J. S/ Levante-EMV, Valencia.

La muerte de al menos 41 personas en el accidente de metro registrado ayer en la estación de Jesús se ha convertido en la segunda tragedia más importante de la historia reciente de Valencia, solo superada por la riada de 1957, que provocó casi un centenar de muertos-85, según fuentes oficiales-y generó a la larga un cambio radical en la fisonomía de la ciudad.

Antes de esta ríada hubo otra, un 28 de septiembre de 1949 que provocaba 41 víctimas en las barrios de Nazaret y el distrito marítimo de Valencia.

Ni siquiera la «pantanada» de Tous, pese a su espectacularidad y a la huella profunda que dejó en la comarca de la Ribera se cobró tantas víctimas -hubo nueve fallecidos como consecuencia de la inundación provocada por el desmoronamiento de la presa- como el metro que descarriló ayer y solo algunos accidentes de ferrocarril como el registrado en Xirivella en 1980 se aproximan, por el número de víctimas, a la tragedia vivida en la estación de Jesús.

Muerte en las vías

Ayer, algunos veteranos periodistas recordaban vívidamente los momentos que siguieron hace ya 26 años al terrible accidente ferroviario de Xirivella. Sobre las seis y media de la tarde de un 24 de septiembre de 1980 un tren correo procedente de Madrid arrollaba en Xirivella a un autobús de la empresa VASA que hacía la línea Valencia-Torrent.

El conductor del autobús cruzó confiado un paso a nivel con las barreras levantadas ajeno a que la muerte viajaba en un semidirecto que hacía la ruta Madrid-Valencia. Miles de toneladas de hierro impactaron sobre el frágil autobús, que quedó prácticamente destrozado dejando un reguero de sangre y zapatos sin dueño.

El balance final: 27 muertos y 40 heridos sitúan a este accidente entre los más importantes de la historia ferroviaria española.

Antes, en 1976, otro accidente ferroviario costó la vida de 14 personas en Massalfasar. Ese mismo año, el tren se cobraba la vida de otras cuatro personas en el Cabañal.

Habría que esperar a 1984 para que el ferrocarril trajera de nuevo la muerte al territorio valenciano. El drama tuvo esta vez como escenario tierras alicantinas.

Un total de 9 personas fallecieron el 20 septiembre de 1984 en el choque frontal de un tren de Feve en pruebas y un automotor de viajeros en Villajoyosa. Además de los muertos, 28 personas resultaron heridas.

Más recientemente, la muerte visitaba un albergue de Todolella, en Castelló

Dieciocho jóvenes que asistían a una fiesta de cumpleaños con edades comprendidas entre los 20 y 40 años que estaban alojados en el alberge de San Cristófol de Todolella fallecieron el 6 de febrero de 2005 tras inhalar el gas de una botella de butano defectuosa. Otras dos personas que también pasaron la noche en esas instalaciones fueron encontradas inconscientes pero pudieron ser reanimadas.

Los fallecidos eran vecinos de Morella, Vilafranca, Forcall, Cinctorres y Alquerías, aunque el drama afectó también a algunas familias de Valencia.

Morir en Torreblanca

Sin embargo, si se deja a un lado las muertes provocadas por riadas, desgraciadamente habituales en la Comunitat Valenciana y hasta hace unos pocos años las más repetidas y numerosas, el triste récord de fallecidos en un único episodio se encuentra en la carretera, donde el drama se vive también a diario.

El 19 de agosto de 1992, un autobús con 57 pasajeros cayó por un terraplén tras tomar una curva a gran velocidad en Torreblanca, Castelló. Fallecieron 46 personas.

Unos años después, un 6 de julio de 1996, cinco jóvenes sufrían un letal accidente en el Polígono Industrial de Vara de Quart.

Junto al accidente de tráfico de Torreblanca, el episodio del «Proof Spirit» tiene el dudoso honor de formar parte de la historia más negra de Valencia. Dieciocho trabajadores de la Unión Naval de Levante morían abrasados tras la explosión registrada en el interior de un buque en construcción. Solo hubo un superviviente que, en otra paradoja del destino, encontró acomodo laboral en Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana, la empresa golpeada ayer por la tragedia.

La actividad pirotécnica, de gran presencia en la geografía y la tradición valenciana está también detrás de muchas muertes trágicas en la Comunitat Valenciana. Uno de los accidentes más mortíferos fue el ocurrido el 15 de mayo de 2000 en Rafelcofer. Siete personas perdieron la vida en la empresa de los hermanos Borredá. En Turís, en marzo de 1992, otra explosión pirotécnica causaba cinco víctimas.

Sin embargo, el siniestro más grave vinculado a la pirotecnia tuvo lugar el 19 de agosto de 1989 cuando una decena de personas, entre las que se encontraban dos niñas de corta edad, fallecieron al estallar un vehículo cargado de pólvora que se encontraba estacionado en los aparcamientos de un hipermercado en San Juan de Alicante.

Veinte días después de la tragedia vivida por las poblaciones de la Ribera Juan Pablo II, modificaba el programa previsto y se desplazaba en un helicóptero hasta Alzira para mostrar su solidaridad con los damnificados por las inundaciones por la rotura de la presa de Tous.

Una vez en Alzira, Juan Pablo II rompió el cordón de seguridad para acercarse hasta los familiares de las víctimas, congregados en la Iglesia de Santa María del Lluch.

«He venido para todos», aseguró el Papa, ya que «junto al hombre que sufre, debe haber otro que lo asista y acompañe».

«La caridad y el sentido humanitario no pueden permanecer indiferentes ante la muerte y la destrucción», manifestó el Pontífice.El Papa, que se entrevistó también con el alcalde de Alzira, el entonces socialista Francisco Blasco, a quien trasmitió palabras de aliento, expresó públicamente su apoyo a todas las iniciativas destinadas a recuperar la ciudad de los daños provocados por la riada y trasladando a los afectados su cariño y apoyo en la recuperación de «la serenidad y la esperanza».

La visita de Juan Pablo II tuvo un gran impacto sobre la población de Alzira, donde miles de personas vivían todavía conmocionadas por los desastres que provocó la pantaná.

Francisco Blasco, alcalde de Alzira, no fue ajeno a este mensaje y declaraba, tras la visita, que el Papa «les había devuelto la esperanza»

Antes de su visita y una vez enterado de la magnitud de la tragedia Su Santidad tuvo una reacción muy similar a la de su sucesor. Remitió un telegrama al Arzobispo de Valencia junto a un donativo de 3 millones de pesetas para atender necesidades de los damnificados.