Entrevista | José Luis Moro Cantante Un pingüino en mi ascensor

"Podríamos haber ido a la cárcel muchas veces"

Han tenido que pasar 40 años para que el grupo Un pingïuino en mi ascensor regrese a València para interpretar algunos de sus «hits» más famoso. El dúo actúa este sábado 12 de enero en LocoClub. 

Un pingüino en mi ascensor, en concierto.

Un pingüino en mi ascensor, en concierto. / Levante-EMV

Un pingüno en mi ascensor nace en 1985, cuando el madrileño José Luis Moro decide mostrar al mundo las canciones que compone en su dormitorio. En 1988, y tras publicar su segundo álbum, Mario Gil se suma a la banda. Sin embargo, a principios de los 90 cada uno decide dedicarse a su propio oficio y dejar la música en un segundo plano.

Regresais a València después de muchos años, ¿qué va a ver el público en el concierto? 

Hace siglos que no actuamos en València. Es una especie de deuda histórica porque desde finales de los 80 no hemos estado. Vamos a tocar todos los grandes «hits». Este año se cumplen 35 años de nuestro tercer disco, pero en estos dos años anteriores hemos estado repasando los éxitos del primero y del segundo. Los tres primeros fueron los que más éxito tuvieron. Vamos a tocar muchos de esos discos, que son las canciones que conoce todo el mundo. Siempre incluimos una serie de versiones, que empezamos a hacer en los 90, que son unas versiones de «hits» internacionales, a los que cambiamos la letra. «Love is in the air» se convierte en «Vuelo en Ryanair» o «Voyage, voyage» es «Foie gras foie gras»... Son versiones que hacemos siempre, pero que no hemos hecho nunca en València. Es probable que toquemos alguna canción de los últimos discos, que hemos hecho en este siglo.

¿Por qué han pasado tantos años para que volváis a València? 

Porque somos unos vagos. Estamos semiretirados de la música. A principios de los 90, cada uno encontró otra forma de ganarse la vida. La música la dejamos un poco en segundo plano. A partir del 2002 retomamos la actividad musical, hemos seguido actuando, pero de una forma caótica. Teníamos muchas ganas de ir a València. Nos lo decía todo el mundo, ha sido culpa nuestra.

Parece que hay cierta nostalgia por la música de los 80.

Sí, no sé por qué, pero hay mucha gente que la recuerda. La gente que vivió aquella época, dice que les recordamos a la mejor época de su vida, cuando empezaron a salir, a escuchar música de adolescente... También nos encontramos gente muy joven, que no sabemos cómo ha conocido nuestra música. 

¿Qué echas de menos de aquella década de los 80? 

Ser más joven. Fue una época muy divertida, muy loca. Había una cosa muy buena, que era una sensación de libertad, que se podía hacer y decir lo que quisieras dentro de unos límites muy pequeñitos. Ahora con las redes sociales hay mucha gente persiguiendo por cualquier tontería. Hay mucha más censura ahora que la que había hace 30 o 35 años. Echo de menos esa sensación de que no pasa nada, de que es divertido y nos podemos reír de casi todo. Ahora eso es complicado. 

¿En aquel momento era más fácil escribir canciones sin que nadie se molestase? 

Sí porque en aquella época la gente tenía claro el contexto. Tú escribías una canción en un contexto en concreto, pensando en una audiencia concreta. Ahora mucha gente saca de contexto las cosas. Por ejemplo, mucha gente que protesta o se queja de las letras de reguetón es gente para la que no está escrito el reguetón. Esto lo entendíamos muy bien en los 80. Si no te gusta o te molesta es porque no es para ti. Olvídate, no tienes por qué estar escuchándolo. Ahora hay mucha gente que quiere opinar de cosas. Hay gente que se dedica a hacer listas de letras indignantes y nosotros podríamos haber ido a la cárcel varias veces ya.

¿Crees que vuestras letras ahora se censurarían?

Seguramente. Hice una broma con una de nuestras canciones, «El balneario», hace unos dos años. En un programa musical censuraron una canción de Mecano y yo hice una pequeña broma, cogí una letra mía como si la hubieran supervisado esas personas y tacharan lo que no se puede decir. Ahora mucha gente se pondría a censurar, pero como no somos muy famosos no merece la pena demandarnos.

A principios de los 90, decidís aparcar vuestras carreras musicales y dedicaros a otros oficios. ¿Por qué apostaste por crear tu propia agencia de publicidad?

Decidí que de la música era muy complicado seguir viviendo. Me habría encantado, pero era complicado. Había estudiado Derecho, pero no me apetecía ser abogado. Me divertía mucho la publicidad. Entré de becario y me fue bien. Decidí que quería crear mi propia agencia y me ha ido muy bien. Mis canciones hablan mucho de la publicidad y de personajes de la publicidad.

"Yo siempre pensé que habríamos caducado hace mucho tiempo"

José Luis Moro

— Cantante Un pingüino en mi ascensor

¿Hay mucha relación entre la música y la publicidad?

Hay relación. Para empezar, la música es una herramienta buenísima para la publicidad porque cuando cantas las cosas, entran de una forma más memorable. La gente recuerda mucho más una cosa cantada que una cosa dicha. Si es una canción famosa, si se la pones a un producto, se suman muchas cosas. A la hora de crear, no es lo mismo porque la publicidad tiene que responder a unas reglas y tiene que servir para vender el producto y la música es más libre, nadie me dice de lo que tengo que escribir. El objetivo es que le guste a la gente. 

¿Crees que el grupo tiene fecha de caducidad?

Yo siempre pensé que habríamos caducado hace mucho tiempo. Me asombro de que podamos seguir llenando conciertos porque las letras que escribo son muy contextuales. Las letras de las canciones hablan de muchas cosas que estaban sucediendo en ese momento. Mis canciones son en pesetas. Es increíble, pero a la gente le sigue gustando. No sé cuándo caducarán, pero han durado mucho más de lo que esperaba.