La gira que acaba hoy en el Palau la empezó Badlands hace siete meses con un doble «sould out» en la Sala Russafa. «Empezó de la mejor manera -explica May Ibáñez, cantante y compositora de la banda valenciana-, y luego hemos pasado por un montón de festivales, algunos a los que nunca pensábamos que íbamos a llegar, como el Sonoroma o el Mad Cool». Y en este tipo de eventos, pese a compartir cartel con bandas totalmente alejadas a sus presupuestos, no se sienten que su folk rock sea la salida de pata del festival. «Vayamos por donde vayamos, la gente responde bien -asegura May-. Supongo que es porque hacemos una música alegre, o porque es algo que el público no suele escuchar».

P Presentasteis la gira asegurando que éste era el año «más ambicioso» para Badlands. ¿Cuáles eran estas ambiciones?

R Salir de la Comunitat Valenciana, porque nos habíamos quedado como en una especie de burbuja, sabiendo que aquí todo saldría bien pero no sabíamos cómo respondería la gente fuera. Hemos intentando entrar en la mayoría de festivales y ganado público, y las dos cosas han salido bien.

P ¿Hay mercado para una propuesta como la vuestra?

R Creo que sí, aunque a veces tenemos temporadas de estar más pesimistas. El problema no es que no haya mercado, sino que la propuesta no llega a todos los lados. València no es más tierra de country que otras y aquí sí tenemos un público consolidado, por lo que el razonamiento que hacemos es que, si aquí sí nos escuchan, el mecanismo fuera ha de ser parecido, sólo que hay que hacer que nos conozcan más. Público hay, pero no le ha llegado nuestra propuesta.

P ¿Qué papel musical juega Badlands en un mundo (musical) que parece dominado por Rosalía?

R Al final hacemos lo que nos gusta y ya está. Badlands nació sin ninguna pretensión, sólo hacer versiones de la música que nos gustaba y eso fue creciendo pero de manera muy orgánica. Seguimos pensando así. Ahora intentamos adaptarnos un poco a lo que está por ahí pero sin perder las esencias.

P ¿Y cuánto tiempo creéis que vais a estar tan cogidos a las raíces de la música como estáis ahora?

R Creo que nunca renegaremos de las raíces, porque es lo que nos gusta. Pero lo que estamos sacando nuevo tiene unos matices más eléctricos y más oscuros, queremos evolucionar hacia algo más moderno. No obstante, como mantenemos la instrumentación del banjo y el violín, aunque quieras darle otro sentido en la musicalidad, el sonido de raíces siempre está. No creo que sea bueno quedarse anclado en algo y no remover un poco la tierra, a ver qué encontramos.

P ¿Los cambios de guitarrista y batería de los últimos tiempos han afectado al sonido de la banda?

R Muchísimo. Guillermo Giner, el nuevo guitarrista, viene de tocar cosas más rockeras y experimentales. Y Ben, el batería, que aunque es más rockero e incluso metalero, tiene el country en el ADN aunque hasta ahora no lo había tocado. Han aportado el buscar algo más moderno, más eléctrico y más potente.

P Anunciasteis un segundo disco, pero de momento sólo habéis sacado tres singles. ¿Qué ha pasado?

R Pensábamos tener el disco antes, pero no controlábamos que en verano íbamos a estar tan liados. Queríamos grabar el resto de temas antes de verano, pero empezaron a salir festivales y empezamos a retrasarlo. Así que a partir del 7 de diciembre nos vamos a encerrar a componer el resto del disco. Hemos decidido tomarnos un tiempo de descanso estricto y estar cuatro o cinco meses centrados en la composición.