El artista fallero Francisco López Albert, uno de los que más éxitos ha logrado en la era moderna de la fiesta, incluyendo tres primeros premios de Sección Especial en Convento Jerusalén y varios más en infantiles, ha tomado la decisión de cerrar su taller, abandonando la autoría de fallas.

El propio artista lo reconoció a Levante-EMV. De hecho, ayer mismo gestionaba la liquidación de sus trabajadores. «No es un paso agradable porque es gente que lleva muchos años conmigo. Pero no hay más remedio».

El taller de Picassent «que, contrariamente a lo que ha dicho, sigue siendo mío» (en alusión a los comentarios sobre sus problemas económicos) no podía continuar según propia confesión, por la imposibilidad de seguir manteniéndolo sin que se convirtiera en una ruina y el artista aventura que «no será el último, desgraciadamente. Pero la fiesta está como está y lo que yo no puedo es mantener un taller que manejaba presupuestos de hasta 800.000 euros teniendo ahora volúmenes de trabajo de 200.000. Eso es insostenible».

López Albert es uno de los artistas que ha disfrutado «de los años de opulencia, que desgraciadamente, se han acabado». Pero también reconoce que él mismo necesitaba un cambio en su actividad profesional. Si en 2010 ganaba su último primer premio en la máxima categoría, el ejercicio siguiente fue desastroso, no pudiendo acabar convenientemente las fallas. «Aquello fue un error monumental por el que pagué, tanto económica como profesionalmente». El ejercicio recién terminado fue algo mejor y, discrepancias aparte con San Vicente-Periodista Azzati, logró el primer premio en Alzira «con una falla que me dio una segunda oportunidad después de haberles fallado el año anterior». Sin embargo, el artista admite que «necesitaba un cambio de rumbo, reencontrarme y volver a sentirme artista».

A partir de ahora trabajará «pintando para otros artistas y haciendo cosas en otros ámbitos, como la decoración. Me duele, pero también me hace sentirme liberado. Con la falla de Monserrat se acabó todo, ya veremos hasta cuando».

El caso de Paco López es paradigmático de lo que ya empezó a suceder las pasadas fiestas, en que otros artistas de renombre no pudieron plantar fallas, como Ramón Espinosa. «Este año, los artistas, con la mitad de lo que nos daban, han plantado el doble y me temo que se pueda pagar caro».