Cuando apenas han pasado unos días desde la celebración de la festividad de Todos los Santos y la masiva visita de la población a los cementerios de toda España, hay una imagen que todos hemos visto y que siempre se asocia a los camposantos: la de uno o varios gatos vagando tranquilamente por las tumbas del lugar. Y es que es muy habitual la presencia de gatos en los cementerios; lo que no es tan conocido es el motivo que lleva a estos animales a vivir allí.

En la Edad Media se asoció al gato con el mal. Se le consideraba la encarnación de la maldad y, desde entonces, se vincula su imagen (sobre todo si el gato es negro) a figuras de tradición popular como las brujas o a festividades como Halloween. También es habitual que a este animal se le considere portador de un aura mística que otorgaría al gato poderes sobrenaturales, así que con estos antecedentes no es extraño que, además, su presencia en los cementerios perturbe a más de una persona.

Gatos y cementerios

El motivo por el que los gatos están presentes en los camposantos no es otro que la paz del lugar. Los cementerios son lugares en los que impera la tranquilidad y el silencio, donde los humanos no acuden en masa (salvo en días como el 1 de noviembre) y donde existen infinidad de escondites que los felinos pueden utilizar siempre que tengan la necesidad.

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Es muy habitual la presencia de gatos en cementerios. En la imagen, dos felinos en el Cementerio General de València.

Además de todos estos motivos, en los cementerios hay verdaderas colonias de gatos que son alimentados por voluntarios, con lo que el camposanto se convierte para los felinos en un lugar idóneo para vivir. Es más, hay muchos cementerios en los que la presencia de gatos es más que habitual y que, de hecho, ya casi no se entienden sin estos animales. Es el caso de Père Lachaise, en París (Francia), o La Recoleta, en Buenos Aires (Argentina), aunque en el Cementerio General de València también vive un buen número de felinos.