La víctima de la violación grupal de la Malva-rosa revive ante la jueza la agresión múltiple

La joven de 18 años que fue violada en grupo ha repetido punto por punto su declaración este viernes ante la jueza de Instrucción número 11 de València

El guardia civil de la puerta del cuartel de la Malva-rosa vuelve a acogerse a que la chica no le pidió ayuda la primera vez

La víctima de la violación grupal fue atacada y acorralada por sus agresores en la parte trasera de la autocaravana.

La víctima de la violación grupal fue atacada y acorralada por sus agresores en la parte trasera de la autocaravana. / Francisco Calabuig

Teresa Domínguez

Teresa Domínguez

La joven de 18 años que fue violada en grupo en la madrugada del pasado 28 de octubre en un descampado ubicado en la parte trasera del cuartel de la Guardia Civil de la Malva-rosa por al menos tres jóvenes, uno de ellos menor de edad y aún huido de la Policía Nacional, ha prestado declaración en la mañana de este viernes ante la jueza de Instrucción número 11 de València, ante quien ha vuelto a ratificar todos y cada uno de los detalles que ya desgranó ante los agentes de la Unidad de atención a la Familia y la Mujer (UFAM), que llevaron la investigación, adelantada en exclusiva por Levante-EMV.

La chica ha reiterado su declaración, que contiene la misma versión desde el inicio, y se ha ratificado en que sabía que eran tres hombres distintos por las diferencias anatómicas, aunque no les pudo ver las caras porque la tuvieron inmovilizada y aplastada contra la parte trasera de la autocaravana desde el principio.

A preguntas de la jueza, del fiscal, de su abogado y del defensor de los tres investigados, la chica tuvo que revivir de nuevo los pormenores que ya había contado a la Policía. Entre ellos, que accedió a acompañar a uno de los jóvenes a la calle y que, una vez allí, fue agredida sexualmente por este y otros dos en la parte trasera del vehículo vacacional, primero, y dentro de un Mercedes blanco, después.

La manipulación del "ayudante"

También volvió a relatar del mismo modo que, cuando pudo zafarse de los agresores, su único propósito era encontrar su bolso y su móvil para llamar a su amiga, y que cuando estaba desesperada buscándolo, la abordó un desconocido -el dueño del Mercedes, aunque ella lo desconocía- que la llevó adonde estaba el bolso y que incluso le prestó su teléfono para que se llamara a sí misma. La chica, creyendo que era una ayuda desinteresada, habló con ese desconocido, al que incluso guardó en la agenda de su móvil como "ayudante" por ese 'auxilio' que le prestó, ajena a que lo que el joven estaba haciendo era manipular su versión y convencerla de detalles falsos aprovechando la amnesia que sufría.

Gracias a ello, la Policía Nacional logró empezar a identificar a los presuntos implicados, uno de los cuales está en prisión. De los otros dos, uno está en libertad bajo fianza y el tercero, que es el propietario del Mercedes, sin fianza. La imputación por agresión sexual se mantiene contra los tres. El cuarto implicado, un menor que tiene 17 años, continúa sin ser detenido, ya que desapareció de su domicilio, según su familia, nada más saberse buscado.

El guardia civil de la puerta

Además de la joven, la jueza le ha tomado declaración también a un guardia civil que ya testificó en el atestado policial y que llegó a escudarse en que no le había prestado atención antes porque cuando pasó a su lado la primera vez, no le había pedido ayuda.

Se refería a los instantes después de la agresión sexual en manada, cuando la chica iba andando desesperada desde el punto donde se produjo la violación múltiple, un descampado en la fachada trasera del cuartel de Guardia Civil, hacia la entrada de la discoteca donde acababa de quedar con su amiga tras contarle por teléfono lo que acababan de hacerle.

En ese momento, la joven solo tenía una idea, encontrarse lo antes posible con la única cara conocida, la de su amiga, por lo que es más que probable que cuando se cruzó con el guardia civil en ese tramo peatonal de la calle Vicent Guillot 'Tío Bola', en el lateral del cuartel, de camino hacia el local de ocio, ni siquiera se dio cuenta de que portaba uniforme o de que era un agente de la Guardia Civil.

Fue unos instantes más tarde, cuando ya vio a su amiga en la puerta de la discoteca y ambas recurrieron al vigilante de seguridad de la puerta del local, cuando ambas, junto con el vigilante, cruzaron la calle y pidieron auxilio a ese mismo guardia civil, que en ese momento estaba cubriendo la seguridad del cuartel, razón por la cual estaba haciendo el recorrido perimetral del mismo cuando se había cruzado con la víctima unos momentos antes.

Una cámara de seguridad del cuartel grabó los hechos

Durante su comparecencia ante la jueza de este viernes, el agente no se salió de su primera declaración y volvió a hacer hincapié en que la primera vez "no me dijo nada", aunque ha reconocido que la chica pidió ayuda de inmediato y que estaba agitada cuando la acompañaron a la parte trasera del edificio para que señalara dónde se habían producido las violaciones.

Tal como ha venido publicando Levante-EMV, una de las cámaras de seguridad del edificio policial grabó toda la secuencia, desde la llegada de los presuntos violadores, cerca de la una y media de la madrugada, hasta su precipitada huida, que se produjo exactamente en el momento en que la chica los señaló con el dedo cuando llegó a la esquina trasera acompañada de su amiga, el vigilante y el guardia civil. La grabación muestra cómo la joven levanta el brazo para señalar a los agresores. En ese instante, se observa cómo el coche emprende una veloz huida y se pierde por el fondo de la calle. Pese a la presencia del agente, este no tomó nota de la matrícula.

Gas de la risa

La víctima explicó a los agentes, ya en su denuncia inicial, que había accedido a salir con uno de ellos, pero que una vez en el aparcamiento llegaron los otros. Luego, empezó a sentirse mal y acabó sufriendo una agresión sexual grupal, no deseada ni consentida, bajo la coacción de verse rodeada y acorralada por el grupo de jóvenes. Según dijeron inicialmente algunos testigos, que afirmaron desconocer que la chica necesitase ayuda así que no acudieron a prestársela, vieron al grupo con globos en las manos, lo que les hizo pensar que estaban consumiendo el llamado 'gas de la risa', una droga de moda desde hace unos años en toda Europa.

Se trata de una sustancia con propiedades sedativas y analgésicas de larga tradición en el uso médico, principalmente en el ámbito odontológico, que, entre otros, produce pérdida de conciencia y problemas en el equilibrio cuando se inhala, ya que pasa directamente a los pulmones y de ahí al torrente sanguíneo.