Entrevista | Saray Cerro Cómica

"Por fin las mujeres ya tenemos el micrófono"

Saray Cerro se ha convertido ya en una de las caras más jóvenes de la comedia valenciana. Además de monologuista, colabora en radio y TV

Saray Cerro.

Saray Cerro.

Saray Cerro no para y ya es una de las nuevas caras de la comedia valenciana. Colaboradora en diferentes espacios de À Punt —como Bona Vesprada y Podríem fer-ho millor— y reportera de Netflix para redes sociales, recorre pueblos con la compañía «Riures en valencià» y este domingo estará en el Tocado de València, en el Circuito Café Teatro.

-Muchos de sus monólogos hablan de la vida cotidiana. ¿La realidad supera la ficción y es más divertida, o también hay que tirar de inventiva?

Es verdad que desde que empecé hace tres años me han inspirado anécdotas reales. Hablaba con mis amigos y amigas y siempre me decían: «¡parece un monólogo!».Me sirve mucho partir desde la verdad, aunque conforme he ido aprendiendo mecanismos de comedia, he ido ficcionando un poco o exagerando algunas cosas, para que sea más cómico. Pero para mí es importante que parta de una verdad: a veces es muy pequeña y otras es toda la historia, pero casi siempre, por no decir al 100 %, es real.

-Por su edad (nació en Alcoi en 1994), ¿hace «humor milenial» o rechaza etiquetas?

El humor va con la persona y también evoluciona. Soy milenial y soy mujer y mucho de lo que cuento tiene que ver con mi experiencia vital. Aunque en las redes suelo estar bastante desconectada —no genero reels— soy milenial. Mi humor es lo que soy.

-¿Y qué cree de eso de que las mujeres hacen humor «de mujeres»?

Como muchas otras cosas en esta vida, es una chorrada. No por ser mujeres, tenemos que hacer comedia feminista, aunque ya por fin nosotras tenemos el micrófono y el hecho de estar en un escenario y decir lo que pienso y cómo veo la vida, es feminismo. Habrá mujeres que hablen de temas que les resulten más cómodos o les gusten más y puedan ser tópicos, pero otras hacen un humor muy diferente. El humor no entiende ni debería entender de géneros, entidades sexuales, ni de nada; esto es comedia. No nos deberían meter en el saco de «las mujeres hacen comedia solo de mujeres», hacemos humor como cualquier otro. En mi caso soy mujer y lo hago con perspectiva de género, pero no por eso estoy haciendo monólogos feministas en sí. Hablo de muchísimas cosas.

-¿Y por ser mujer, ha tenido más problemas para subirse al escenario?

Vivimos en una sociedad machista que lo impregna todo y claro que como mujer me ha costado más. Después de recorrer escenarios por toda la C.Valenciana, aún hay técnicos que me explican cómo encender un micrófono sin que yo lo pregunte; o piensan que no vas a ser graciosa por ser demasiado joven y luego te dicen que les has sorprendido. Qué pena que tengan prejuicios ya de entrada.

-Lo típico de «pues al final no te ha quedado tan mal...».

Sí, y te dan consejos o te dicen «te regalo un chiste mío». Muchísimas gracias, pero no hace falta. No es todo el mundo, pero hay una cierta condescendencia. 

-Entonces, ¿ser joven, además de mujer, también dificulta el camino?

Por ser mujer joven también hay mucha condescendencia y no solo en la comedia, sino en muchísimos otros trabajos, porque, claro, «eres tan joven» y «no sabes nada de la vida»... Hay jóvenes que han experimentado mucho y gente mayor muy inmadura. También te gritan ciertas cosas en el escenario o intentan ligar contigo al acabar, cosas desagradables que a mis compañeros cómicos no les pasan de la misma manera.

-¿El stand up, en general, goza de buena salud? ¿Cómo está el panorama valenciano?

Actualmente el stand up está gozando de buena salud, está llegando al mainstream y ya empieza a consumirse comedia como quien va a un concierto, incluso sin conocer al cómico o cómica. No está al nivel de, por ejemplo, Madrid, donde hay mucha costumbre, pero en València se está creando otra vez una escena muy chula, en parte gracias a «Riures en valencià», con una cantera bastante guay. Se está abriendo y llega a mucha más gente.

-Se enfrenta al público en directo, lo tiene delante. ¿Qué siente al ver sus reacciones?

Es muy extremo y muy peligroso, porque cuando sale muy bien y ves el feedback positivo, te cargas de una energía impresionante y mola muchísimo. Pero cuando ‘pinchas’ y no ‘entra’ el chiste, hay que hacer un esfuerzo muy grande para no hundirte; es de las cosas que más me ha costado, no ‘embajonarme’ en el escenario si no funciona. Hay que encontrar el equilibrio.

-¿Eso pasará más las primeras veces que hace un monólogo y luego lo corrige para la siguiente, no?

Sí, pero puedes estar meses o años con el mismo texto y cambia mucho dónde lo hagas, el día.... Igual el mismo chiste que ayer, en otro pueblo, no ‘entra’ y no sabes por qué: no transmites igual o al público no le gusta ese humor... aunque nunca hay que echarles la culpa. Depende de muchas cosas.

-Tiene experiencia como actriz de doblaje, locutora, reportera... ¿Con cuál de sus facetas se queda?

Hacer plató en directo me está gustando muchísimo y también estoy en la radio, pero me gustaría hacer más de actriz, en general, de teatro, doblaje o TV. Desde pequeña, quería estar delante de un micrófono, como fuera, pero mis padres querían que hiciera una carrera con salidas. No entré en la Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD), empecé otra carrera y no me gustó, y la vida me llevó a Audiovisuales: si no podía estar delante de la cámara, estaría detrás, pensé. Luego apareció el stand up y, al final, he acabado encima del escenario y con un micro sin darme cuenta.