Los narcos se dejan 180 kilos de cocaína en el Puerto de València por exceso de peso y falta de tiempo

La Guardia Civil abre una investigación para intentar dar con el paradero del resto del cargamento, que se presume mucho más elevado dado el hueco dejado en el contenedor

La droga llegó en bolsas de 60 kilos cada una, en un envío legal de legumbres procedente de México

Interceptadas 11 toneladas de cocaína en los puertos de Vigo y València que iban a venderse en Europa. Los paquetes marrones, en primer plano, son los 3.400 kilos de València.

Policía Nacional/EP

Teresa Domínguez

Teresa Domínguez

De haber un sindicato de narcos, los especialistas en recuperación de grandes alijos de cocaína en el Puerto de València tendrían razones más que sobradas para acudir a él. El exceso de peso por fardo y la falta de tiempo han hecho que un grupo de rescatadores de droga se hayan dejado la friolera de 180 kilos de cocaína, que traducido en dinero suponen, como mínimo y tirando por lo bajo, cuatro millones de euros, en el interior del contenedor de donde debían sacarla. Lo que no parece tan claro es que los dueños de esa coca den por buenas las explicaciones y lamentos de los recuperadores.

Según las fuentes a las que ha tenido acceso Levante-EMV, fue el sábado de esta pasada semana cuando el servicio de vigilancia de una de las terminales de estiba del Puerto de València detectó en una de las rondas habituales que uno de los contenedores situado en una de las filas tenía las puertas abiertas de par en par. Tras dar la alarma, acudieron agentes de la Guardia Civil del Puerto y comprobaron que en el interior había tres bolsas grandes de viaje, lo que hizo saltar las alarmas, ya que son esas precisamente las que usan las organizaciones internacionales de narcotraficantes para hacer llegar los envíos de cocaína por el sistema de gancho perdido o 'rip off' en su nomenclatura en inglés.

¿Qué es un gancho perdido?

Ese método es más barato que el ocultar la droga porque para este último se necesita contar con una empresa 'mala' tanto en origen como en destino, e invertir más en sobornos porque se necesita el concurso de más gente. Con el gancho perdido, es todo más simple: los narcos cuentan con 'asalariados' en determinados puertos de origen o en los que tocan haciendo escala, donde abren el contenedor, colocan dentro la cocaína en bolsones o mochilas, cierran las puertas y atan el precinto.

Al llegar al puerto de destino, otro grupo de rescatadores entran en el recinto portuario, rompen con una cizalla el precinto, cogen las bolsas, las trasladan lo más rápido posible al vehículo del que dispongan (desde una furgoneta a la cabina de un camión), colocan otro precinto nuevo, igual al anterior y que ha viajado dentro de uno de los bolsones con ese fin, y desaparecen.

Siempre utilizan contenedores con mercancía legal, y ni la empresa exportadora en Suramérica ni la importadora en España conocen la existencia de la droga. En todos los casos, los narcos intentan contaminar siempre contenedores de mercantiles con un gran flujo comercial, es decir, que importan mucho en un mismo viaje, lo que minimiza la probabilidad de que se inspeccione precisamente el que lleva cocaína.

Paquetes de peso asequible

Habitualmente, esas bolsas de viaje suelen contener, como mucho, 30 paquetes de un kilo. Muy ocasionalmente, 50. Se trata de que las mochilas no sean muy pesadas para que la acción de recuperarlas sea rápida y precise de pocas manos. Mucho peso implica más gente y más tiempo, y más gente y tiempo suponen mayor riesgo de ser sorprendidos. Sin embargo, dada la sobreproducción de cocaína en origen por una multitud de razones, los productores allá en Colombia, Perú y Bolivia cada vez mandan cargamentos más grandes.

Ya no es inhabitual interceptar cargas de varias toneladas. Recientemente, la Udyco de la Policía Nacional confiscó la friolera de 8.000 kilos en el Puerto de Algeciras, otra de las puertas de entrada valoradas por los narcos, aunque València ha mantenido su hegemonía en el sur de Europa hasta este 2023, en que Barcelona se ha puesto a la cabeza. De hecho, en 2022 aún fue el tercer puerto con más importaciones, por detrás de Amberes, que se lleva el oro, y Rotterdam, con la plata.

Así, el año pasado, tal como adelantó Levante-EMV, el Puerto de València fue el escenario en el que Aduanas, la Guardia Civil y la Policía Nacional marcaron un nuevo récord de incautaciones confiscando más de 13 toneladas del preciado polvo blanco, cuyo precio al por mayor (en lotes que se distribuyen nada más ser descargada) ha caído en picado con esa sobreproducción, pasando de 35.000 a apenas 20.000 euros el kilo, si bien el gramo en la calle se mantiene en un precio invariable -entre 50 y 60 euros- desde hace décadas.

De nuevo la sospecha sobre Ecuador

En esta ocasión, los investigadores achacan a ese elevado peso por fardo -60 kilos por bolsa- el que los rescatadores se dejaran los 180 paquetes de cocaína en tres bolsones dentro del contenedor, junto a los palés que traían legumbres desde México a una empresa envasadora española totalmente ajena al negocio ilegal. Dado que el buque partió de México pero tocó tierra en Ecuador, concretamente en el puerto de Guayaquil, existen sospechas de que fue en ese lugar donde se produjo la contaminación.

Desde hace casi un año, los operadores policiales y aduaneros especializados en la lucha contra el narcotráfico por vía marítima, el que más droga mueve a escala internacional, prestan especial atención a todos los contenedores que proceden de o han tocado puerto en Ecuador, precisamente porque los analistas de la Drug Enforcement Administration (DEA), la agencia estadounidense antinarcóticos, han concluido los señores de la cocaína están aprovechando la inestabilidad social y política en ese país suramericano desde mediados del año pasado para colar sus cargamentos con destino a Europa y Estados Unidos.