Opinión

Al otro lado de la experimentación animal

 “El miedo y dolor de su mirada”, “Criados para sufrir”, “Seré pequeño pero sufro igual”. En el “Día Internacional del animal de laboratorio”, -¿normalizar tal apelativo? ¡no existe tal clasificación científica: “animal de laboratorio”! ¿otra maniobra para colar el mensaje de que hay seres vivos que existen para ser explotados por el ser humano?-, durante la citada fecha, nuevamente las voces se alzaron contra el medievalismo de prácticas de experimentación científica, - por cierto, instaladas en un circuito de negocio con notable rédito crematístico-. “¡No buscamos regular, buscamos abolir!”. Países catalogados como avanzados albergan empresas oscurantistas que eluden hasta la mediación de organizaciones de trasparencia, Italia, a nivel europeo, es uno de los países que menos datos clarificadores notifica y Andalucía lo es a nivel nacional. Si en dos mil veintiuno se declararon en España casi millón y medio de experimentos con animales, en dos mil veinticuatro la cifra bien puede triplicarse. ¿Cómo el ministerio pertinente considera que el “91% de procedimientos aplicados sobre animales son o bien moderados o leves”? ¡las víctimas se “reutilizan” hasta la muerte o sacrificio!

“No diseccionar” es la demanda de Emi Navarro joven activista de València Animal Save, “se puede usar un programa donde poder ver su anatomía perfectamente”, refiere. Impresión de tejidos en 3D, cultivo celular, pieles artificiales, chips orgánicos... son algunos de los métodos. “Los animales son instrumentalizados y mientras siga siendo así, por desgracia, no van a tener la misma consideración moral que los humanos para esta sociedad”, apostilla el también fundador de Youth Climate Save València. ¿Y los invertebrados, y los insectos? El doctor Stephen Wick argumentaría que “las cucarachas reaccionan al dolor como criaturas sensitivas”. Rosa Más, bióloga antiespecista voluntaria de Feumve, asociación en defensa de la infancia vegana, en declaración a diferentes medios de comunicación afirmó que: “El desarrollo de la investigación biomédica permite que muchos estudios que hasta hace algunos años sólo podían realizarse con animales hoy se puedan hacer in vitro”. Nanotecnología, ejemplares generados por computerización y otros avances tecnológicos hacen posible descartar la vivisección, disección o cualquier otro implacable experimento con animales, usos, todos ellos, “cuya desaparición está cada vez más cerca”, sentencia Más. ¿Protocolos éticos son cumplimentados realmente por empresas y países declarando la realidad de la experimentación? Rotundamente ¡no! Farmacología, medicina, veterinaria, fitosanitarios, cosmética, industria de la guerra y cualquier explotación comercial no tiene reparos en potenciar la utilización y el tráfico de esos otros animales, generalmente manipulados por ingeniería genética, para ¡cualquier! atrocidad desde la generalizada inoculación de microorganismos patógenos o toxinas hasta el descuartizamiento en vivo. En los polígonos de ensayo de armas bacteriológicas, -por cierto de considerable menor costo que las habituales-, y también en biolaboratorios cualquier especie es utilizable, -de usar y tirar-, tanto el cangrejo herradura y su valiosa sangre azul como las hormigas, serpientes, équidos (medio millar en España), aves, mamíferos, peces (“la segunda categoría de animales más usados” aquí), vacunos, cetáceos, cefalópodos, cabras, cerdos (más de once mil en nuestro país), “primates no humanos”, felinos, anfibios y reptiles (muy manejables para la ¡docencia!) sin olvidar los seres humanos. El siglo veintiuno es por antonomasia el de las “bioarmas”, indefectiblemente probadas en gran cantidad de los más de ocho millones de especies que pueblan el planeta y, ¿cómo no? en la manipulada tropa militar que ignorante acata órdenes, e incluso se presenta voluntaria, sin percatarse de ser “animales de laboratorio” inoculados con LSD, o con lo que sea, en una infame “relación ciencia guerra”.

ANDA y APP-Primadomus ¿fueron tomadas en cuenta al demandar la prohibición de utilizar animales en experimentaciones cosméticas? ¿Por qué no se establece un Plan Europeo ¡y mundial! para el desarrollo de métodos alternativos? El Eurogroup for Animals, desde Bruselas, ¿pondrá freno a este derroche de sufrimiento y vidas? Hay que redefinir valores.

