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Entendimiento

Museos con identidad para la discusión global

El l IVAM y el MuCEM de Marsella muestran el camino de la colaboración internacional con la retrospectiva de Dubuffet

La exposición del IVAM sobre Jean Dubuffet es un éxito. De crítica y público. El guion deseado para cualquier gestor cultural público. Sin embargo colgar en las paredes una cuidada selección de alrededor de doscientas obras, entre pinturas, dibujos, esculturas, grabados, así como numerosa documentación y objetos de uno de los mejores creadores del siglo XX es una aventura iniciática. El proyecto realizado por el MuCEM (Museo de las Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo) de Marsella, en coproducción con el museo valenciano y el MEG (Museo de Etnografía de Ginebra) es una muestra internacional que cuenta con el apoyo de la Fondation Dubuffet en París y la Collection de l'Art Brut en Lausana, así como de numerosas instituciones y colecciones particulares europeas. Acerca del papel actual de los museos y su colaboración presente y futura, dialogan los responsables de las dos pinacotecas: José Miguel G. Cortés (IVAM) y Jean-François Chougnet (MuCEM).

Sobre la adaptación de los museos a la era digital, Chougnet lo tiene claro, sostiene que son el antídoto a lo efímero. «Cuanto más desarrollo digital, mejor para la confrontación con el original», que en su opinión tendrá más importancia con el paso del tiempo. El gestor francés, que fue asesor del mítico ministro galo de Cultura Jack Lang, es partidario de digitalizar las colecciones artísticas, aunque avisa que se deben proteger, como también blindar la propiedad de las imágenes. Un tema que comparte Cortés, partidario de aprovechar los nuevos medios para la digitalización de la colección del IVAM, entre otras posibilidades para su consulta.

Aprovechar las redes sociales y la inteligencia artificial permitirá la llegada de nuevo público a los museos, en opinión de ambos. «El mundo profesional actual es exclusivamente digital», incide el responsable del MuCEM, como adaptación a la nueva era, aunque el valenciano destaca que «un aspecto muy importante de los museos es la relación directa con la obra de arte, y por extensión con su entorno artístico y social». Por eso defiende que «el museo sea un lugar de discusión», porque explica que hay pocos espacios culturalmente tan abiertos como las exposiciones. Cuando se le pregunta como se pasa de la histórica pasividad de las pinacotecas al estado activo que propone, Cortés avisa que no es cuestión de un día, pero habla de iniciar el camino con la importancia de las visitadas guiadas, pero no como han sido hasta ahora, sino incorporando maneras nuevas como el lenguaje corporal, el diseño o la música.

Abiertos

Soluciones comunes para museos con personalidad propia, porque el director del IVAM asegura que es imprescindible una identidad abierta, pero definida. Por eso lamenta que Francia nos lleve tanta ventaja cultural. «En España nos cuesta mucho más, solo hay que ver los indices de la gente que va al museo». Así constata que pese a la colaboración entre ambos centros existen diferencias -el MuCEM acoge desde exposiciones etnográficas hasta el arte del siglo XXI, mientras que el valenciano solo siglo y medio de la historia del arte-, pero también semejanzas. La primera geográfica, con un mar común. Asimismo Marsella y València son dos ciudades vivas y con un clima común. Y aunque Cortés apunta que en la ciudad francesa hay más migrantes del Magreb, recuerda que el último barco republicano zarpó desde aquí a Orán. Un firme defensor de la mediterraneidad, presente siempre en la programación del IVAM, Cortés sabe de las dificultades de una colaboración permanente entre las dos orillas del mar común. «Es difícil. No es lo mismo el sur de Europa, que el norte de África pero ahí estamos, planteando posibilidades a largo plazo», dice, mientras asiente Chougnet.

Pasamos a comparar la independencia de los gestores franceses y el director galo subraya que ellos no están condicionados por el calendario electoral, aunque admite que la victoria en algunas ciudades del Frente Nacional ha tenido algunas consecuencias políticas, pero «sigue el consenso político de la herencia nacional de Malraux», un cordón sanitario explícito. «Hay un cierto consenso político, con diferentes gobiernos y oposición. Desde la época de Malraux, el Partido Comunista que era un fuerte opositor al gaullismo, fue muy favorable a los consensos culturales». Que se extendieron durante la etapa socialista de Mitterrand. Sin embargo, cuando se le pregunta si la política cultural francesa sigue siendo una prioridad fundamental de Estado, matiza. «Estamos en una era de recomposición y la política cultural también ha luchado por reinventarse». Defensor del sistema de financiación público, «aunque nunca es suficiente», Francia, junto Suecia, sigue encabeza de las inversiones culturales en la Unión Europea, gracias a la batalla del IVA cultural.

Patrimonio común

«Siempre he tenido una cierta envidia a Francia. Por la actitud de la política en general, que ha respetado la cultura, pero sobre todo por la cantidad de público que acude tanto a los grandes como a los pequeños museos», comenta José Miguel G. Cortés. Insiste en la colaboración internacional como base de futuro, y pone como ejemplo la retrospectiva a de Dubuffet. «El IVAM tiene mucho que aprender del MuCEM, pero también del MUG de Ginebra, del Líbano, Túnez, Atenas o Estambul».

Un concepto que lleva a Jean-François Chougnet a retomar el debate de cultura mediterránea. «Portugal, que conozco bien, tiene más sentimiento mediterráneo que los italianos o los griegos». Afirma que la idea de mediterraneidad surge en los países de su oeste y cita otra vez a Portugal como ejemplo de país sin ninguna costa mediterránea pero con una identidad común con otras culturas bañadas por el mar común. «Además, los especialistas mediterráneos aún tienen grandes problemas para definir dónde comienza y dónde se detiene», remata.

Coinciden sobre el concepto de mecenazgo. Chougnet avisa, sin embargo, «que no debemos mezclar nuestras imágenes con compañías que tienen muchas cosas que ocultar». Cita firmas farmacéuticas involucradas en asuntos turbios o petroleras que dañan el medio ambiente. «Cuando la imagen de la empresa no es mala, el patrocinio es bueno». Habla del caso de mecenas que no quieren trabajar con el sector público porque quieren construir su propia entidad, como Vuitton, Arnault o Pinault. «En España no tenemos los colecciones que hay en Francia. Hay corporaciones, pero encontrar a esos grandes filántropos es extremadamente difícil, porque no hay esa visión de servicio público», según Cortés.

Sobre si la cultura mediterránea puede disputar la hegemonía anglosajona, el responsable del IVAM asume la dificultad, porque el Moma o la Tate son modelos que salen desde la modernidad generada tras la Segunda Guerra Mundial, aunque han girado su mirada a artistas que no occidentales «con gente que tiene mucha cosas que decir, no solo en París».

¿París ha dejado de ser la capitalidad artística del mundo? «Ahora es Marsella», dispara rápido Cortés con ironía, pero Chougnet que acepta con deportividad la broma mantiene una seria teoría. Explica que la mayoría de los artistas prefieren ahora tener sus talleres en Berlín o Londres, pero «París sigue siendo el mejor lugar del mundo para ver las mejores exposiciones y beber los mejores vinos de Europa». «Hoy hay una noción distinta, donde el artista influyente debe ir físicamente París o Berlín, pero no necesariamente vivir allí. Estamos en un mundo diferente, con artistas globales». Y mete en la conversación la influencia de las ferias como fenómeno artístico. «Se pueden criticar, pero hoy en día son los más grandes eventos artísticos, mucho más que las bienales, en claro descenso de influencia y público».

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