Europa se evapora (0-1)

El Valencia se desespera ante el orden del Alavés y cae por tercera jornada seguida, despegándose de la séptima plaza, en un partido marcado por la lesión de Jaume 

Fue un partido marcado por la lesión de Jaume

Fue un partido marcado por la lesión de Jaume / Eduardo Ripoll

Vicent Chilet

Vicent Chilet

Europa se le evapora al Valencia entre los dedos, incapaz de seguir el ritmo clasificatorio en el tramo decisivo, por más que el coraje de su joven y honrado equipo sea el máximo, por más que Mestalla se llene religiosamente cada domingo. Al Alavés le bastó con su pragmatismo táctico para llevarse la victoria, un premio excesivo, pero que supone la tercera derrota seguida del equipo de Rubén Baraja. En este momento crítico, hay que saber adónde se debe proyectar la lógica frustración. No hacia un bloque que evitó el descenso y que ha rendido por encima de su capacidad y casi sin fichajes. Sí hacia una gestión que no ha reforzado el papel de una plantilla y un cuerpo técnico comprometidos al límite.

El debut de Cristian Rivero

El duelo dejó la imagen de la lesión de Jaume y el debut de Cristian Rivero. A Jaume hay que quererlo siempre. A las buenas y a las malas. Con sus vuelos sin motor en acciones aparentemente sencillas, con sus excesos cancheros llenos de nervio, con un compromiso incondicional con el club que demuestra en pequeños detalles, como en cada consejo a un compañero cada mañana en Paterna. Chicos jóvenes como Cristhian Mosquera o Peter Federico. Justo ellos fueron los que le regalaron palabras de aliento y besos al portero de Almenara, al verlo tendido en el suelo, maldiciendo entre lágrimas, desconsolado por no poder seguir ayudando al Valencia.

La lesión de Jaume, toda la semana en el foco informativo, fue la noticia más destacada de una primera parte llena de imprecisiones, con un dominio a ráfagas del Valencia. Salió en su lugar Cristian Rivero, otro ejemplo de jugador de club que ha esperado su momento durante cinco largos años. Una espera tan larga que deparó un episodio inusual: debutar en Liga con un equipo luciendo el brazalete de un equipo poblado de chavales.

La tuvo la primera el Valencia, a los seis minutos, con una incursión de Peter Federico, más inspirado en el desborde que en la toma de decisiones, con madera de buen pelotero por pulir. A su centro se adelantó unas décimas Hugo Duro, que no llegó al remate pero que arrastró a los defensas para que la pelota llegase a la zurda de Diego López, que definió alto. El partidose movía a impulsos caóticos, en los que la referencia experta de Kike García era difícil de vigilar, con los centros a su cabeza de Carlos Vicente, que no viste de blanquinegro por la parsimonia del "ok" de Singapur, ese eufemismo. Kike chocó con Jaume, peinó de cabeza al poste...

Almeida dispara

Almeida dispara / Eduardo Ripoll

Un Mestalla otra vez lleno

Un Mestalla otra vez lleno, tan identificado con su joven equipo, asistía a un duelo de inconcreciones, del que Baraja desconfiaba toda la semana. Un rival ya salvado y sin presión, debates abiertos en muchos escenarios menos en el césped, la sensación envenenada de partido ganado antes de disputarlo. La charla del Pipo debió ser intensa en el vestuario, en el primer minuto de la reanudación un robo de Peter Federico fue servido a Diego López, que tocó rápido a Sergi Canós, en su primer balón tras salir de refresco en el descanso, que chutó y dio en el palo.

Le costaba al Valencia descoser el entramado defensivo de Luis García. Cuando se destensaba la tela de araña, Rafa Marín desviaba lo justo con la cabeza para sabotear un remate a placer de Hugo Duro. En el otro área, aparecía la figura de Cristian Rivero como un portero de virtudes clásicas: sobriedad, colocación, para desbaratar las intentonas del equipo babazorro. Con el partido espeso, pero bajo control, el gol del Alavés. Córner ensayado de Carlos Vicente al segundo palo, abierto en rosca para buscar la llegada en sorpresa e inexplicablemente solo de Javi López, que marcó a placer.

El gol anulado de Diego López

Le quedaba tiempo al Valencia, pese al mazazo. Antes de la entrada final de Yaremchuk y Foulquier, el gol de Diego López, anulado por fuera de juego (posicional) de Peter Federico, que interfiere en la defensa del centro. Justo la misma jugada que, hace solo seis días en Montjuïc, no fue sancionada con el "offside" del barcelonista Fermín. Rugió Mestalla con su enfado, por el agravio salvaje, llevando los últimos minutos al asedio. A la desesperada, con bayoneta y buscando la cabeza de Yaremchuk. Con todo, dejando espacios a las contras del Alavés y los centros envenenados de Carlos Vicente, que no vino por ser excesivos los 600.000 euros de su fichaje (¿pero cuánto se deja de ingresar por no estar en Europa?).