Las Fallas de 2014 acogerán un regreso significativo dentro del panorama de artistas falleros. Vale que en el dulce anonimato de una sección medio-alta de la categoría infantil, pero el protagonista es uno de esos profesionales que, a su manera, tiene un lugar en la historia de la fiesta. Así, el responsable del monumento infantil de la Plaza de la Tienda será Alberto Rajadell Díaz.

Firmó cuatro fallas en el año 2002 y desde entonces se le echaba de menos como autor. "Pasé unos años bastante mal y luego trabajé en el taller de Paco López modelando, un tiempo del que guardo unos recuerdos muy bonitos y una gran amistad con Paco. Estuve haciendo varias fallas de Convento Jerusalén: la coentor, la "disfunció del faraó", las bodas... fue un tiempo muy feliz". Después sufrió un accidente y volvó a alejarse de la labor fallera. En los últimos años ha estado "trabajando para mucha gente. Para Luis Herrero, Manolo García... mucho. Todos tienen para mí mucho valor".

La firma con la Plaza de la Tienda es consecuencia de su amistad con el presidente, Francisco Javier Ferrándiz. "Lo típico: muchas bromas y veras de que "un día me tendrás que hacer la falla" y así ha sido.

El Alberto Rajadell hay que reconocerlo. Ya no luce la poblada barba de antaño. Con 65 años cumplidos asegura estar mejor que nunca. "Claro que pasan los años, pero no sólo estoy bien físicamente sino, sobre todo, de aquí arriba (señala su cabeza). Me encanta ver que las ideas fluyen y que tengo que coger una libreta para apuntar ideas. No sólo eso: el día que deje de hacer cosas será porque me estoy muriendo". Hará una falla infantil, algo especialmente extraño en su carrera. "Sigo a los jóvenes que hacen fallas infantiles y los hay que me gustan muchísimo. ¡Me toca competir y estoy deseándolo! Además, apostar por hacer una falla infantil también quiere decir que me veo con ideas jóvenes".

Doce años hacía desde que el artista del Puerto de Sagunto no aparecía como autor y firmante. Medio centenar de fallas contemplan a Rajadell en la competición de fallas grandes del "cap i casal". Con dos victorias (Barraca-Columbretes 92 y Plaza Patraix 84). Pero su aportacion más importante son sus nueve fallas en la sección especial. Transitó por Convento Jerusalén, Cuba-Buenos Aires, l'Antiga de Campanar y Ferroviaria. Suya es la falla de las campanas plantada con Ortifus. Amparado durante años por Juan Armiñana "de quien sólo puedo decir cosas buenas", su ficha en el ideario general habla de un profesional privilegiado, de manos portentosas, inversamente proporcionales a su capacidad para administrar el trabajo en un taller. Dicho de otra forma, un "rey del bou". Un estigma que le ha perseguido durante sus más de 40 años en la profesión que asume con resignacion y algún que otro reparo. "Claro que las he liado. Y bien gordas. Pero muchas veces ha sido porque he querido hacer tanto que se me ha ido la mano. A veces, lo que se ha dicho de mí ha sido con total justicia, pero creo que en otras he pagado un precio muy alto. Pero nunca nadie podrá decir que ha sido por falta de honradez. Todo lo contrario: por querer dar más de lo que debía". Una verdad sincera. Rajadell, en sus años turbulentos, pecaba por írsele la mano que no por quedarse corto. ¿Cuál es la falla de su vida? "Yo me quedaría con dos: la primera que planté en el Puerto de Sagunto, en la que gané a Miguel Santaeulalia -padre y abuelo- y que me hizo ver que podía ser alguien. Y la primera de Cuba-Buenos Aires en Sección Especial, la de 1991 del perro policía". Ahora ve el futuro "lleno de ilusión y con ganas de crear cosas".

Y Miguel López vuelve tras 13 años dibujando

La Plaza de la Tienda será escenario de un curioso retorno doble en las fiestas de 2014. Porque la falla grande será responsabilidad de Miguel López Montserrat, que no firmaba fallas grandes desde el año 2001. Una ausencia real, pero que parece extraña porque la obra de Miguel López es una de las que está más a pie de calle durante todo este período de tiempo: de su carpeta surge una ingente cantidad de bocetos para toda suerte de artistas. Su trazo inconfundible y la firma de los artistas, con el no menos carácterístico color rojo son una marca de la casa. El propio profesional reconoce que su incorporación al modelado, la pintura y la "plantà" se debe al previsible descenso de trabajo no sólo en la elaboración de bocetos de falla, sino de otras facetas profesionales no falleras en las que está especializado. "Este año es de prueba. Si veo que las cosas van bien, montaré taller para los siguientes ejercicios".

A pesar de los 13 años de ausencia, Miguel López cuenta con casi un centenar de fallas plantadas en Valencia, prácticamente todas en categorías medias: el 60 por ciento de su producción se mueve entre la Tercera A y la Quinta B