Frau D., vivir sin triunfar

La compañía valenciana Triapasón escoge el humor como herramienta para reivindicar que los perdedores también son importantes.

Frau D se ofrece en la Sala Russafa

Frau D se ofrece en la Sala Russafa / Vicente A.Jimenez

Amparo Barbeta

Amparo Barbeta

Cuando el éxito casi se ha convertido en una dictadura, la compañía valenciana Triapasón escoge el humor como herramienta para reivindicar que tampoco pasa nada por no triunfar en la vida. Es el mensaje de Frau D., una comedia musical que rompe desde la risa con la imposición de sobresalir en todos los ámbitos (social, personal y profesional), para rendir un sentido y divertido homenaje a quienes fracasan. Con mucha o poca honra.

Frau D. es una comedia musical estilo Off Broadway, poco habitual en la oferta escénica de la ciudad, aunque con cada vez más predicamento en las ciudades como Madrid o Barcelona, además de la cartelera internacional.

Sobre el escenario, tres jóvenes actores y cantantes valencianos: Fernando Soler, Paola Navalón y Marta Estel. Arropados por una versátil escenografía y un cuidado vestuario, que va evolucionando conforme avanza temporalmente la trama, utilizan la música en vivo junto a sus dotes vocales y actorales para transformarse en multitud de personajes y llevar al público en un recorrido por la historia contemporánea de Alemania, siguiendo la estela de una de sus mayores figuras culturales, Marlene Dietrich.

La comedia musical Frau D. regresa a la sala Russafa hasta el 4 de junio.

«Todo empezó porque queríamos hacer un homenaje al cine. De ahí llegó la gran diva y su etapa en el cabaré de vanguardia alemán, su éxito internacional… se nos fueron disparando las ideas porque su vida podía verse como un recorrido por la del país germano», explica Diego Alamar, autor de la idea original del espectáculo y de sus composiciones musicales.

Pero nada de dramas a la hora de acercarse al siglo XX alemán, marcado por la segunda Guerra Mundial y el nazismo. Decidieron crear a un personaje entrañable, la panadera Melanie Diedrich, fascinada por Marlene, dispuesta a todo por ser artista e inasequible al desaliento. El éxito se le resiste una y otra vez en una destartalada trayectoria en la que le acompaña otro pobre diablo, un oficial nazi que empieza llamándose Yebels, en clara alusión al ministro de propaganda del Tercer Reich, Joseph Goebbels. Pero que es capaz de ir cambiándose la chaqueta para transformarse en Yebelsky y encajar en el Berlín oriental; ser Yelbelson cuando hay que hacer amistad con los yankis y acabar transformado en Yébelez cuando Benidorm se convierte en el sueño de cualquier turista alemán.

Humor ácido

A lo largo de hora y media de un espectáculo que enlaza un texto lleno de humor ácido con divertidos números musicales, el público se ve inmerso en episodios tan aparentemente delicados como los juicios de Núremberg. «Creemos que no hay límites para la comedia. La época nazi, la caída del muro de Berlín, muchos de los hechos históricos a los que se hace mención en la obra se han tratado casi siempre desde el drama. Pero estamos convencidos de que pueden formar parte perfectamente de una trama de humor porque la risa y el llanto están mucho más cerca de lo que creemos. Y, si hay que escoger, pues preferimos reírnos», comenta Fernando Soler, autor del texto y de las letras, así como director y uno de los intérpretes de esta pieza que toma como referentes a genios del cine como Wilder o Lubitsch, y maestros del humor absurdo como los Monty Phyton.

Paola Navalón, para preparar el papel, estudió mucho la figura y la vida de Marlene Dietrich, intentando entender la fascinación que siente por ella su personaje en la obra. «Leer sobre ella, conocer su trayectoria, su biografía, todo lo que hizo y en aquella época… me hizo darme cuenta de no solo era una feminista, sino una mujer a reivindicar en muchos aspectos por su compromiso social, político y cultural», sostiene Navalón.

Además, el formato musical para adultos y estilo Off Broadway fue uno de los grandes atractivos que le llevó a involucrarse en este proyecto. «Es como el ‘cross fit’ de las artes escénicas. Por un lado, tienes que dar una parte actoral muy importante porque el texto en esta pieza es súper ágil, muy cómico. Y, por otra parte, está el engranaje perfecto de los números musicales, cantar, seguir una coreografía... Requiere una concentración enorme, aunque parezca algo muy espontáneo, porque no estamos hablando de los grandes musicales con cuerpos de baile enormes y grandes efectos escenográficos. Aquí podríamos decir que estás casi desnudo, con tu voz y tu interpretación, dando lo mejor que tienes. Y, a pesar de esa sensación de riesgo, lo disfrutamos muchísimo», apunta la actriz, convencida de que ese entusiasmo también llega al patio de butacas y a un público que, desde este jueves y durante dos semanas, dispondrá de 8 nuevas oportunidades para dejarse llevar por la aventura de esta imitadora de Marlene Dietrich, más estrellada que estrella, pero irresistible.