El idiota, esa es la cuestión y sobre ello gira Cuerpo gozoso se eleva ligero, una de las obras más reconocidas del performer Vicente Arlandis. Una pieza que se enmarcar dentro del proyecto de investigación Idiotismos que, Arlandis, viene desarrollando desde 2016 y con el que pretende abordar lo idiota «como un vasto campo de experimentación donde aparece la posibilidad de aquello otro». Un proyecto en el que la práctica y el pensamiento se abre a un campo donde lo que sucede es válido en sí mismo, no hay ningún afán de trascendencia y donde las singularidades no están sujetas a una identidad o una psicologización. «Mi pregunta es qué es lo idiota, no solo serlo sino practicarlo. Es muy complicado hoy en día ser idiota, en una sociedad hiperconectada donde la violencia del consenso reprime los idiotismos. Hacer el idiota se convierte en una práctica que tiene mucho que ver con la libertad, con la no inscripción y con la desconexión. Una desviación del dogma y los caminos marcados. Cuando hablamos de idiotez, no queremos decir estupidez o falta de inteligencia, sino que nos referimos a la singularidad», explica Arlandis al que, trabajando sobre lo idiota, le sedujo el concepto de la ligereza. «Para mí, lo idiota tiene que ver con lo vacío como idea, con la ligereza a la hora de afrontar una situación, el no tener peso o historia o el salto al vacío. A partir de ahí creé la pieza. Cosas ligeras, cosas que no pesan, vencer la gravedad»,argumenta el performer.

Clément Rosset, en su ensayo Lo Real, Tratado de la idiotez, explica la etimología de la palabra: «tonto significa simple, específico, único (…). Toda cosa, toda persona es tonta en la medida en que es sí misma, en tanto que simplemente existe». Hacer el idiota es generar realidad de un modo propio y singular. Un ejemplo es la película The Party (El Guateque) de Peter Sellers, donde la acción se centra en un personaje que está siempre en el lugar equivocado, y que todo lo rompe, lo retrasa, lo eterniza, provocando así una situación donde el sentido se desatornilla y la realidad queda en suspenso. Decía Gilles Deleuze: «El idiota no es ningún sujeto: más bien una existencia floral: simple apertura hacia la luz».

La obra que hoy y mañana se mostrará en la sala de Joan Verdeguer en La Mutant, concebida junto a Taller Placer, se estrenó en 2018 y tiene su inicio en el mundo del personaje del idiota y en su conexión con tres cuestiones físicas muy concretas: el cuerpo, el placer y la ligereza. Un espectáculo que tiene mucho de instalación visual, y en el que Arlandis ha trabajado a partir de materiales tan ligeros como el aire, el gas y el plástico, confrontándolos en una especie de batalla lúdica con el objetivo de «suspender la gravedad que se ejerce sobre todo lo que aparece en escena», apunta. «Lo que se ve sobre el escenario son elevaciones», apunta. «El público asistirá a una pequeña guerra contra la gravedad con la que se van elevando objetos. Trabajamos con hinchables, con plásticos, jugamos con aire y vemos qué sucede, hacemos trucos de magia en donde se ve efecto del truco pero también cómo se hace con lo que se le quita peso a la magia», lanza tras recomendar el espectáculo a «toda la familia».

Sobre el escenario, cuatro intérpretes, tiendas de campaña y elementos muy ligeros.. «Visualmente la pieza es muy atractiva porque partimos de un escenario vacío que acaba totalmente lleno. El espectador disfruta de la ausencia de sentido. Es muy formal», incide.

La investigación de Arlandis no ha terminado. Ahora esta trabajando sobre el concepto del idiota desde el lenguaje. El resultado: En Helvética, no, no no.