Yuli es el mote de Carlos Acosta. Se lo puso su padre. Desde pequeño, Yuli huye de cualquier forma de disciplina y es, en las calles de un humilde barrio de La Habana, dónde lo aprenderá casi todo. Pero su padre sabe que tiene un talento natural para el baile y, contra su voluntad, le obliga a ir a clases de ballet. La danza, al final, le cautivará para acabar convirtiéndolo en uno de los mejores bailarines de su generación y en el primer artista negro en hacer de Romeo en el Royal Ballet de Londres.

P ¿Por qué Carlos Acosta?

R Porque es un tipo excepcional. No lo conocía, lo confieso. Él es muy conocido en el Reino Unido, donde es una estrella ya que fue muchos años la estrella del Royal Ballet de Londres, pero en España casi no ha actuado y si no eres fan del ballet no lo conoces. Cuando le ofrecieron a Paul (Laverty) la posibilidad de inspirarse en su autobiografía para escribir el guion, él dijo que solo aceptaba si lo hacíamos juntos y les pareció muy bien. Leímos la autobiografía y vimos algunos documentales sobre Carlos y nos pareció que ahí había un gran personaje. Para empezar, era un bailarín que no quería bailar y eso me fascinó. Se convirtió en un gran bailarín muy a su pesar. Cuando viajamos a La Habana descubrimos un tesoro porque es un personaje con carisma, un tipo que construye historias mediante el baile. Pero la película va más allá de su autobiografía porque el libro acaba cuando él tiene 30 años y ahora, con 45, está jubilado de la danza clásica y baila contemporáneo.

P ¿Cómo ha sido trabajar con Paul Laverty (su pareja)?

R Nos entendemos muy bien. Las ideas y propuestas surgen de él, me las cuenta y me lleva a un lugar que yo, por mí misma, no llegaría; él se pone a trabajar y cuando tiene el borrador lo compartimos y vamos trabajando. A la hora de dirigir es a la inversa. Yo hago el trabajo de casting y él me da su opinión; yo monto y lo mismo. Lo esencial es que yo confio en su historia y la respeto, y él respeta mis decisiones como directora. Confiamos el uno en el otro porque los dos buscamos contar lo mismo.

P ¿Tiene Carlos, por todos los tabúes que ha roto, una vida de película?

R Su vida transcurre en paralelo a una época y te lleva a muchos temas como el exilio de su familia a Miami que es algo que trauma muchísimo a la madre. Carlos, cuando vuelve de su primera estancia en el extranjero, se encuentra otra Cuba porque el muro ha caído y allí hay una crisis económica terrorífica en la que la gente se va en balsa. Luego está el Carlos del presente, que quiere hacer cosas allí porque es donde tiene su compañía. Quizás lo que es más de película es su relación con su padre y el tema racial porque un chico de un barrio marginal de La Habana y biznieto de esclavos, termina bailando Romeo en el Royal Ballet y ese es un viaje alucinante.

P ¿La película es un alegato antirracista?

R No, porque es más aspirante que denuncia. Es alucinante que alguien de un barrio así y en sus circunstancias acabe donde acabó. La historia rompe tabúes. Él no se toma su biografía como un ajuste de cuentas con nadie, él lo que quiere es hacer las paces con un pasado en el que ha vivido episodios muy dolorosos. La vida de Carlos inspira, demuestra que sí se puede, que si te empeñas y te sacrificas puedes llegar lejos y vale la pena.

P En todas tus películas es importante el elemento de compromiso social y en «Yuli» podríamos decir que hay un poquito de todo.

R Tiene de todo, sí, pero sobre todo es una historia muy humana, accesible y universal. Es la historia de alguien que se esfuerza, que triunfa lejos y que no deja nunca de lado a los suyos.

P El día que lo conociste, ¿qué pensaste?

R Que era un hombre muy llano, muy sencillo y muy guapo porque tiene mucha presencia. Me pareció que tenía esa cosa cubana tan simpática que te gana. Un hombre de conversación fácil.

P La relación de Carlos con su padre es clave. He leído que te costó encontrar al actor que interpretara este papel.

R Es cierto. Hay pocos actores negros en Cuba de esa edad y era un personaje muy complejo y carismático. Al final, la persona que lo interpreta es coreógrafo y fue profesor de Carlos. Tuve la oportunidad de preguntarle a Santiago Alfonso cómo era Carlos de niño y me dijo que era un fuera de serie pero también un trasto del diez al que, cada dos por tres, tenía que echar de clase. Era hiperactivo.

P ¡Qué duro debe ser hacer algo que detestas y tan exigente contra tu voluntad¡

R Y más para practicar una disciplina tan férrea y exigente como es el ballet. Pero al final, también Carlos se empujó a ello, porque sino no hubiera llegado tan alto. Los padres tenemos que controlarnos. No podemos vivir a través de los hijos lo que nosotros no hemos vivido. Hay que dejar a los hijos que hagan lo que quieran. Carlos dice que su padre quería vivir a través de él lo que él no pudo vivir.

P Acosta representa el triunfo de la perseverancia y demuestra que hay que sacrificarse mucho para poder triunfar. ¿Dónde debemos poner el límite?

R Los métodos del padre, que llegan a la violencia, son bárbaros. Eso nunca puede ser un método.

P Carlos es muy joven para una vida tan dura.

R Bueno, te confieso que a mí, el profesor de gimnasia, me tiraba de la patilla. El castigo físico en España no está tan lejano. Carlos nació cuando su padre tenía 50 años y le sometían a castigos propios de la esclavitud como arrodillarse sobre una bolitas que parecían guisantes en las rodillas.

P Del rodaje, ¿qué ha sido lo más difícil?

R La película en sí ha sido un reto, un reto muy bonito. Fue difícil porque era una película muy ambiciosa visualmente, entre otras cosas, porque tiene una parte espectacular con la música y el baile. Ha sido muy laboriosa. El previo fue largo, se tuvo que hacer la coreografía, el casting, enseñar a bailar al niño breakdance y algunos pasos básicos de ballet... La película tiene mucho trabajo previo. Rodar en Cuba, además, fue complicado porque allí la vida es complicada. Lo más complicado de la película fue hacerla porque toda ella fue muy laboriosa.

P ¿Qué has aprendido de este proyecto?

R Me he acercado al baile como no me había acercado nunca y me ha parecido de una belleza extraordinaria porque tiene un lenguaje mágico. En la peli se aborda el ballet, de la primera parte de la vida del joven Acosta, y luego está el contemporáneo que se acerca más al teatro y es más narrativo. Es alucinante el comunicar con el cuerpo. Hay una coreografía muy breve que es la soledad; la soledad que siente Acosta cuando lo envían de niño a un internado. En esa escena, un bailarín hace un solo de ese sentimiento y es increíble ver cómo se baila la soledad. Es otro lenguaje. Arte puro. Me ha parecido un verdadero privilegio el verlo hacer, rodar y montar. Fue complicado pero muy bello. La película me ha permitido acercarme a otra disciplina como es el ballet y que tiene un lenguaje diferente y que comunica tanto o más que la literatura. Me siento una privilegiada por haber vivido ese proceso.

P En 2015 rodaste en la Comunitat Valenciana «El Olivo» y ahora rodarás «La boda de Rosa».

R Bueno, es un proyecto pero no está cerrado. Tengo el guion y sí se rodará en la Comunitat Valenciana, pero no sé cuando.