctima la misma mañana de los hechos. Así como realizando extracciones bancarias con las tarjetas del fallecido esa tarde, presuntamente nada más estrangular y robar al sexagenario, con el rostro totalmente tapado con capucha y turbante.

El propio acusado admite que sí realizó dichos movimientos y compras, por un valor superior a los 5.000 euros, suplantando la identidad del fallecido, aunque en su declaración alegó que era tal la confianza que tenía depositada en él la víctima, que «se las había dejado» para saldar una supuesta deuda contraída. El momento en el que se las dio no lo supo aclarar, ya que según su versión, se marchó de la casa con el vehículo del cofrade porque se encontraba incomodo cuando éste empezó a intimar con una supuesta tercera persona.

Gracias al tráfico de llamadas del fallecido, la policía identificó a este supuesto «señor Salamanca», un joven paraguayo residente en dicha localidad, quien admitió ser un prostituto que había tenido dos encuentros sexuales con la víctima, uno de ellos una semana antes en Elx y el otro hacía un año en un hotel de Gandia. En ningún momento estuvo en la casa donde se produjo el crimen, de ahí que no hubiera vestigio alguno de ADN suyo en el inmueble. Además el posicionamiento de sus teléfonos lo sitúa en Salamanca el día del crimen. Por lo que los investigadores descartaron absolutamente su participación ya que, como indicó el instructor, «todo lo excluía de la escena del delito».

Por el contrario, del acusado, para el que el fiscal solicita 22 años de prisión por asesinato y robo con violencia, sí se encontraron vestigios de ADN en puntos clave como las bridas y el cable con el que fue atada la víctima a la cama y la prenda de ropa utilizada como mordaza.

Además, durante el registro la policía halló bridas idénticas dentro del canapé de la habitación en la que dormía su hija. Por si esto fuera poco, los agentes pudieron recuperar el teléfono Iphone 11 que el acusado se llevó de casa del fallecido y que ya había vendido, estableciendo su trazabilidad hasta el último comprador, aunque no pudieron extraer ni un solo dato al haber sido restaurado a valores de fábrica hasta tres veces. Y la anécdota en este mar de pruebas contra el procesado es que el mismo día de su detención éste portaba una camiseta comprada con la tarjeta bancaria del difunto.