El próximo domingo 6 de junio la Iglesia celebra la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, la festa del Corpus, y por todas partes se escucha y se anuncia el levantamiento de restricciones para actos de masa, apelotonados, menos para las procesiones, de las que tanto tenemos en la ciudad y pueblos del territorio valenciano.

La procesión por antonomasia de la ciudad de Valencia ha sido siempre la de Corpus Christi, cargada no sólo de simbolismos religioso, sino también culturales, una combinación de expresiones populares que conforman un poema teofórico, en honor a Dios, a Jesús presente en la Eucaristía.

De momento nadie ha dicho nada, no se sabe, excepto que se esté haciendo gestiones en callado, de la posibilidad de hacer una procesión, una fiesta, como las que desde el siglo XIV se viene haciendo haciendo en Valencia. Se puede ir al fútbol, a los toros, a la playa, puede haber "desencaixonà” de madrileños en busca de sol y mar en nuestras tierras, … pero no hay perspectivas de que el ambiente de semi permisividad reinante autorice o vea factible hacer procesiones.

Documento que recoge el orden de la procesión del Corpus

Los Seguidores de la Virgen se empeñaron y lograron algo, Missa d Infants en plaza pública y traslados de la Virgen en maremóvil. Algo es algo, pero cumplieron con parte de la tradición. Falta que en Amics del Corpus cundiera el ejemplo y algo pudiera hacerse que rememora una larga tradición e historia, cumpliendo determinados requisitos, que, por cierto, no son observados en otros lugares y momentos.

No se puede vivir en permanente estado de pandemia, estado de excepción que ha desmontado todo a todos, arruinado muchísimos proyectos y anuladas muchas tradiciones, transformando la actual manera de vivir en una especie de “new age” incolora, inodora e insípida, máxime cuando la vacunación por fortuna está encarrilada,  va bien y proclama que se está viendo ya la luz de la salida del túnel.

De todas las epidemias - que ha habido muchas y duras- de todas las desgracias, se ha salido, con bajas, pero se ha salido. Los pueblos se han rehecho y resurgido, han superado miedos y obstáculos. Ha continuado con su actividad normal, se han actualizado, no se han quedado postrados ante la dureza que a veces supone la vida. En su nuevo andar han llevado consigo sus tradiciones.

Hay que ir haciendo vida “normal”, con las debidas precauciones, no detenerse. También en lo religioso, en los espiritual, en la profunda carga afectiva de las tradiciones y vivencias religiosas, históricas y culturales como es el Corpus, historia viva de lo que ha sido y sigue siendo Valencia, historia de la ciudad, procesión de la ciudad. Como la de la Virgen, el Corpus es desde sus comienzos una fiesta, además de popular, municipal, y el ayuntamiento debe velar por este tesoro espiritual y antropológico, no aprovechar la coyuntura del coronavirus para eliminarlo del calendario festivo ciudadano porque lo religioso no va con su actual gobierno.

Els cirialots del Corpus de València

Lo mismo cabe predicar de los pueblos. En verano, de junio a septiembre, los pueblos bullen en fiestas, la inmensa mayoría de ellas en torno a lo religioso. Superado el valle de los contagios, de las enfermedades, de las muertes, estabilizados los procesos, habrá que plantearse, con las medidas necesarias, seguir con el calendario habitual, con los ciclos festivos, con los usos, costumbres y tradiciones. Los decretos no deben convertir este pueblo laborioso y festivo, alegre, sociable, en un inmenso tanatorio con costumbres fúnebres. La fiesta, la desconexión, la relajación, también curan y sanan. Mantener una situación rígida, descompensada y discriminatoria sólo va a lograr que la gente se cure del virus, pero que enferme de la mente. Y que se cercene de sus vidas toda connotación de los religioso, que parece molestarle a los del grupo de presión ahora en el poder.