El canónigo asesinado llevaba a un apartamento suyo del Perelló a los hombres que captaba en la calle

El ‘asistente’ de Alfonso López asegura que el cura pasó tres días en agosto con el detenido ahora por su muerte y que le contó que había habido «tensiones» con él 

El cura también quiso llevar al joven con discapacidad, pero sus planes se truncaron al quedarse sin el 'chófer'

La Policía Científica inspecciona el domicilio del canónigo asesinado

JM López

Teresa Domínguez

Teresa Domínguez

Una de las personas más próximas al canónigo emérito de la catedral de València asesinado la semana pasada en un piso de la calle Avellanas, en pleno centro histórico de la ciudad, era un hombre al que conoció en 2012 y con el que había desarrollado lo que ese testigo describe como «una relación de amistad» que incluía la prestación de servicios y cometidos diversos. Algo así como un 'asistente'.

Y ese hombre, de nacionalidad rumana y de quien personas vinculadas con la catedral han afirmado ante la Policía Nacional que lo veían "con frecuencia" en la casa de Alfonso López –uno llega a decir incluso que se sintió "intimidado por su mirada fija e inquietante"–, es quien ha aportado algunos de los detalles más importantes en relación con el caso.

Así, declaró ante los investigadores del grupo de Homicidios que el sacerdote dispone de un apartamento en el Perelló que usaba para llevarse días enteros a algunos de los hombres en situación de vulnerabilidad que captaba en la calle. De hecho, el testigo explica que uno de esos hombres es el ahora detenido, al que ha reconocido sin género de dudas en la composición fotográfica que le mostró la Policía.

El 'acuerdo' con el ahora detenido

El testigo relata que el cura le llamó un día de agosto "para comentarle que había pasado unos tres días con un joven en su casa del Perelló", con quien "habría llegado a un ‘acuerdo’ que consistía en que el joven tenía que limpiar la casa del Perelló a cambio de pernoctar en la misma, pero dado que el joven no estaba cumpliendo el acuerdo, quiso echarlo de casa". Según el cura, el joven, esto es, Miguel V. N., habría adoptado "una actitud un poco agresiva" porque no quería irse.

Por ese motivo, el cura le pidió a su ‘asistente’ que se vieran en el piso de la calle Avellanas a su vuelta, esto es, ese mismo día –esa fue, de hecho la razón de la llamada, requerir sus servicios–, para que cuando regresara del Perelló con el ahora acusado de su crimen "estuviera presente en el momento en que Alfonso ‘invitara’ al joven a irse de casa, ya que temía que le hiciera algo".

Sin embargo, el ‘asistente’ del canónigo revela que eran temores infundados. Sigue su relato rememorando que cuando llegó al piso del cura esa tarde, "Alfonso estaba solo". Y él se quedó. Miguel V. N. regresó a las once de la noche, momento en que el ahora fallecido "le invitó a que se fuera de casa, accediendo el joven sin ningún problema". Y remata diciendo que "no volvió a ver a este joven nunca más".

Les pagaba entre 200 y 300 euros

El mismo testigo cuenta que el canónigo, a quien reformó el piso donde residía antes y "puso en condiciones" el de la calle Avellanas, "solía llevar a casa chicos jóvenes, sin recursos y que vivían en la calle", extremo que, dice, "pudo observar desde el primer día que lo conoció", en 2012, aunque él no reconoce haber sido nunca uno de esos chicos.

En cuanto al tipo de relación que el clérigo mantenía con esos hombres, dice que el cura le dijo que "con algunos mantenía relaciones sexuales", seguramente "a cambio de ayuda económica", bajo su criterio, "teniendo en cuenta que todos estos chicos vivían en la calle y carecían de recursos". Y remata: "Sé que dijo que a alguno de ellos le llegó a pagar entre 200 y 300 euros". Cantidad, según él, que "Alfonso justificaba como recompensa por los ‘recados’ que estos le hacían".

En realidad, el sacerdote no tomaba demasiadas precauciones para evitar que se conociera su afición a esos chicos jóvenes. De hecho, otro testigo relata a la Policía que un día el canónigo le habría pedido precio por una felación "a un chico negro" en el portal de la finca, en presencia de una vecina.

Quiso llevar al joven con discapacidad al Perelló

Otro de los candidatos para llevarse a ese piso del Perelló fue, según narra el ‘asistente’ a los investigadores, el joven con una discapacidad del 43 % al que hizo venir desde su ciudad, a casi 700 kilómetros de València, para pasar unos días en su casa, para lo cual le envió dos giros postales instantáneos de 20 y de 35 euros, los días 17 y 18 de enero, según ha constatado la Policía. Y lo sabe porque el 16, un día antes de la conversación con ese joven en la que le convenció para que viniera a València en un viaje de autobús que duró 12 horas, le pidió a su amigo rumano que se quedase a dormir con él en el piso de la calle Avellanas para ir al día siguiente a primera hora al apartamento del Perelló "para ver cómo estaba". 

Al día siguiente, 17 de enero, con el joven ya convencido, le envió el primer giro de 20 euros al regresar del Perelló. El 18, el ‘asistente’ y el cura volvieron para terminar de acondicionar el piso del Perelló y, a la vuelta, fue cuando le pidió "que me quedara un par de días más a dormir en el piso [de València] con ellos, con el fin de que lo llevara a él y a su amigo al día siguiente al Perelló, para comer paella y que el chico viera de paso el mar". Pero el testigo se negó a hacerle de chófer, así que el chico no llegó a conocer el apartamento de la playa y tampoco le pagó una paella.

Mintió a su mejor amigo para estar con el joven

Para llevar a cabo ese plan, incluso llegó a mentirle a uno de sus mejores amigos, un compañero de carrera con el que había quedado el día 18 para ayudarle a depurar papeles antiguos, y a quien cambió esa cita para el día 23 –es el amigo que propició que hallaran el cuerpo al acudir a casa de Alfonso López en la mañana de ese martes, 23 de enero–.

La excusa, falsa, fue que iba a estar ausente de su vivienda porque "iban a cortar el agua y no podría ducharse". En realidad, estaba acondicionando el apartamento para la visita, fallida, del joven con discapacidad.

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