Rescate en Picassent: "No piensas en tu seguridad. Solo piensas en salvar a la persona"

El guardia civil que evitó el suicidio de una chica en Picassent explica la tensión vivida y cómo la prioridad fue proteger a la joven

Otros guardias y policías habían tendido un salvamento a ras de suelo con sábanas y colchones cedidos por vecinos

Agente Jesús Alcañiz, del puesto principal de la Guardia Civil de Picassent

Francisco Calabuig

Teresa Domínguez

Teresa Domínguez

Eran las doce del mediodía del martes, 31 de octubre, y por la emisora de la Guardia Civil recibieron la alerta de que una joven en situación emocional totalmente inestable y armada con un cuchillo de cocina de casi 30 centímetros de hoja estaba a punto de saltar al vacío desde el balcón de su casa, un primer piso con una caída de 10 metros hasta la calle. La patrulla perteneciente al servicio de Prevención de la Delincuencia del puesto principal de la Guardia Civil de Picassent la componían tres guardias, entre ellos, el agente Jesús Alcañiz.

"El edificio está muy cerca del cuartel de Picassent. Cuando llegamos, la calle estaba llena de gente mirando y grabando con el móvil a pesar de que se trataba de un intento de suicidio. En ese momento ya estaban arriba el teniente, una agente especializada en violencia de género y otro del área de investigación, intentando hablar con la chica y convencerla de que entrase dentro del balcón, ya que estaba encaramada por la parte de fuera de la barandilla, cogida apenas con una mano porque en la otra llevaba un cuchillo grande de cocina con el que amenazaba con cortarse. La situación era muy complicada, porque la chica estaba en bucle y no accedía a hablar, ni respondía a los intentos de calmarla", explica Alcañiz.

Sus dos compañeros, junto con más guardias que ya habían venido antes que ellos desde el cuartel y agentes de la Policía Local de Picassent, se quedaron en la calle, justo debajo del balcón para tratar de paliar los efectos de una posible caída de la chica, que tiene 20 años y en ese momento estaba sola en la casa. Mientras unos se quedaban en esa posición, otros fueron casa por casa pidiendo sábanas y colchones para improvisar una especie de lona de seguridad con la que poder recoger a la joven si finalmente se producía la caída.

El agente Jesús Alcañiz (dcha), acompañado de la guardia y el teniente que también participaron en el rescate.

El agente Jesús Alcañiz (dcha), acompañado de otros dos guardias que también participaron en el rescate. / Francisco Calabuig

El tercer agente, Jesús Alcañiz, subió al balcón contiguo al de la chica, donde ya estaban el mando y los otros dos guardias con la intención de saltar y salvarla. "Estaba fuera de sí, en bucle, no era capaz de entrar en razón. Cuando llegué yo, por alguna razón me prestó más atención a mí, pero aun así, no quería ni entrar ni soltar el cuchillo. De hecho, comenzó a cortarse y a gritarnos que nos fuésemos o saltaría. Fueron momentos de mucha tensión. Mientras conseguí que empezara a fijar su atención en mí y que me mirara, empecé a evaluar cómo saltar de balcón a balcón para rescatarla. Tanteé la resistencia de un aplique de pared, para ver si el cable podía aguantar mi peso en caso de que me cayera en el intento, y luego reparé en que en su balcón había un aparato de aire acondicionado al que aferrarme. Para entonces, el teniente y uno de los guardias estaban ya en la puerta de su vivienda, golpeándola para poder entrar, pero no lo consiguieron porque era blindada. Pero los golpes hicieron que la chica se distrajese un momento, al mirar hacia el interior mientras les gritaba que no entrasen, así que aproveché para saltar de balcón a balcón".

"En cuanto la cogí, se me acurrucó"

Antes de que la chica se diese cuenta, con un único gesto rápido, la agarró por el brazo izquierdo con una mano mientras con la otra la desarmaba, tiraba el cuchillo lejos y le sujetaba el otro brazo, el derecho. La cogió en volandas y la introdujo dentro del balcón. "En cuanto la tuve cogida, se me acurrucó y yo empecé a intentar tranquilizarla diciéndole: 'Relájate, ya está. Quédate tranquila'".

"Cuando ya por fin se calmó, después de hablarle mucho rato, se abrazó a mí. Estaba muy asustada".

Guardia civil Jesús Alcañiz

— Agente de Prevención de la Delincuencia en el puesto principal de Picassent

Pero, en ese momento, llegaron los padres de la joven y abrieron la puerta de la vivienda, permitiendo la entrada de los servicios sanitarios. Su reacción fue tensar el cuerpo y volver a sacar las piernas por la barandilla para saltar, pero Alcañiz frenó esa acción y, cogiéndola en brazos, la introdujo en la estancia, eso sí, sin permitir aún la entrada de su familia y de los sanitarios, para intentar estabilizarla al máximo. "Cuando ya por fin se calmó, después de hablarle mucho rato, se abrazó a mí. Estaba muy asustada".

Más tarde, cuando ya había recibido el abrazo de sus padres y la atención de los sanitarios, y cuando los guardias civiles iban a abandonar la vivienda, "se me volvió a abrazar y me dio las gracias". La recompensa inmediata a un buen servicio: muy arriesgado pero con final feliz. Quizás haya más reconocimientos, pero ya profesionales, en el futuro.

Suicidio y ayuda 24 horas

La Línea 024 de atención a la conducta suicida puede ayudar a las personas con pensamientos, ideaciones o riesgo de conducta suicida. Es un teléfono al que pueden recurrir también familiares y allegados.  Si estás viviendo una crisis o tienes pensamientos suicidas puedes llamar al 112 donde un equipo de profesionales puede ayudarte de forma inmediata durante las 24 horas de todos los días del año. Si estás frente a un caso de emergencia inminente o eres testigo del mismo, llama a emergencias 112.  Además, puedes acudir a un centro de salud u hospitalario en busca de ayuda. El 717 003 717 es el número del Teléfono de la Esperanza.