Asociaciones como Alanna hacen realidad ese difícil paso de la exclusión social a la integración activa, La historia de M., una mujer de etnia gitana en su camino por la vida, es un ejemplo. A los 20 años escapó de la violencia de género, embarazada, con dos hijas, sin saber leer ni escribir, sin trabajo, y, lo que es peor, sin apoyos familiares ni sociales. A pesar de todo, algo dentro de ella le hizo ver que aquello que sufría no se lo merecía.

Y huyó. Tuvo dos hijos más y se repitió la historia. Se volvió a marchar y de nuevo pidió ayuda. Cinco niños y viviendo en la calle. Pero llegó su oportunidad, y se aferró a ella. M. y unas de las educadoras de la asociación Alanna habían trazado un proyecto donde objetivo a objetivo ella iría haciéndolos suyos. Dentro de la entidad se la ayudó con el cuidado de sus hijos (escolarización, salud, vestidoÉ), aprendió a leer y escribir de forma básica, y dada su motivación para superar la situación en que se encontraba entró a formar parte de un proceso formativo que podría culminar en obtener un puesto de trabajo.

Tras un largo periodo de formación de 300 horas y tras haberlo superado, entró a formar parte de la empresa de inserción Integras. Con un contrato laboral ha aprendido a trabajar y profesionalizarse en el campo de la limpieza, siempre guiada por otra trabajadora/educadora que, paso a paso, la conduce y la sigue apoyando en sus carencias profesionales y necesidades sociales. Un proyecto real donde M. ha pasado de ser una persona subsidiada de la administración, a ser una persona que contribuye económicamente hablando, de ser un sujeto pasivo de la sociedad a un sujeto activo, de vivir en la calle a tener una vivienda digna.

La presidenta de Alanna, Chelo Alvarez Sanchis, señala que "la asociación Alanna apuesta por un trabajo de calle, un trabajo que acompañe a la persona que se encuentra en una situación de vulnerabilidad social hacía la inclusión social. Actuar, socialmente hablando, en y desde el entorno de cada persona con la que intervenimos, es la clave y la puerta, a nuestro entender, a la inclusión social".

"¿De qué sirven las ayudas económicas, todas ellas puntuales en el tiempo, si no nos planteamos un trabajo que acompañe a una persona, siempre dentro de su entorno, en su proceso de inclusión social y donde la persona sea sujeto activo de su propio cambio?", se pregunta la presidenta.