"Nosotros no estábamos en el cementerio, pero no voy a esperarme a que nos maten"

Un reguero de sangre de la acusada y las conversaciones telefónicas con un familiar en prisión desmontan la versión exculpatoria de los presuntos autores del doble crimen de Torrent

Comienza el juicio contra los tres 'Bocanegra' por el tiroteo mortal en el cementerio de Torrent

Ignacio Cabanes

El asidero al que podían agarrarse los tres miembros del clan de los ‘Bocanegra’ acusados del doble crimen en el cementerio de Torrent el día de Todos los Santos de 2021 para lograr una más que considerable rebaja en sus hipotéticas penas se esfumó ayer cuando se negaron a aceptar el acuerdo de conformidad que tenían sobre la mesa las partes. Tanto para el presunto autor material de los disparos que acabaron con la vida de Antonio García y de José Luis Puig, al que se le ofreció rebajar los dos asesinatos consumados y otro en grado de tentativa a homicidio, como a sus progenitores, también acusados como autores. «¿Están ustedes seguros que no quieren reconocer los hechos?», preguntó incluso el presidente del tribunal antes del comienzo de la vista oral.  

Cerrados en banda insistieron en su inocencia y dio comienzo ayer el juicio ante un jurado popular. El Ministerio Fiscal solicita para el principal encausado, Ramón G. F, alias ‘el Bobo’, penas que ascienden a los 51 años y medio de prisión por dos delitos de asesinato consumado, otro en grado de tentativa, y por la tenencia ilícita de armas. Mientras que para sus progenitores pide 45 años y medio de cárcel para cada uno, como coautores del doble crimen ya que participaron activamente en los asesinatos, aunque los disparos finalmente los efectuara su hijo.

Amparo F. G., de 61 años, portaba el arma de fuego, del calibre 9 milímetros, escondida entre sus ropas. Además, cuando su marido, Ramón G. M., alias el ‘Mone’, de 64, hizo ademán de disparar y se le cayó al suelo, fue la acusada quien presuntamente –según los testigos presenciales del tiroteo– la recogió y se la entregó a su hijo para que disparase a los familiares del clan de los ‘Marco’.

Los procesados se negaron a aceptar una conformidad que les rebajaba las penas en más de 20 años

Como habían hecho hasta el momento, los tres procesados negaron ayer durante el juicio haber estado en el cementerio de Torrent el día de autos. Los padres del presunto autor material sostienen que estaban esa mañana en el cementerio de València y que cuando sobre las 11.30 regresaron a su domicilio, en el barrio del Xenillet de Torrent, la gente les contó lo que había ocurrido y que venían unos quince coches desde Cartagena para ajusticiarlos, al haberse difundido que los autores de los disparos habían sido los ‘Bocanegra’. «Marchasus, que van a venir a mataros», recordó la acusada.

El ‘Mone’ alega que huyeron a Aranjuez y posteriormente a Puerto Llano (Ciudad Real), donde fueron detenidos cuatro meses después, porque tenían miedo a las represalias. «Nosotros no habíamos hecho nada, pero no voy a esperarme a que nos maten», argumentó el padre del presunto autor material de los disparos.

Por su parte, el ‘Bobo’ niega hasta que estuviera en la provincia de València ese día. De hecho, asegura que se encontraba en Aranjuez desde el 23 de octubre, según él, visitando a su sobrino, que «lo estaban operando de un tumor en el hospital de Toledo». El acusado admite que llevaba siete años recluido en su domicilio sin salir por una causa que tenía pendiente. Curiosamente abandonó ese encierro voluntario días antes de producirse el doble crimen.

La defensa alega una identificación viciada

Pese a negar su presencia en el cementerio, hay pruebas que los sitúan allí. Por un lado, los testigos presenciales del tiroteo, familiares de Antón, que declararán hoy. La defensa de los acusados esgrime que esta identificación estaría viciada por la enemistad entre ambos clanes.

No obstante, hay un reguero de sangre, con ADN de la acusada, que la ubica en el cementerio y desmonta la tesis de las defensas. Para justificar este hallazgo biológico, la mujer alegó que el día anterior había estado en el camposanto de Torrent dejando unas flores y que pudo haberse cortado sin darse cuenta. Igual de inverosímiles fueron las explicaciones de los acusados para tratar de restar importancia a las intervenciones telefónicas de las conversaciones con otro hijo que estaba en prisión, donde se incriminan de forma indirecta en el tiroteo.

En la sesión de ayer también declararon los dos hijos de José Luis Puig, el hombre 79 años asesinado al ser alcanzado por una bala perdida cuando ajeno a estas disputas entre clanes estaba dejando flores en la tumba de su difunta mujer. Su hijo estaba en el cementerio esa mañana, aunque solo escuchó los disparos pero no pudo ver a los presuntos autores de los mismos. Hoy será clave el testimonio de los familiares de la otra víctima mortal, Antón, de 45 años, quienes sí presenciaron el ataque. Dos hijas menores de edad, de siete y nueve años, presenciaron como su padre agonizaba en el suelo, y su hermano, de 20, resultó herido de bala en el muslo derecho. Este superviviente podrá identificar sin género de dudas a los asesinos de su padre.

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