Moisés Domínguez, Valencia

Uno de los síntomas más evidentes de que la fiesta fallera está de moda es la fiebre monumentalista. Que las principales comisiones exhiban sus proyectos a la vez en las Atarazanas atrae a una legión de locos por las fallas. Los mismos que, desde primeros de marzo, peregrinan de demarcación en demarcación y rinden devoción no ya al remate que se está levantando, sino al más simple trozo de falla embalado en plásticos, al que se venera como si de un becerro de pantex se tratara.

Y ayer ya se sacaban las primeras conclusiones sobre lo que se plantará y marcará pauta el próximo mes de marzo. Incluyendo los propios falleros implicados, que no dudan en alabar sus virtudes y exagerar las dudas del rival.

Una de las conclusiones más generalizadas es que la audacia se ha ralentizado los últimos años. El nuevo estilo no está para nada quemado y los artistas parecen apostar por seguridad y dominio técnico. En infantiles, por contra, sí que se ve mucho más atrevimiento.

Es evidente que Nou Campanar marca la evolución más clara, con figuras verticales que Julio Monterrubio alarga hasta el infinito. Los hay ven en el mega proyecto un cierto déjà vu de la última falla del artista en su última incursión en la plaza del Pilar -entonces una revolución monumental incomprendida- pero multiplicada por cuatro o cinco. Aún así, es la propuesta que menos indiferente deja.

Bajo ese prisma de seguridad, Paco López Albert apuesta para Convento Jerusalén por la fórmula preciosista que tanto éxito tiene. Si con algo no te equivocas, no lo cambies, parece querer decir. Se le cuestiona que su falla esté todita ella llena de figuras de mujeres vestidas de valenciana ("Parece una falla de Julián Puche" se dice), pero nadie puede negarle la valentía de un proyecto que requiere una ejecución sumamente perfecta.

Pere Baenas también se conforma con una composición sin sobresaltos para Exposición, mientras que el proyecto de Juan Carlos Ferri en Sueca-Literato Azorín, sin emocionar, sí que tiene por lo menos sentido común. Incluso a proyectos como el de José Lafarga en la plaza del Pilar, posiblemente de los más alabados, se le buscan parecidos a un proyecto plantado, a escala de lo mucho más pequeño, en Cuba-Literato Azorín en 1997.

Na Jordana presenta nuevamente el mejor boceto. Sólo con él ya te partes de risa. El pero que se le pone a la falla de Llácer es si los dos reptiles son el mejor remate que se podía acomodar al centro.

Manuel Algarra sigue jugando con un remate múltiple en Almirante Cadarso. Siempre gusta; así que, ¿para qué cambiar?. Y los proyectos con menos posibilidades económicas tampoco inventan, conformándose con la seguridad.

La muestra se clausura hoy, pero durante toda la mañana hay actividad: se puede seguir dotoreando y los niños no tienen descanso en forma de atracciones.