Casa Marcial, sin más

Tres kilómetros de una carretera estrecha y sinuosa separan Arriondas de Casa Marcial. 20 minutos de un paseo entre montañas que suenan a preámbulo de una cocina sincera y sentida. Lo que pasa aquí es especial y diferente. Unos menús alejados de las escenografías habituales, de los recursos antes originales y hoy recurrentes, de los discursos aprendidos…En Casa Marcial se cocina mucho pero se presume poco. Tienen una manera de hacer que me seduce. Perfil bajo en la puesta en escena pero todas las ambiciones puestas en las cazuelas. Sabores limpios, fondos nítidos, productos frescos mínimamente intervenidos… En cualquier detalle, de cualquier plato, se esconde mucha cocina. En el jugo con sidra que acompaña los lámpares (lapas), en la beurre blanca de los guisantes con bogavante, incluso en la vaca rubia asturiana. Cuando a uno le ofrecen un lomo bajo al finalizar un menú casi siempre resulta un bocado de relleno, aquí encontramos un plato con nombre propio, que adereza esa carne con brotes encurtidos, jugo de mantequilla y un velo de tuétano.

La Salgar, esa bucólica aldea donde encontramos Casa Marcial, está rodeada de las montañas de la Sierra de Sueve, pero a sólo 10 kilómetros de Ribadesella. Por eso el mar, y sobre todo el marisco, está siempre presente en sus menús. Integrado, pero visible. Como cuando te presenta unos formidables percebes en un agua de tomate con crema de codium o la cigala, que sirven cruda sólo atemperada previamente en agua helada para conseguir una carne más prieta.

En cualquier plato puedes descubrir una elaboración que nunca antes has probado. Su crema de levadura, por ejemplo, me pareció excepcional. Viene como de tapadillo, bajo unas láminas de champiñón, pero levanta todo el sabor de un plato que se complementa con almendra tostada y un consomé de bosque.

Entre tanta verdad, sólo puedo encontrar una objeción: el uso recurrente del alga codium. Un producto, sabroso y con mucha personalidad, que se reconoce demasiadas veces a lo largo del menú.

Casa Marcial es algo más que Nacho Manzano. Fue Marcial, su padre, que levantó la primera casa de comidas. Y su madre, claro, que imprimió el corazón a esos guisos. Pero son también su hermana Sandra y Esther. La primera gestiona la sala con discreción (esa virtud que es marca de la casa). La segunda tiene mucha responsabilidad en la sinceridad de estos sabores. Y ahora aparece también su sobrino Jesús, hijo de Esther. Hay mucha verdad en ese chaval de pelo rizado y ojos vigorosos. Se ha criado entre las playas de Tazones y las riberas del Sella y siente una pasión infinita por su territorio. Con el mismo ímpetu persigue las becadas que pesca, cuando se dejan, los salmones. Gracias a su tino, pude probar yo un salmón del Sella de increíble textura. Tengo mucha confianza en Jesús. Vi como renunciaba a mis elogios para que no se enfriara un plato de calamar con mole que traía en sus manos y vi también como esperaba ansioso los comentarios de la mesa ante una receta que acaba de parir en la cocina.

Del vino se ocupa Juan Luis García. Maneja una bodega extensa y muy interesante con acertadísimas incursiones en Francia e Italia. Pero debemos prestar especial atención a su trabajo en torno a la sidra. Juan Luis nació en Murcia, pero desde que llegó anda poniendo en valor este producto. Su maridaje en torno a la sidra resulta una experiencia imposible de encontrar en ningún otro restaurante. Vale la pena probarlo.

¿Dónde? La Salgar, s/n, Arriondas, Asturias

teléfono: 985 840 991

lo mejor. La sinceridad de la propuesta.. 

lo mejorable. El uso recurrente del alga codium.

lo imprescindible. Disfrutar del trayecto hasta Casa Marcial. Esas montañas son parte de la magia del restaurante.

 PRECIO MEDIO. 200 Euros.