En mil novecientos noventa y seis se crearon los biorobots manipulando cruelmente, y sin ninguna clase de escrúpulo, como siempre, la naturaleza de seres vivos cautivos mercadeados dando lugar a monstruosidades como “cucarobots” y “roboratas”, individuos a los que se les introdujo o acopló electrodos, tanto a los citados insectos cuya historia data de más de trescientos millones de años, como a los roedores, todo a fin de dirigir a los animales mediante control remoto. ¿Cuánto falta para que seres humanos entren a formar parte de ese cargamento de víctimas teledirigidas? Ejemplares de canes de la raza Beagle (más de mil quinientos se utilizaron en España en dos mil veintidós), elegidos por su docilidad y tamaño son numerados, como en todo holocausto, para, entre otros martirios, ser apresados en estructuras manteniéndolos de pie, completamente inmovilizados, con el hocico y la boca dentro de máscaras por las que se les fuerza a respirar constantemente humo de tabaco en testeos para la industria tabaquera. ¿Ciencia o servidumbre a oligopolios y monopolios? ¿Qué puede sentir alguien cuyo trabajo consiste en mantener a estas criaturas envenenándose sin escapatoria posible? ¿Todo por un macro negocio para el que recientemente se presentó un plan antitabaco por parte del Ministerio de Sanidad ampliando el listado de los espacios libres de emisiones? En el mediático caso de la organización privada Vivotecnia, con sede en Madrid, experimentadora por contrato, a los suplicios destapados también se añaden vejaciones para con indefensos seres sentenciados a una angustiosa muerte entre sufrimientos. Bajo el aval de un letrero, siglas, subvenciones, batas blancas o verdes y con una macro logística de abastecimiento de víctimas se mueve el dinero.

“Mejor no cortarle la cola para extraerle sangre, mejor extraerle un ojo”, fue parte de la grabación espía, refiriéndose a un conejo, en uno de estos locales, escuchada por Emi. “Hay que buscar el etiquetado libre de crueldad animal (cruelty free), en cosmética algunas empresas ya lo utilizan”. Refiriéndose a la experimentación con animales Diego Nevado de la portavocía de València Animal Save declara que: “El noventa y dos por ciento de experimentos con animales no es después extrapolable a los humanos”. ¿Es suficiente la notoria sensibilización de la sociedad mundial contraria a la instrumentalización de los otros animales como para que este entramado y sus enormes ganancias sean fiscalizadas, judicializadas y acabadas? ¿Por qué hay respaldo institucional al lobbie?

“Hay una parte de sadismo, hay gente que disfruta del sufrimiento animal”. Roedores han sido los más utilizados, ¡para todo! inmolándolos tras destrozar su cuerpo poco a poco. ¿Utilizar descubrimientos como el CRISPR (la denominada tijera genética) para modificar a las víctimas? ¿Vivotecnia funcionando, aún, a pleno rendimiento, tras ser descubierta como empresa del terror? “Me cago en el puto perro”, “¡Cerda psicópata!”, “¡Déjale que se rompa la columna, no pasa nada”, son audios que han horrorizado a multitudes dando a conocer la maldad de plantillas psicópatas en establecimientos de variopinta catadura, ¿Dinero público siempre para negociantes de la violencia? En Canarias para la proyectada “granja de pulpos” el erario gallego regó un laboratorio privado, creado exprofeso, para experimentar con octópodos, seres sumamente inteligentes y sensibles, de cara a materializar otra aberración empresarial. “La gente se está uniendo para que no la abran” comenta Emi. “La ley de Bienestar Animal excluye a los animales de laboratorio, la ley no da protección a estos animales y si hay alguna clase de regulación es bastante escasa” menciona el activista.

Conejos cuyos ojos sanguinolentos suplican la muerte, encajonados, con abdómenes y lomos perforados, “los conejos se utilizan principalmente en el tema de la cosmética”. Pequeños simios (macacos) ¿procedentes de Suramérica? esperan crucificados, boca arriba, la vivisección apresados por manos humanas. Gatos enfundados en camisas de fuerza sienten como manipulan en su cerebro aplicándoles aparatos. Líneas de cucarachas mutantes han sido creadas incluso con ojos color púrpura, “la cucaracha se ha convertido en el animal de laboratorio de moda, a menudo se usan en los laboratorios de las escuelas porque son fáciles de criar y mantener”, escribe la filóloga estadounidense Marion Copeland. Cucarachas excluidas de la Ley de Protección Animal y nadie presiona por su bienestar en ningún país. ¿Quién protesta ante esta industria? Jóvenes estudiantes en campus universitarios rechazan experimentar con animales vivos, la sociedad civil es completamente contraria, colectivos activistas, juristas de Bienestar Animal, infancia, profesionales de la ciencia e intelectuales y periodistas están en contra de estas prácticas mientras los “sillones” políticos miran a otro lado Hay que “difundir a tope y mostrar las imágenes a la gente y que la gente se oponga, y, luego acción directa no violenta”, exhorta Emi. La sociedad está acomodada al sistema narrativo de ¡por la ciencia! pero las truculencias no son leyenda urbana. Como en el cuento de Blancanieves, no todo lo imponente es bueno, y los centros de experimentación animal son como la pérfida madrastra que tras una “preciosa apariencia, esconde su malvada condición”. Al igual que el citado personaje popularizado por los hermanos Grimm, la truculenta maquinaria de la experimentación con animales también cuenta con una cohorte de serviles para continuar ejerciendo. Si la coexistencia con los otros animales no se valora y defiende, si todo es negocio, cabe acordar con el naturalista y conservacionista británico Gerard Durrell que: “La ruina de nuestro hermoso planeta se acelera de mes en mes, de año en año”, según auspició en mil novecientos ochenta y siete, ¡treinta y siete años atrás!